LETRAS NAVIDEÑAS Y DE AÑO NUEVO

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31 de diciembre de 2021
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12:40 am
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LETRAS NAVIDEÑAS Y DE AÑO NUEVO

YO he tratado más de releer que de leer –confiesa Jorge Luis Borges– creo que releer es más importante que leer, salvo que para releer se necesita haber leído”. Siguiendo ese consejo, releamos esta selección del editorial del año pasado: Eduardo Galeano. Tomado de El Libro de los Abrazos. “NOCHEBUENA”: “Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua. Es vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar. Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos andaba atrás de él. En la penumbra, lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso. Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano: –Decile a… –susurró el niño–, decile a alguien que yo estoy aquí”.

De Jorge Luis Borges. Tomado del poema del libro El Otro, El Mismo (1964). “JUAN, I, 14”. “Refieren las historias orientales/ La de aquel rey del tiempo, que sujeto/ A tedio y esplendor, sale en secreto/ Y solo, a recorrer los arrabales/ Y a perderse en la turba de las gentes/ De rudas manos y de oscuros nombres;/ Hoy, como aquel Emir de los Creyentes,/ Harún, Dios quiere andar entre los hombres/ Y nace de una madre, como nacen/ Los linajes que en polvo se deshacen,/ Y le será entregado el orbe entero,/ Aire, agua, pan, mañanas, piedra y lirio,/ Pero después la sangre del martirio,/ El escarnio, los clavos y el madero”. Rubén Darío: “Los tres Reyes Magos”: “-Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso. / Vengo a decir: La vida es pura y bella. / Existe Dios. El amor es inmenso. / ¡Todo lo sé por la divina Estrella! / -Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo. / Existe Dios. Él es la luz del día. / La blanca flor tiene sus pies en lodo. / ¡Y en el placer hay la melancolía! / -Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro/ que existe Dios. Él es el grande y fuerte. / Todo lo sé por el lucero puro/ que brilla en la diadema de la Muerte. / -Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos. / Triunfa el amor y a su fiesta os convida. / ¡Cristo resurge, hace la luz del caos/ y tiene la corona de la Vida!”. Amado Nervo. “NOCHEBUENA”: “Pastores y pastoras,/ abierto está el Edén./ ¿No oís voces sonoras?/ Jesús nació en Belén./ La luz del cielo baja,/ el Cristo nació ya,/ y en un nido de paja/ cual pajarillo está./ El niño está friolento./ ¡Oh noble buey,/ arropa con tu aliento/ al Niño Rey!/ Los cantos y los vuelos/ invaden la extensión,/ y están de fiesta cielos/ y tierra… y corazón./ Resuenan voces puras que cantan en tropel:/ ¡Hosanna en las alturas/ al Justo de Israel!/ ¡Pastores, en bandada/ venid, venid,/ a ver la anunciada/ Flor de David!…”.

Por Juan Ramón Molina. Libro: Tierras, Mares y Cielos. “TRÉBOLES DE NAVIDAD”: Niño Dios -que en el pesebre estás, radioso y desnudo-/ mientras que, sombrío y mudo,/ tengo fiebre./ Dulce niño,/ grácil cosa,/ como rosa, como armiño/ como armiño, como rosa./ Pobre rey,/ que ningún vasallo adula,/ que sonríes a la mula/ o que lloras junto al buey./ Del trotar/va acercándose el rumor,/ del corcel de Baltasar,/ del camello de Melchor/ y el onagro de Gaspar./ En la noche -ardiente y bella-/ los divinos magos ven,/ que ya se paró la estrella/ sobre el místico Belén./ Sus tesoros/ te darán, que son inmensos:/ púrpuras, mirras, inciensos,/ perfumes, diamantes y otros,/ mientras danzan los pastores,/ tañendo sus caramillos,/ en los prados/ argentados/ aromados/ de tréboles y tornillos;/ y -en las bóvedas celestes-/cantan himnos y alabados/ de los ángeles las huestes./ Niño Dios, pequeño rey,/que un almita azul alientas,/ ¿Tienes frío? Te calientas/ Con el vaho de ese buey./ Si ningún vasallo adula/ el milagro de tus ojos/ de violeta, está la mula/ contemplándote de hinojos./ Tu/ orfandad presto se fue;/ ya tienes tu manto tisú,/ un magnífico ajuar que/ una maga preparó,/ y tu cuello lucir ve/ un collar como de O./ Bien quisiera/ presentarte — como don-/ la hechicera/ sortija de Salomón:/ o un par de azules palomas/ de exótico país,/ o las mágicas redomas/ en que guardó sus aromas/ Belkiss,/ cuando -ávida de placeres-/ en pos de un rey, todo luz,/ hizo su viaje de Citere/ sobre un nevado avestruz./ Ni una ofrenda, ni una cosa/ fabulosa/ te he de dar,/ ni una perla milagrosa/ de los joyeles del mar:/ni una estrella luminosa,/ ni un sutil velo de tul,/ que -en arca de topacio-/ escondí, cerca de la Osa,/ en mi lírico palacio/ del azul./ Mas te regalo esta flor,/-albo y rubio serafín-/ flor de amor, flor de candor…/ ¡La que respetó el dolor/ al arrasar mi jardín! (El Sisimite –a quienes insisten en conocer su criterio– de momento aguarda ansioso el año nuevo).

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