Una alta afluencia de personas invade los mercados de la capital, tantos vendedores como compradores han perdido el miedo por el COVID-19, y se les ha olvidado que el uso de la mascarilla es fundamental.
Las mascarillas las usan en la barbilla o muchos no la portan, los compradores que están llegando de manera masiva muchos de ellos acompañados de sus pequeños para hacer sus compras navideñas.
Los médicos han reiterado el llamado para que la población mantenga las medidas de bioseguridad y que no se descuide ya que la amenaza de la variante ómicron es un peligro latente.
Algunos comerciantes son conscientes que las aglomeraciones son un peligro, pero también aseguran que la necesidad de recuperar algo de lo que han perdido durante la pandemia los obliga a correr este riesgo.
Muchos especialistas de la medicina han asegurado que la alta actividad económica que se vive por la temporada navideña, dejará serias consecuencias en el contagio del COVID-19.
Pero el golpe devastador de la pandemia, seguida de las tormentas tropicales Eta e Iota que azotaron el país, provocó el cierre parcial o total de empresas, y muchos otros negocios cerraron o tuvieron pérdidas que aún no se recuperan.
Las autoridades hondureñas reconocen la situación y señalan que trabajan para revertirla, aunque admiten que será difícil sin lograr atraer la inversión extranjera, pero los comerciantes tienen buenas expectativas del próximo gobierno.
Durante esta temporada se generan muchos empleos temporales en los mercados lo que se convierte en una fuente de ingreso para las familias, “con miedo al COVID-19, pero con necesidad de trabajar”, aseguran muchos.