Xiomara Castro, personaje del año 2021

MA
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31 de diciembre de 2021
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08:30 am
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Xiomara Castro, personaje del año 2021

Xiomara Castro.

La presidenta electa Xiomara Castro es el personaje del año de Diario LA TRIBUNA. Esta designación responde a su triunfo abrumador en los comicios generales del pasado 28 de noviembre del 2021, marcando varios hitos en la historia política hondureña: la primera mujer en este cargo, la más votada de todos los tiempos y reivindicadora del voto femenino, desde 1955. Al frente de una alianza de su partido progresista Libertad y Refundación (Libre), fundado en 2013 y Salvador de Honduras, registrado en 2021, ha roto, al mismo tiempo, el bipartidismo de los partidos Liberal y Nacional (conservador), los únicos que han gobernado en los últimos 120 años.

12 AZAROSOS AÑOS

Este momento cumbre de su vida está precedido de 12 azarosos años, a lo largo de los cuales le tocó enfrentar las ballonetas durante el golpe militar contra su esposo, el expresidente Manuel Zelaya Rosales y refugiarse temporalmente con su familia en República Dominicana, desde donde regresó para encabezar las marchas del Frente Nacional de Resistencia (FNR) exigiendo la restitución del orden constitucional.

La imagen de una mujer soportando las inclimencias del tiempo y los vejámenes de los sórdidos retenes militares fue una constante durante todo este tiempo, a la vez, que encajó dos derrotas electorales que casi le cuesta sus pinitos políticos y la extinción de su mismo partido: en la primera, en el 2013, terminó en segundo lugar y la segunda en 2017, cuando, viendo que su partido venía en caída libre en las encuestas, decidió ceder su candidatura al popular presentador de televisión Salvador Nasralla, una alianza que fracasó nuevamente frente a su contendor en ambos procesos, el Presidente Juan Orlando Hernández, en unos cuestionados comicios que le permitieron la reelección de su mandato.

Con tenis, jeans, chaqueta, sombrero y su saludo habitual en un mitin en Jesús de Otoro, Intibucá.

Inclaudicable en la búsqueda del poder y en virtud que en su partido nunca apareció una nueva figura rutilante, encaró la candidatura presidencial del 2021 cuando nadie la daba como favorita. Pasó las primarias con más del 90 por ciento de los votos frente a cuatro contendores internos, pero a nivel de partido quedó en tercer lugar con 600 mil sufragios, contra los 800 mil de los liberales y 1.1 millones de los nacionalistas, un resultado que la dejó mal parada de cara a las generales y en las que el claro favorito seguía siendo, pese al desgaste de su partido, el alcalde capitalino Nasry Asfura Zablah, conocido también como “Papi a la orden”.

Fue en este momento cuando titubeó seguir solitaria o buscar una alianza con los liberales, que finalmente no se dio, al no ponerse de acuerdo en quién encabezaría la candidatura. Yani Rosenthal, el candidato liberal, reclamaba el cargo invocando un acuerdo con los Zelaya Castro sobre quien sacara más votos a nivel de partidos. La virtual pareja presidencial, en cambio, alegaba que había sido a nivel de candidatos lo que ponía en desventaja a Rosenthal ya que, si bien ganó las primarias de su partido, individualmente había sacado menos de 400 mil sufragios contra los más de 500 mil de Xiomara. Sin acuerdo, los dos marcharon solitarios rumbo a las generales, hasta que en la recta final de la campaña, Castro pactó nuevamente con Nasralla, pero esta vez quedándose ella a la cabeza de la alianza y llevando al periodista deportivo como uno de sus tres designados.

CAMBIO DEL RELATO POLÍTICO

La futura gobernante de 62 años completamente estilizada con respecto a las campañas pasadas.

Su triunfo abrumador puede tener muchas explicaciones, pero a simple vista es el resultado de un cruce de variables comenzando por un electorado voluble, que votó más contra todo lo que oliera al actual gobierno sin reparar tanto en las demás ofertas. A esto se suma un pragmatismo inusual de la candidata opositora rompiendo todos los pronósticos de las encuestas y analistas hasta de su mismo partido. No solo remontó las encuestas, sino que obtuvo la mayor votación de la historia con 1.7 millones de sufragios.

En los tres meses de campaña un cambio en su relato político, nunca visto en otros procesos, le dio un giro determinante a los resultados: Para no inquietar al elector, cambió el discurso chavista, usando poco el “compañero y compañera, hasta la victoria siempre” y apelando a la reconciliación nacional. Nunca volvió a decir que regresaría a los militares a los cuarteles o que instalaría la Asamblea Nacional Constituyente, como insistía en el 2013 y 2017, ni agredió a los Estados Unidos, al que en estos 12 años de lucha callejera le adjudicó el derrocamiento de su esposo, a quien, dicho sea de paso, marginó de sus giras, sabiendo que desata odio y pasiones por donde pasa y prefiriéndo en los estrados a Nasralla y su otra designada, la diputada Doris Gutiérrez, la cuota de decencia que queda de la política tradicional.

TENIS, JEANS Y SOMBRERO

Xiomara Castro encabezó el Frente de Resistencia Popular (FRP) tras el derrocamiento de su esposo.

La futura gobernante también alineó sus modales y su forma de vestir con respecto a la mujer que solo inauguraba obras sociales cuando fue primera dama entre 2006-2009. Sin apariciones televisivas ni radiales, pero completamente estilizada, cambió los vestidos por jeans, tenis y chaquetas, una versión parecida -salvando las comparaciones- a la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, o la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, excepto por el usual sombrero con la leyenda “se van”.

Su saludo de triunfo, la noche del 28, con los brazos cruzados en el pecho, dejando ver unos grandes anillos en los dedos de las manos abiertas, es también un símil de los saludos tantas veces repetidos en los mítines políticos suramericanos y europeos. Los resultados, en este cambio, no pudieron ser más contundentes: Se estima que más de 400 mil jóvenes, entre los 18 y 30 años se volcaron en las urnas a su favor, colocándola inalcanzable para su inmediato contendor. Su base de apoyo se extendió también a los inconformes liberales y nacionalistas, especialmente, al voto indeciso y miles de independientes -una masa electoral de casi el 40 por ciento del censo- que ya había perdido la credibilidad en los procesos electorales.

Todos estos factores, aunados a la decisión de aliarse con Nasralla, impidió el triunfo nacionalista en caso que cada quien se hubiera ido por su lado a juzgar por los 1.2 millones de votos que sacó el candidato oficialista. En la revisión post elecciones se puede apreciar también el fuerte apoyo, sobre todo de mujeres jóvenes, la mayoría en el padrón electoral.

Sus designados Doris Gutiérrez y Salvador Nasralla.

IMAGEN INTERNACIONAL

Hacia el final de la campaña, Castro dio otro golpe demoledor a los nacionalistas. En el nivel internacional concitaba la simpatía hasta de artistas como el cantante boricua René Pérez del grupo Residente y su colega dominicando, Héctor Acosta, conocido como “El Torito”, quienes pidieron el voto para ella a través de las redes sociales, una herramienta a la que sus asesores le sacaron el máximo beneficio por encima de los medios convencionales. Internamente, se reunió durante largas horas con el empresariado nacional, esquivos todos estos doce años al modelo chavista que proponía inicialmente, y con la cúpula militar, que en el pasado la había vejado, pero que esta vez le garantizó unas elecciones en iguales condiciones.

No menos tranquilizante fue la presencia del halcón norteamericano Brian Nichols, quien horas previas sentó a los dos candidatos con opciones de ganar para decirles que su gobierno no tenía pensado inmiscuirse en los resultados, pero que demandaba un “fair play” electoral entre ellos.

RECONCILIACIÓN

La ex primera dama llegó al poder tras 12 azarosos años en las calles y dos derrotas electorales.

Sabidos que la corrupción y el narcotráfico lastraban a su adversario, el equipo de Xiomara enfiló baterías por las redes sociales con efectos igualmente devastadores para el partido de gobierno. El “fuera JOH”, “Se van” o “Prohibido olvidar”, recordándole al mismo tiempo a la gente de los casos de corrupción de alto impacto como el Seguro Social y los Hospitales Móviles, influyeron en el imaginario colectivo, incluyendo hasta a aquellos que no tenían pensado votar.

Y mientras los nacionalistas arreciaban con la campaña del comunismo, que nunca pegó, los otroras “revoltosos” de las calles y tomas de carreteras, resultaron moderados captando el voto del centro, la clase media y los profesionales.

Al cierre de campaña, las concentraciones en pueblos y ciudades eran tan masivas entre ambos contendores provocando la incertidumbre entre la gente sobre quién iba ganando en el terreno. En esas últimas semanas, al mismo tiempo, la ahora presidenta electa comenzó a tejer, poco a poco, una especie de luna de miel con el electorado que aún no termina. (Eris Gallegos)

La futura gobernante se cubre del sol con cartón en una de las tantas jornadas de protestas callejeras.
La pareja presidencial proceó cuatro hijos: Héctor Manuel, Zoe, Xiomara Hortensia (La Pichu) y José Manuel Jr.
La presidenta electa con su esposo, el expresidente Zelaya, con quien se casó en 1978 con 18 años.
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