El caballero Julio Eduardo Navarro Alvarado

MA
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18 de diciembre de 2021
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12:32 am
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El caballero Julio Eduardo Navarro Alvarado

JULIO EDUARDO NAVARRO ALVARADO nació en la ciudad de San José, Costa Rica, el año 1931, en el matri monio formado por el profesor MIGUEL NAVARRO CASTRO y doña ANA ALVARADO. Sus estudios primarios y secundarios los realizó en Costa Rica. Después se marchó a la ciudad de Buenos Aires, Argentina, para iniciar estudios de medicina. En la década de los 50 se vino a residir a Tegucigalpa. Aunque, en un principio, se había propuesto continuar sus estudios de medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, optó, finalmente, por integrar equipo con su hermana ROSARIO, para dirigir la empresa familiar, la famosa Librería NAVARRO, que estuvo ubicada durante muchos años en la esquina que forman la segunda avenida y la segunda calle de Comayagüela. Fue entonces que conocimos al único de los hermanos Navarro, que aún nos faltaba por conocer. No le resultó difícil a Julio o “Julito” como le llamábamos familiarmente, hacer amigos. Su carác- ter espontáneo, agradable y, sobre todo, caballeroso, se lo facilitaban.

Las tertulias de la Librería NAVARRO eran famosas. Se reunían los amigos y clientes de don Miguel, en su mayor parte intelectuales de renombre, que se daban cita en la misma, para conversar y debatir sobre la problemática nacional e internacional, así como para analizar las ediciones más recientes de las obras de los más importantes escritores, nacionales y extranjeros. Yo fui uno de los beneficiarios de esas tertulias. Pero JULIO y ROSARIO, organizaban también, otras tertulias no menos famosas, los sábados por la tarde, en la azotea del edificio de la Librería Navarro, en las que participábamos sus amigos más cercanos. Degustar un delicioso asado, generosamente rociado, era parte obligatoria de la tertulia.

La amistad que se formó en lo que familiarmente llamábamos “EL GRUPO”, fue verdaderamente proverbial. Ahí nos dábamos cita, varios amigos de Julio y Rosario, entre ellos, Alberto Rodríguez Sierra, Reina Núñez Zúñiga, su hermano Antonio, Ernesto Zúñiga Rivas y su esposa Nena, Norma Izaguirre, Consuelo Williams de Ortez, mi hermano Rolando, el poeta Funes, quien, hacía las semblanzas de los cumpleañeros, mi esposa Cristina y yo. Muchas personas deseaban entrar a ese privilegiado círculo, pero los anfitriones aplicaban un estricto criterio selectivo y, únicamente, se podían aceptar invitados que llegaban a impartir alguna charla sobre temas de interés para EL GRUPO.

JULIO, era el presidente honorario vitalicio de El GRUPO, ya que Alberto Rodríguez era el presidente en funciones, que nunca supimos si lo habíamos elegido o se había auto elegido. Pero que la pasábamos bien, es un hecho indiscutible. En lo personal, yo disfrutaba mucho mis conversaciones con Julio, en torno a los intérpretes musicales más famosos, que él había conocido y escuchado, en el emblemático

cantantes de ópera, como la soprano María Callas y el tenor sueco Jissy Boerling, entre otros, que eran sus favoritos. También nos reuníamos para escuchar grabaciones fonográficas del género culto de la música.
Algo que le envidiábamos a Julio, era haber conocido personalmente a la legendaria Evita Perón, a quien visitó en su calidad de presidente de la Asociación de Estudiantes Latinoamericanos en Buenos Aires y a cuyas honras fúnebres asistió, en medio de la lluvia y el luto colectivo de los bonaerenses. Para todos nosotros, como para los demás conocidos y clientes de la Librería Navarro, siempre nos pareció ejemplar la armoniosa relación de los dos hermanos NAVARRO y el éxito con que manejaron su empresa familiar cultural, que, al día de hoy, bajo la
conducción de Rosario, funciona en una céntrica calle de Tegucigalpa. El día de ayer, nos dimos cita, para dar nuestra despedida a JULIO EDUARDO NAVARRO ALVARADO. Falleció el año anterior. Depositamos la urna que con- tiene sus cenizas en el Cementerio Jardines de Paz Suyapa, previo el servicio religioso respectivo. Han venido de los Estados Unidos, la madre de sus hijos Normita Navarro Urtecho y sus vástagos Lorenzo, Ana y Graciana, a quienes doy mi abrazo solidario. Hay personas que no mueren eternamente, pues permanecen vivas en nuestras mentes y corazones. Una de ellas, es el caballero JULIO EDUARDO NAVARRO ALVARADO. Hasta luego querido amigo. Muy pronto volveremos a encontrarnos. Que descanses en paz.

Tegucigalpa, M.D.C., diciembre de 2021.

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