GLOSAS, CÓDICES Y EMOJIS

ZV
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8 de enero de 2022
/
12:18 am
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GLOSAS, CÓDICES Y EMOJIS

AYER dimos una sucinta relación cronológica de la evolución de la escritura. Iniciando con las primeras figuras, bocetos (la pintura rupestre) de la época prehistórica –unos 73 mil años de antigüedad– pasando por los símbolos de la escritura cuneiforme, los jeroglíficos de los egipcios y de los mayas, el alfabeto etrusco, el alfabeto latino y el abecedario, hasta el “big bang” tecnológico de la modernidad. Irónicamente –en una regresión comunicacional sin precedentes– se prescinde de las letras, de las palabras, del texto, en fin, del abecedario. Escribir demanda demasiado esfuerzo, ya no digamos ponerse a leer, ni Dios lo quiera. Hoy, remontándose a la era de las cavernas, se socializa por medio de pichingos –los Emojis, los Bitmojis y los Stickers– gracias a los cuales los adictos a sus aparatitos inteligentes –más inteligentes que sus dueños– se saludan, se despiden; y transmiten al instante –como si se tratase de amena conversación– la complejidad de sus estados anímicos.

Con solo colocar el dedo en la pantalla y pulsar una carita, muestran enojo, alegría, angustia, compasión, solidaridad, resignación, contrariedad, asombro, incredulidad, estrés, reflexión, ingenio, inconformidad, santidad, astucia, ignorancia y hasta “pendejitud”. Con pichingos acarician, tiran besos, afirman, asienten, niegan, reniegan, aplauden, cabecean, bostezan, se acuestan, se duermen, se despiertan, dan los buenos días y las buenas noches, alaban, bendicen, maldicen, santifican, condenan; se preocupan, se asustan, se conmueven, se confunden, se consuelan, se compadecen, se limpian, se lavan, confiesan y se perdonan unos a otros. Pues, a propósito de lo anterior, el amigo director del Sistema de Estudios de Postgrado de la UNAH nos remite a los primeros textos escritos en castellano conocidos como las Glosas Emilianenses, unas notas manuscritas realizadas un poco antes del año 1000 en el margen de un códice que se guarda en el monasterio riojano de San Millán de la Cogolla. “El Códice 60 es un texto en latín, aunque el monje fue realizando anotaciones, o glosas, en los márgenes del mismo en una lengua diferente: el romance que daría origen al castellano”. “La realidad del surgimiento del idioma es más apasionante y, también, más compleja, porque involucró a diferentes zonas de la geografía ibérica”. El profesor García Turza recuerda que “hasta 1076, el territorio actual de La Rioja estaba bajo el dominio del reino de Pamplona”, así que “sería una enorme imprecisión denominar a estas formas escriturarias (las glosas) como castellanas”.

“Además, García recuerda que “estas tendencias a escribir en lo que se llamará romances arraigan fuertemente en La Rioja y Castilla, esto es, en los alrededores de San Millán, Cardeña, Silos y quizá Oña, Burgos e incluso más al oeste”. “Lo que sí es cierto es que el manuscrito del monasterio de San Millán de la Cogolla es la prueba más antigua del surgimiento de una lengua diferente al latín”. García Turza, que ha dedicado años de estudio e investigación a esta materia, refiere que del escritorio del monasterio “surgieron, y no por casualidad, los primeros, los más abundantes y los mejores textos escritos de una lengua que ya no es latín, que denominamos romance, y que nos hablan del enorme caudal de conocimientos y de medios con que contaban los monjes emilianenses en la Alta Edad Media”. “Sin embargo, aún siendo relevante el manuscrito 60, que es el que contiene los primeros retazos de un castellano muy primitivo, García Turza piensa que es imprescindible reivindicar la importancia del manuscrito 46”. “Este último códice se redactó en San Millán de la Cogolla en el año 964, antes que las glosas del manuscrito 60”. “¿Por qué es importante? Se trata de un diccionario en latín, pero que está “impregnado de palabras y frases romances o romanceadas, por lo que se convierte en un imprescindible instrumento para el conocimiento de los orígenes de la lengua española”, revela García. “Pero todavía es más relevante al saber que “muchos de sus artículos sirvieron de modelo para la copia y transmisión de las glosas hispánicas, tanto de las Emilianenses y Silenses como de otras recogidas en distintos códices”. (Fascinante, la historia de nuestra lengua –suspira el Sisimite, mientras se pregunta en sus adentros– ¿si no encontrarían Emojis dibujados al margen de esos códices?).

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