Cada 24 horas asesinan a una mujer en Honduras
Policías custodian la escena donde una desconocida apareció ultimada con extrema saña en la colonia Calpules de San Pedro Sula.
El género femenino fue el más golpeado por la ola criminal con extrema saña desatada durante el 2021, de acuerdo con el reporte escalofriante del Centro de Derecho de Mujeres (CDM) y del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH).
Hasta el pasado 30 de noviembre el CDE registró 314 muertes violentas contra mujeres, sin embargo, desde el observatorio universitario alertaron que a la fecha suman un aproximado de 350 crímenes, eso representa uno cada 24 horas.
Las frías estadísticas establecen además que en once meses se han perpetrado 44 homicidios múltiples en los que han perdido la vida 145 personas, 19 eran mujeres. Los homicidios múltiples, mal llamadas masacres son muertes violentas donde las víctimas son más de 3 personas.
La coordinadora del OV-UNAH, Migdonia Ayestas, condenó que el 60 por ciento de las muertes de mujeres son cometidas por las parejas sentimentales de las féminas.
Ese porcentaje habla mucho de una cultura androcéntrica en Honduras, señaló Ayestas, en referencia al término de androcentrismo o visión del mundo que sitúa al hombre como centro de todas las cosas.
Esta concepción de la realidad parte de la idea de que la mirada masculina es la única posible y universal, por lo que se generaliza para toda la humanidad, sean hombres o mujeres. Conlleva la invisibilidad de las mujeres y de su mundo, la negación de una mirada femenina y la ocultación de las aportaciones realizadas por las mujeres.
Por su parte, mujeres organizadas lamentaron que en Honduras sigue siendo un pueblo de machistas, falto de diálogo con “hombres que todo lo arreglan con machete o armas de fuego”. (Juan Gabriel Zepeda)
CONDENABLE
Madres y pequeñita de 9 años víctimas de la otra pandemia
Una madre de tres niños en la colonia Las Palmas en Tegucigalpa, una niña de nueve años en la residencial Villa Santa Teresita en Comayagüela y una desconocida en el sector de Calpules en San Pedro Sula, son tan solo tres víctimas mortales de la otra pandemia que avanzó sin aparente antídoto en menos de 24 horas en Honduras.
La policía confirmó el crimen de Maryeli Soed Suazo Brocato (9) en la Villa Santa Teresita a unos 5 kilómetros de la capital en la salida a Olancho.
Esta inocente chiquitina murió casi al instante a causa de heridas de bala que iban dirigidas contra su madre a quien se le omite el nombre debido a que está viva de milagro bajo resguardo policial en un centro médico.
Los homicidas, de acuerdo con el parte policial, fueron dos supuestos sicarios a bordo de una motocicleta que le salieron al paso a la madre y su hija, dejando el saldo trágico antes descrito.
La joven junto al fruto de su vientre quedaron gravemente heridas en una calle y fueron trasladadas en una patrulla de la Policía Nacional hasta el Hospital Escuela, donde se reportó la muerte de la menor, mientras que la madre vive, pero bajo pronóstico reservado.
El cuerpecito de Maryeli Soed Suazo fue llevado al Departamento de Ciencias de Medicina Forenses del Ministerio Público donde después fue entregado a sus apesarados parientes en horas de la madrugada.
Sobre este hecho la policía inició una investigación para dar con el paradero de los asesinos y saber cuáles fueron los motivos que los llevó a acabar con la vida de la niña y su madre.
En otro suceso, el cuerpo de Karen Elizabeth Banegas Romero (41) fue encontrado en avanzado estado de descomposición en su casa ubicada en la colonia Las Palmas de Tegucigalpa. Quedan desamparados de pan en mano tres hijos pequeños.
Vecinos de esa colonia reportaron a las líneas de emergencias que desde una vivienda se sentía un mal olor, por lo que se desplazó una radio patrulla y los elementos del orden entraron a la casa y encontraron el cadáver de la fémina en estado de descomposición, aparentemente por mano criminal.
En un tercer episodio violento, entre unos matorrales las autoridades policiales encontraron el cuerpo sin vida de una mujer no identificada en la colonia Calpules de San Pedro Sula. El cadáver semi-desnudo presentaba signos de tortura. Solo se sabe que la víctima era de tez blanca, corpulenta, vestida con un pantalón azul y un sostén “tigreado”.
