Esperanza

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26 de diciembre de 2021
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12:03 am
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Esperanza

Por: Edgardo Rodríguez
Politólogo y Periodista

Vivimos de esperanzas, deseando que el mañana sea mucho mejor que hoy, cada día nos vamos a dormir con la ilusión de descubrir que al despertar las cosas irán un poco mejor que lo dejado atrás. Así nos llevamos la vida, con la mirada y el corazón puestos en el futuro, aguardando la posible realización de los sueños. Por eso dicen que de ilusiones se teje el vestido de la existencia de todos.

La dialéctica de la naturaleza y de la sociedad nos señala que el futuro niega el pasado, que la vida transcurre de forma ascendente y no a la inversa. Si hay retrocesos eso es anti natura y por tanto no durará, lo que frena el avance, el progreso, tarde o temprano se rompe y abre paso al decurso de la vida, aunque para ello, a veces, se tenga que emplear la fuerza, del tipo que sea.

Algo similar ocurre en estos días con respecto al nuevo gobierno que asumirá, dentro de un mes, el control del timón de este barco llamado Honduras. Son muchas las voces de compatriotas que se escuchan con grandes ilusiones de cambio, que esperan ver nacer una nueva sociedad, sobre nuevas bases económicas, pero también sobre principios éticos y morales superiores a los prevalecientes en los pasados doce años.

El reto es enorme porque los nuevos titulares del gobierno prometieron acabar con el narcotráfico y la corrupción pública, en sus discursos y declaraciones prometieron no más pobreza y que todas las oficinas gubernamentales se reinventarán a partir de febrero cuando se ofrecerá una atención ágil y con calidad en todas partes donde el ciudadano acuda, los colegios magisteriales pasarán a brindar una educación de alta calidad y sin excusas de no querer ir a trabajar, eso se acaba en próximo año. Lo mismo se dijo del nivel universitario que será de la más alta calidad al menos en Latinoamérica. Además, la esperanza de las mayorías, de los votantes y no votantes, está centrada en la promesa de la refundación que viene en el 2022, con la que tendremos los mejores hospitales de la región, cien por ciento abastecidos de medicamentos, con personal satisfecho en sus demandas laborales y motivados para brindar atención con excelencia.

La esperanza de la gente, expresada en las calles, en las redes sociales y al interior de los hogares se respira en todas partes del territorio, e incluso fuera de él. El pueblo espera que las oportunidades de nuevos y buenos trabajos empiecen a fluir desde los primeros meses de asumir el mando la presidenta, ese es el nivel de las expectativas. Es un compromiso grande el que han contraído los nuevos inquilinos de presidencial, muy delicado es elevar tanto los ánimos porque si ocurre una caída puede ser estrepitosa y no se valdrá culpar al pasado gobierno.

Indistintamente de las posturas políticas que se tengan, todos queremos tener esperanza, deseamos creer en todas las promesas de paz, no confrontación, prosperidad y austeridad que han expresado, tanto la presidenta electa, como algunos de los que serán sus cercanos colaboradores. Por el bien del país y su gente, necesitamos una tregua, que no se embriaguen de poder, porque si bien obtuvieron un triunfo contundente, no quiere decir que toda la población los apoya. Si se restan los votos de todos los partidos y el 32 por ciento que no acudió a votar, allí hay una enorme mayoría que supera ampliamente los votos de la planilla ganadora.

Vamos a ser prudentes, respetuosos de la voluntad de los que fueron a las urnas y hablaron contundentemente, por ellos es que habrá calma, paciencia para dar tiempo para que se empiece a construir esa Honduras que se prometió, sin ninguno de los vicios, desgracias o lastres del pasado. Es tiempo de darle paso a la esperanza, por qué no, tal vez nos sorprenden, nos callan la boca y hacen el mejor gobierno de la historia.

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