ABUNDANCIA Y ESCASEZ

ZV
/
2 de enero de 2022
/
12:58 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
ABUNDANCIA Y ESCASEZ

UNA vieja teoría establece que la ciencia económica se basa en la “administración de la escasez” en cada sociedad. Eso es comparativamente cierto. Pero sólo en un porcentaje determinado en relación con la variedad de mercancías. El ejemplo más concurrente es el valor objetivo y subjetivo del oro. Este metal precioso siempre ha exhibido un alto valor a lo largo de los siglos de las civilizaciones asentadas, por dos motivos fundamentales: En primer lugar, es difícil encontrarlo, lo que significa que este metal precioso es escaso en el planeta. En segundo lugar, resulta difícil extraerlo de las entrañas de la tierra, sobre todo el oro de altos quilates. Tan importante es el oro en la historia de la circulación de productos y mercancías, y en la subida y en la caída de los imperios, que terminó por servir de respaldo económico y financiero de las monedas locales y mundiales. Aquellos países que producían y exportaban plata y oro en cantidades más o menos satisfactorias, poseían monedas sólidas como el lempira en Honduras, por lo menos hasta la década del sesenta. Pero aquella realidad económica se esfumó con las nuevas teorías monetarias que vinieron a volatizar la circulación mercantil y el mundo de las finanzas.

Las cosas abundantes, en cambio, por la vía de “la oferta y la demanda”, tienden a experimentar bajones en los precios. Pero esto también es comparativamente cierto hasta llegar a un punto límite. Porque si partimos de la idea que los precios de las mercancías abundantes se “democratizan” por la relación dinámica de la oferta y la demanda, encontraremos que en la realidad los medicamentos que supuestamente son democráticos en tanto que se producen masivamente, al final de los finales resultan caros, especialmente aquellos que se requieren para atender padecimientos cardíacos, renales y otros análogos. Las personas de la tercera edad saben de lo que hablamos.

Aquí, además, intervienen otros factores (a veces inesperados como una pandemia) que encarecen las mercancías que son abundantes y que en consecuencia debieran ser baratas. Otro ejemplo sobre este tema es que algunas empresas prefieren destruir sus mercancías, antes que ponerlas con precios bajos en el mercado. Mucho menos regalarlas a los pobres. Podemos recordar, a manera de ilustración, la historia escasamente conocida de las toneladas de bananos flotando, hace varias décadas, sobre el río Ulúa en la costa norte de Honduras. También hay ejemplos en otros países que se relacionan con el subtema de la “abundancia” y la “deflación”.

Una variable interesante son las distancias geográficas que, por los costos de embarque, desembarque y almacenaje, tienden a encarecer los productos. Un ejemplo de tantos es que los automóviles son relativamente baratos en los países industriales en donde son producidos y a veces ensamblados. Pero en los países periféricos como el nuestro, los automóviles siempre han sido más o menos caros, unos más que otros. Por supuesto que también incide el factor subjetivo de la “marca” de un producto. Aquí debemos incluir, actualmente, el renglón “democrático” de las computadoras, las cuales continúan siendo difíciles de comprar en los países tercer y cuartomundistas. Sobre todo para los habitantes de las vastas zonas rurales. Durante la presente peste mundial los niños y adolescentes que han asistido a clases virtuales en los colegios y universidades, han enfrentado contrariedades; una de ellas es que hasta cuatro muchachos han utilizado el mismo teléfono móvil para establecer una mala o pésima comunicación con sus profesores.

Sin embargo, y a pesar de todo lo antes expuesto, Honduras continúa siendo un país con posibilidad real de producir mercancías abundantes en consonancia con las riquezas naturales que subsisten. Los obstáculos, en tanto que los hay, se relacionan con el esquema de la vieja propiedad tradicional de las tierras fértiles convertidas en potreros, y con el capítulo de un verdadero “reordenamiento territorial”, en función de la calidad de los suelos para diversificar la agricultura y la agroexportación.

Más de Editorial
Lo Más Visto