“El justo por la fe vivirá”

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23 de diciembre de 2021
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12:04 am
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“El justo por la fe vivirá”

Por: Carlos Eduardo Reina Flores

¡Shema Yisrael!
“La fe es la certeza de recibir lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. (Hebreos 11:1) Es el texto bíblico. ¿Pero qué es lo que de ello se deduce?

La deducción literal da a entender que la fe es creer en algo incierto, asumir como verdad algo cuya posibilidad de ver resulta improbable; para formarse un concepto escéptico de la realidad.

Continuamos con la lectura. “Por la fe entendemos el universo construido de la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. (Hebreos 11:3)

Ahora bien. ¿Lo que existe necesariamente es solo lo que vemos? Pues no. Sabemos que alrededor nuestro hay cosas que no vemos, pero son. No vimos el comienzo de todo, no estuvimos allí, pero no hay duda del presente, ni que todo lo que fue existió.

¿Y quién es Dios que por su palabra se hizo el universo? ¿Será un poder que no vemos pero, en cambio, por la naturaleza de lo que no podemos explicarnos, intuimos que existe?

Continuemos leyendo. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. (Hebreos 11:6).

¿Cómo llegar al convencimiento que aquel que no alcanzamos ver sea capaz de darnos lo que esperamos?

Continuar la lectura, ya que en la Biblia está la respuesta.

“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. (1 Juan 4:8)

Esta reflexión lo aclara todo. Porque el amor es sentimiento. No se toca, ni se ve, ni hay forma de escucharlo, pero sabemos que existe. El sentimiento es un don tan real como la magia de la naturaleza. ¿Pero cómo agradar ese amor que está allí, al alcance nuestro, con solo creer que existe, y cómo no podría existir si lo sentimos?

Sin la fe no se puede agradar el amor; porque es necesario que “el que se acerca al amor crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.

Se trata de una valoración personal. Como humanos, cuando buscamos algo mejor, aunque lo mejor pueda ser diferente para cada cual, miramos hacia el futuro. Con la esperanza que el futuro provea esa mejoría.

La fe nos da el camino para que el amor se haga voluntad, en otras palabras, andar con Dios.

En sus epístolas el apóstol de los gentiles, San Pablo, traza las fronteras del amor. “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece”. (1 Corintios 13:4).

El amor y la fe se complementan. El Antiguo Testamento define el potencial de lo escrito. “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.” (Habacuc 2:4).

La Biblia como guía nos enseña que el justo por la fe vivirá. No hay que resistir la fe. Sin temor u obediencia a lo irracional, sencillamente vivir con amor. Y no hay sensación más sublime que la que abre el corazón para revelarnos que Dios es amor.

En el Nuevo Testamento descubrimos los misterios de la fe. “En el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para la fe, como está escrito: Mas, el justo por la fe vivirá”. (Romanos 1:17).

La fe es la herramienta que despeja el futuro para que haya esperanza, en pos de la paz y de la felicidad. Que ambos sentimientos cristianos te acompañen en esta época navideña.

 

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