La presidencia del Congreso Nacional

MA
/
12 de enero de 2022
/
01:08 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
La presidencia del Congreso Nacional

Rafael Jerez Moreno
Abogado

El tema más debatido después de que la elección presidencial quedó dilucidada. Todo se presta a la especulación, el escepticismo y los rumores. “¿Le cumplirá Xiomara a Nasralla? ¿a quién va a nominar Nasralla? ¿van a respetar el acuerdo los diputados de Libre?”, son algunas de las preguntas que se derivan de la discusión. Lo que la historia y la cultura política demuestran, es que esas decisiones las toman 3-4 personas. Todo ese lleva y trae entre simpatizantes queda en eso, la forma en que se produjo la alianza presidencial es un ejemplo de ello. Esta no es una crítica, sencillamente las negociaciones se producen así, pero es oportuno tenerlo claro para reducir la desinformación.

La dinámica puede cambiar un poco con la inclusión del Partido Salvador de Honduras (PSH) en la coalición de gobierno y algunos diputados del Partido Liberal que no comulgan con sus autoridades partidarias. La fragmentación de fuerzas obliga a dialogar con todos, pero hay que saber con quiénes negociar. Las formas importan. Hasta el momento, Luis Redondo es el nominado del acuerdo entre los liderazgos de Libre y el PSH, ese es el único hecho notorio, el resto estará por verse y negociarse.

Dicho esto, ¿por qué debemos interesarnos en quién va a asumir la presidencia del primer poder del Estado? El presidente del Congreso Nacional tiene atribuciones como el nombramiento de los diputados que integran las comisiones legislativas, establecer la agenda para las sesiones del pleno, la incorporación de diputaciones suplentes en el caso de la ausencia definitiva o temporal de un diputado propietario y la facultad de someter un asunto a votación cuando considere que está suficientemente discutido. De la teoría a la práctica, con estas atribuciones se ha puesto en agenda la destitución de magistrados, las Zedes, el Código Penal, la inmunidad parlamentaria, todo ello como parte del legado que dejan quienes no tuvieron más interés que acumular poder e impunidad y preparar el terreno para candidaturas presidenciales. En el Congreso no solo se aprueban leyes y se nombran autoridades de otras instituciones, también administran dinero con los fondos departamentales, que no es parte de la función parlamentaria pero que le sirvió a la Presidencia del Congreso para condicionar negociaciones políticas y estar en campaña política permanente.

La victoria del 28 de noviembre no se debió a un solo partido, hubo una confluencia de estructura partidaria, militantes y simpatizantes de diferentes partidos políticos y ciudadanos sin afiliación partidaria. La elección de la titularidad del Legislativo debe recaer en una persona que esté abierta a dialogar con todas las fuerzas partidarias, sin excepción, y de responder a las necesidades políticas del país y el papel que el Congreso puede jugar en cumplirlas. Esta es una oportunidad histórica de tener contrapesos complementarios y no subordinados el uno al otro. Atrás deben quedar las épocas en las que un partido controla todo.

El cargo requiere que su titular dedique sus esfuerzos en el período legislativo como un medio para democratizar el Congreso. Cualquier político piensa en el futuro, no se puede esperar menos, pero la coyuntura demanda de un liderazgo que piense en el presente, que es donde están las necesidades sociales y políticas de la nación.

Más de Columnistas
Lo Más Visto