Realismo político

MA
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11 de enero de 2022
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12:19 am
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Realismo político

Juan Ramón Martínez

No hay que engañarnos. La dificultad no se ha resuelto solo porque haya ganado la Alianza y el Partido Nacional, turbado y desorientado, empiece a vagar en el desierto de la oposición. Es ese un primer paso. Normal en el sistema democrático. Más bien, hay que aceptar, en forma objetiva que las dificultades más bien aumentarán, porque nunca antes, en la historia nacional, habíamos tenido enfrente una situación más grave y un reto mayor para que todos, sin excepción, reaccionemos positivamente, haciendo lo que corresponde.

Es normal, la alegría de los triunfadores y la tristeza de los que perdieron las elecciones. Como en todo, hay tiempo para celebrar y tiempo para lamentarnos. Pero lo más importante es, entender que las elecciones son relevo; pero las tareas están allí. Y el reto de los que ganaron es, hacer las cosas mejor que lo que hicieron los derrotados en las urnas. Es decir que ganar y perder son cuestiones aleatorias. Lo permanente e incluso cambiante, en dos direcciones, tanto positiva como negativa, es la realidad que como sociedad enfrentamos y que, si no atendemos con valentía, objetividad y talento, nos deparará lo mismo que hasta ahora: pobreza, indigencia, desprestigio e invisibilidad en el escenario internacional.

Por ello, más que seguir embriagados celebrando y haciendo tiros al aire, hay que entender el tamaño de los retos; y dentro del mayor realismo político, prepararnos, en forma consciente y deliberada, a hacer cada quien lo suyo. Políticamente los elegidos a gobernar de la mejor manera. Los opositores a hacer la oposición democrática que corresponde. Es decir a trabajar todos, evitando la comodidad de algunos –que los vimos durante la campaña electoral-– que sencillamente dan la espalda a la realidad. Y actúan como si aquí, todo estuviera bien. Y se sienten tan desligados de la realidad que, incluso se recuestan sobre la literatura oportunista, como elegante muestra de evasión. O de hacerse los importantes, para que los llamen a participar en la dirección de los problemas que nos agobian; y cuya tendencia está orientada a hacernos desaparecer.

Vale la pena hacer un resumen de la realidad. El problema más urgente no es la inseguridad; ni mucho menos el narcotráfico. Esos son resultados. Lo grave es un sistema económico enfermo, paralizado y de muy baja eficiencia. No somos competentes incluso para producir el maíz que consumimos y menos el arroz. Apenas, en algunos momentos, tenemos capacidad para ser autosuficientes en frijoles. La ganadería es ineficiente y poco tecnificada. Pero lo peor es que, nuestra agricultura depende de los inviernos, por lo que somos muy vulnerables, y las áreas bajo riego, no las estamos usando para aumentar nuestras exportaciones. Apenas son relevantes esas exportaciones en camarón, melón, sandías y vegetales orientales. Y en cultivos como café, no tenemos la suficiente mano de obra para recoger las cosechas y los cultivadores carecen de la disposición capitalista para acumular y reinvertir. Por ello, en los buenos años, gastan como emires árabes para en los malos, lamentarse y pedir la solidaridad de todos. En conclusión, somos una sociedad económicamente deficitaria. Gastamos más de lo que ganamos. Y como la distribución de lo poco que producimos, se hace en forma injusta, la desigualdad aumenta. Los ricos son muy ricos y los pobres, inmensamente pobres.

En segundo lugar, el problema más serio es la actitud colectiva. Mostramos una cultura dependiente que nos hace mucho daño. Los ricos y los pobres dependen del gobierno. Y este de los organismos internacionales que, aunque nos ayuden con préstamos condicionados, tenemos una estructura gubernamental incompetente: ENEE y Hondutel, son buenos ejemplos. De modo que necesitamos, para cambiar la actitud negativa, modificar el sistema educativo. La UNAH, no cumple con sus deberes; ni con la ley. Y, aun así, le damos la tarea de dirigir al sistema universitario, cuando necesitamos un Ministerio de Universidades para dinamizar al sistema de generación de ideas y cambio de actitudes que, nos orienten hacia la libertad.

Por ello, antes que creer que todo está resuelto porque ya se fue JOH, es necesario asumir el compromiso de trabajar en forma dedicada, ordenada y ejemplar. Cada uno en lo suyo. Y apoyando al equipo de la nueva gobernante para que hagan las cosas bien; y, pronto. Porque no tenemos tiempo. Apostar al fracaso de la Alianza, es dañar a Honduras.

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