Degradación de un Estado en crónicas de “Neto” Paz

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7 de enero de 2022
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12:04 am
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Degradación de un Estado en crónicas de “Neto” Paz

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Oscar Armando Valladares

Desde el fragor de las luchas frentistas y el estudio del Derecho en la UNAH, hemos despetalado la rosa del compromiso social con Ernesto Paz Aguilar, acrecentado académicamente como compañeros de labores en la magna institución y fortalecido en la brega política hondureña a partir de los sucesos perversos de 2009, situación que nos indujo a hacer de la crítica un arma activa y persuasiva. En adición congruente, activamos en grupos ciudadanos refractarios al manoseo electorero de 2013 y 2017, a la corruptela, las Zede, el narcotráfico de altos vuelos, el aprovechamiento desdoroso de la pandemia, etc., lo que llevó a coincidir y convenir con las actividades orgánicas de LIBRE.

En su ejercicio crítico contributivo, Paz Aguilar dio a la estampa -el 6 de diciembre de 2018- la obra “Honduras: crónicas de un Estado degradado”, serie de textos reunidos de “manera arbitraria” y sin “un orden cronológico literal”, si bien atados a un hilo conductor que propugna -según prologa- “explicar e interpretar la evolución de los procesos sociales y políticos” que llevaron al país a ese estado de vergonzoso fracaso, por acciones y omisiones deliberadas de una “elite primitiva, inculta e insensible”.

La versión que su autor nos hizo obsequio, aborda -en ocho apartados- facetas relacionadas con el tema que da título al interesante escrito, de las que entresacamos: Refundación del Estado y el constitucionalismo transformador, Una nueva Constitución… ¿sin Constituyente?, La impostergable creación del Tribunal de Justicia Constitucional, Reflexiones acerca de la Policía Militar de Orden Público, El balotaje o segunda vuelta, El Partido Liberal: disidencias y rupturas, La depuración del Poder Judicial, Las Ciudades Modelo, Los indignados y el Estado degradado, El Congreso Nacional en su laberinto, Los intelectuales y el poder.

Con la irrupción de un gobierno diferente, que el pueblo irrebatiblemente escogió, el asunto de la Constituyente cobra eruptivo interés, por lo que vale compartir lo que Neto Paz adujo en ocasión de una propuesta que hizo JOH orientada a revisar la Carta Magna al margen de la Asamblea consiguiente. Copiamos: “Una Constitución -estableció Emmanuel Joseph Sieyès- supone ante todo un Poder Constituyente. Este concepto está unido al de Constitución “como el creador a la criatura”…(En) conclusión, no puede haber Constitución sin Constituyente. No nos equivoquemos una vez más, construyamos sobre la roca y no sobre la arena”.

Ante la resistencia a los cambios de unos y la ambición de otros, acota en torno al mismo asunto, que existen dos alternativas: ir a un referéndum en que se apruebe la reelección por una sola vez, suprimir el principio de la alternabilidad en el ejercicio de la presidencia de la República y establecer la segunda vuelta, o convocar a la Asamblea Nacional Constituyente originaria, incluyente y democrática, para que elabore una nueva Constitución y sea ratificada por el pueblo vía referéndum.

Sin embargo, el acuerdo que debería promover el gobierno de Xiomara Castro es la creación del Tribunal de Justicia Constitucional, que Ernesto Paz propone, y reseña a grandes rasgos el porqué de su importancia y prontitud. En esencia: para que la Corte Suprema de Justicia cese de ser juez y parte en cuanto a la atribución (que tiene ahora) de dirimir los conflictos entre los poderes del Estado, incluido el Tribunal Supremo Electoral; competencia que pasaría al tribunal colegiado antes dicho, apto además para defender la majestad de la Constitución de abusos -como el madrugón que depuso a Mel Zelaya- y velar por la protección de los derechos humanos.

Incursionar en serio en esta serie de crónicas -mixtura de datos documentados, propuestas atinentes y reflexiones atinadas-, invita a dimensionar el rol del intelectual en conexión con el denominado “ruido de la calle”, su encuadre con el poder, su cometido crítico o su conducta indiferente –“valeverguista”, dicho en vocablo centroamericano-. El autor subraya que el intelectual es quien “no admite las verdades oficiales que son, en la mayoría de los casos, mentiras acreditas desde el poder”; se ocupa -agrega en seguida- “de la producción de conocimientos y valores; son los creadores de los productos ideológicos-culturales en una sociedad”. Con militante vehemencia, Benedetti, el escritor uruguayo, indica por su lado que el intelectual comprometido puede ser en algunos casos progresista y en otros decididamente revolucionario. Entre 2022 y 2026, Paz devendrá partícipe en un proceso histórico esperanzadoramente avanzado, con una dama -sensible y firme- de timonel.

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