El exterminador

MA
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18 de diciembre de 2021
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12:43 am
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El exterminador

Luis Alonso Gómez Oyuela

Hace varios años vi una película llamada El exterminador. Se trataba de un personaje alienígeno siniestro que infundía pánico a los sobrevivientes de una hecatombe atómica. Los indefensos terrícolas que conformaban una pequeña colonia en las alcantarillas de la ciudad planificaban diversas formas para terminar con el terrorífico extraterrestre.

Pasando de la ciencia ficción a la realidad nacional quiero ocuparme del “Exterminador” terrícola que sembró la zozobra en la pequeña colonia sobreviviente del Partido Liberal que, después de ser el partido mayoritario en Honduras. Este siniestro personaje lo fue destruyendo lentamente. Ninguno de los que consideró sus súbditos, salvo algunos de su misma estirpe, se sometieron a sus caprichos de líder inquisidor, torpe y prepotente.
Pocas veces doy a conocer mi militancia política porque desde que incursioné en el periodismo decidí mantenerme al margen de la política partidista y de las diatribas internas promovidas por seudolíderes que llegan a creerse dueños de una institución noble como siempre lo fue el Partido Liberal de Honduras.
Nunca he ocultado mi filiación política pero jamás he estado de acuerdo con aquellos que se erigen en dictadores y caudillos trasnochados que lo único que buscan son posiciones sin importarles los intereses del pueblo por los que siempre luchó el Partido Liberal durante las épocas más aciagas de su historia.

Vengo de la generación de los 40, contemporáneo de muchos liberales que dieron su vida en defensa de la democracia y sus instituciones. De esa generación de hombres y mujeres que se lanzaron a las calles para protestar en contra de la dictadura y cayeron bajo el fuego de la metralla cariísta; años después con los desmanes de un gobierno militar surgido de un golpe de Estado promovido por el Partido Nacional en la era zuniguista.

Hace un tiempo atrás hablaba Antonio Ortez Turcios, sobre la situación interna que está viviendo el Partido Liberal. Ambos durante la plática no ocultamos los sentimientos de frustración al observar como la dirigencia encabezada en aquel momento por Luis Zelaya, estaba terminando con lo poco que iba quedando de una institución caracterizada por los más elementales principios de tolerancia y libertad.
Luis Zelaya se convirtió en el peor verdugo del Partido Liberal. La consigna de este oscuro personaje era desaparecerlo; ensañarse en contra de sus propios correligionarios. Se creyó el dueño de una institución que le concedió el honor de ser su candidato presidencial, privilegio que les correspondía a otras connotadas figuras del liberalismo con historia y méritos suficientes para ubicar al Partido Liberal en el lugar que siempre le marcó la historia por más de una centuria. Producto de esos desaciertos y prepotencia de un seudolíder como Zelaya es la hecatombe del Partido Liberal en las elecciones pasadas.

Luis Zelaya nunca entendió que los liberales no son borregos a los que podía arrear cuando a él le viniera en gana. Un líder va junto a su pueblo, no amenaza e intimida, lucha a la par con el ejemplo y la ponderación que debe caracterizar a un dirigente. El Partido Liberal está aquí en las ciudades, las aldeas y los caseríos, es allí donde debe estar el líder para dialogar con la gente, para ser como son nuestros líderes de campo.
A Luis Zelaya le quedó muy grande la camisa para dirigir al Partido Liberal. En el reciente pasado pretendió expulsar a los diputados, porque estos no se sometieron a sus caprichos de niño malcriado. Si los diputados asistieron a la toma de posesión del actual Presidente, ¿por qué diablos, él como candidato presidencial y dirigente del partido avaló el proceso electoral ilegal?

Señor Zelaya, en el Partido Liberal todavía queda una generación que vive y siente amor por su partido. Ahora es usted quien debe ser expulsado de las filas del liberalismo, porque debe entender que los traidores son como las frutas podridas. Mucho daño le causó a una institución noble como el Partido Liberal. No pretenda desconocer el talento y capacidad que usted no tuvo como “dirigente” de un partido con historia y con la capacidad y derecho de sus militantes a disentir.

Viva está la experiencia en el departamento de El Paraíso cuando Zelaya con prepotencia desconoció a figuras reconocidas arguyendo que el único en tomar decisiones era el candidato. Perdió las internas y en las generales apenas salió un diputado y, esto más, de la corriente de Gabriela Núñez. Entonces dónde quedó su pretendido liderazgo.

Finalmente, tengo la firme convicción que el Partido Liberal se levantará de las cenizas. El fracaso de hoy, se convertirá en las victorias del mañana porque el liberalismo está vivo, pero habrá que expulsar a los traidores que negociaron cargos de elección con el Partido Nacional.

Nota:
Este comentario (actualizado) lo escribí después de las elecciones generales del 2017. La historia es la misma y Luis Zelaya siempre será esa siniestra figura que sin trayectoria política y militancia liberal destruyó y continúa en su afán de destruir al Partido Liberal.

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