Los hondureños buscamos respuestas en el pasado

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9 de enero de 2022
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12:51 am
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Los hondureños buscamos respuestas en el pasado

Catarino Castro Serrano.

Miguel Rodríguez A.

Hace cien años Catarino Castro Serrano publicaba “Honduras en la primera centuria. Nuestra vida política, diplomática, militar y cultural de los primeros cien años 1821-1921”. Obra que después de un centenario vuelve a ser editada y publicada para los anales históricos de Honduras.

Es encomiable que, a un centenario de su aparición se vuelva a rescatar, en un contexto en que, así como en 1921, los hondureños buscamos respuestas en el pasado. Aquí radica su importancia, su constante fuente de análisis y documentación de la historia contemporánea de este país.

Es interesante que, en estos cien años no se haya promovido la obra en cuestión, estando en las sombras de la historiografía hondureña. Hoy vuelve e invita a una revisión de la historia en cuanto tal, así como de la producción historiográfica de la primera mitad del siglo XX. Aunque sabemos muy poco de la producción intelectual de 1921, entendemos esta obra como una de las principales de aquel contexto, tanto por su calidad conceptual e interpretativa, como por el asunto tipográfico y de estilo.

Su composición lo hace ser un libro particular. Así como su propuesta conceptual de la historia de Honduras. Una forma de acercarse a explicar el presente (1921) de Honduras, tomando en cuenta la evolución histórica. El autor sostiene como tesis central que Honduras “en el transcurso de los cien años que lleva de vida independiente este país, no se ha resuelto ningún problema de los que pueden llamarse fundamentales”. Esta tesis la promueve desde una mirada de su tiempo. Su importancia radica en dimensionar la historia de Honduras en su primera centuria, formula categorías de análisis, narra hechos, realiza una crítica histórica y propone una forma de interpretar la historia desde una visión colectiva.

Este último aspecto sobresale en su obra ya que el autor se dio a la tarea de explicar a Honduras desde una perspectiva general, aspecto singular ya que según él mismo consideró que Honduras ha carecido de un “Alma Nacional” en el devenir de sus primeros 100 años de vida independiente, entendiendo esta como a una sociedad en armonía y progreso. Cuestiona su presente y explica características propias de lo hondureño.

La forma y estilo lo convierten en una obra de importante apreciación, ya que, en conjunto a lo conceptual y narrativo, registra una serie de imágenes representativas a los hechos narrados. Además, caricaturiza aspectos sociales de la época en que vivió, por Augusto Monterroso, considerado según esta misma obra como un “genial caricaturista centroamericano”. Este registro pictográfico de 1921 tiene un carácter de denuncia social e ironía.

Al cumplirse su centenario, esta es hoy una obra más vigente que nunca ya que plantea desde una perspectiva global los hechos inmediatos de la historia de Honduras. Esto explica que buena parte se dedica a narrar los hechos acaecidos durante el proceso político de 1919 a 1921 y en general el siglo XX. Elabora una cronología de los hechos políticos del naciente siglo. Menciona a Manuel Bonilla como “el gobernante más combatido y ensalzado por escritores nacionales y extranjeros”, comenta que la injerencia extranjera merece atenta consideración al estudiar la historia contemporánea de Honduras; cita a Juan Ramón Molina en su poema “Adiós a Honduras” y a partir de un versículo de la Biblia, compara a Honduras con el León de Nemea, entre otras interesantes anotaciones, por lo que su historia figura como una producción intelectual liberal, marcada por su época.

Entre estas características, también sobresale su jocosidad al narrar entre sus páginas las cotidianidades que en aquel contexto acontecía. Hace mención, en referencia al continuo desorden político al “bandolerismo de sangre y fuego”. Comenta a Vicente Velásquez famoso bandolero en el valle de Comayagua alrededor de los años 1910. Con ello, no solo trata de explicar la “condición hondureña” desde los aspectos meramente políticos, entiende que la cultura y la “psicología nacional”, también determinan en el devenir de la historia.

El autor hace un esfuerzo en este último sentido por caracterizar al pueblo hondureño. Esta obra es importante ya que estudia a Honduras no solo desde una perspectiva oficial de la historia. Su esfuerzo por dimensionar lo hondureño lo llevan a brindar algunas características que creemos pertinente ponerlas en tela de juicio. Entre otras, trata de explicar la condición política del hondureño, sobrevalorando la constante inestabilidad política, sustentada por lo que él llama “una idiosincrasia bélica” de la mentalidad del hondureño. Así llama a esta como el “Gallo Galo” de Honduras, es decir, uno de sus principales elementos de identidad nacional.

Esta visión la comparte también desde una perspectiva histórica, deduciendo que Honduras es un pueblo de “tradición guerrera”. Fundamenta esta idea con los hechos y procesos del pasado. Menciona a Lempira y a la larga contienda política del siglo XIX y su época. Expone con cuidado los hechos últimos al centenario de la Independencia, la caída de Beltrán y el triunfo de López Gutiérrez.

Por otra parte, la obra en cuestión se nos presenta importante al mostrar a Honduras en un contexto global en lo que se refiere a autonomía política y económica. Su pensamiento, “combativo” promovió el antiimperialismo, considerando a Estados Unidos como “el pez grande que todavía no se come al pez chico”, en referencia a Hispanoamérica. Este carácter filosófico, que debe ser puesto bajo la lupa de la historia y el pensamiento actual, nos brinda esta visión generalizada de aquel contexto, marcado por un sentimiento generalizado por el antimperialismo y de unión centroamericana. El autor, que fue parte del movimiento por la unión centroamericana en 1921, no escapa de las visiones contextuales de su época. Pero su importancia radica en registrarlas y analizarlas como una forma de pensar el centenario de la Independencia.

Volviendo a su estilo y forma, entre sus líneas desarrolla un fuerte sentimiento de popularizar la escritura. Este autor escribió con muchos “decires” populares de aquella época, hoy algunos todavía vigentes. Sobresale en este sentido una visión popular de lo hondureño. Menciona que este “se daba él mismo con una piedra en los dientes”, refiriéndose al constante sufrimiento político-partidario del país. Pero también entiende a este como un pueblo inteligente y comprensivo. Atribuye sus desgracias al “exclusivismo de arrabal” o al “localismo mezquino”.

En otro espacio será interesante estudiar más a esta obra y su autor. Será necesario profundizar más su producción intelectual y el contexto en que se desarrolló. Sabemos muy poco de sus aspectos biográficos, por lo que será necesario una revisión documental exhaustiva. Considerando su labor no solo intelectual sino también legislativa, educativa y cultural.

Entre tanto, su hoy publicación y promoción desde la Comisión Nacional del Bicentenario de la mano de Grupo Terra, invita al ciudadano hondureño y extranjero a leer este libro con el especial objetivo de promover una constante crítica a la historia por el presente y un futuro mejor.

 

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