Humildad necesitará la próxima administración

MA
/
11 de enero de 2022
/
12:15 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Humildad necesitará la próxima administración

CARLOS MEDRANO
PERIODISTA
[email protected]

Durante mi carrera profesional he visto de todo, en relación con las personas que llegan al poder, pues me ha tocado verlos desde su faceta de “acabados”, modestos, sin mayor vanidad, sin dotes faraónicos y sin una inteligencia sobrenatural que los hace expertos en todos los temas, hasta “endiosados”, soberbios y provistos de una prosperidad que antes no tenían.

Llegan de sus pueblos al poder, en una buena parte, con una mano adelante y otra atrás, pero una vez alcanzan autoridad, su ignorancia –en su máxima expresión–, brota y se manifiesta en todas sus expresiones y su nueva manera de “vivir”.

Lo primero que hacen es tomarse la foto presidencial para ser impresa y puesta en todas las oficinas públicas, ong´s, cooperantes, pulperías y todos los lugares en donde se les ocurra a los aduladores y arrastrados que se “pegarán” como garrapatas en Casa Presidencial y Congreso.

Después empiezan a manejar el poder como si fuese una hacienda particular, nombrando a personas que no tienen nada que ver con la responsabilidad que les toca desempeñar y cuyo titulo más importante es ser “amigos del presidente” y que lucharon por tenerlo sentado en el Poder Ejecutivo.

Con una chequera inagotable, sin control, sin supervisión, sin la más mínima idea de cómo se saca adelante a un país, empiezan a crear programas, proyectos y una serie de inventos “estúpidos” que lo único que hacen es aumentar el elefantiásico aparato estatal convirtiéndolo en un monstruo enemigo de la inversión y del desarrollo.
Con secretarias, asistentes, jefe de seguridad personal, carros a cual más lujosos, helicópteros, aviones y bellas damas que les alegran la “dura carga y sacrificio” que les tocó desempeñar, las personas que llegan al poder en Honduras pierden el piso rápidamente, extravían su mente, sus principios –si es que alguna vez los tuvieron–, y empiezan a desvariar, a robar a manos llenas, sin pena ni pudor.

Frente a todas estas ventajas que el poder otorga a estos personajes que llegan a la primera magistratura, terminan creyéndose dioses, la palabra de ellos es la única que vale y se debe de respetar, pierden toda humildad, se imponen ante todo y aplastan a los disidentes.

El poder es maldito, cuando no se puede manejar, hace sucumbir al “más pintado”, hace traicionar a los amigos y familiares, ciega a la gente, nubla su raciocinio y deforma a quienes lo ostentan.
Ojalá que nuestra presidenta electa entre al poder con los principios cristianos como la piedra angular de su administración, que la humildad sea la característica fundamental de su mandato y que la austeridad sea una de sus principales virtudes.

Que las personas que trabajarán con ella entiendan que el servicio público debe ser un apostolado, que quite a todos esos miles de policías que cuidaban a una serie de “enfermos” funcionarios, inútiles e incapaces, que caminaban en el aire sin ver la pobreza en la que nos encontramos.

Que quite todos los privilegios a los ministros, que deje de alquilar vehículos de lujo, que controle la ayuda de la cooperación internacional, que les baje el salario a los titulares de instituciones centralizadas y descentralizadas, que elimine una serie de ministerios, juntas interventoras y dependencias creadas al olor de un trago de whisky o una “mafufiada” y que reduzca el tamaño del gobierno para que sea eficiente y efectivo en las determinaciones que se adopten.

Menuda tarea deshacer todos los entuertos dejados en un país empobrecido por inescrupulosos políticos cuyo legado es pobreza, mala imagen internacional y destrucción del estado de derecho e Institucionalidad.

Más de Columnistas
Lo Más Visto