Por: Mario E. Fumero
El gobierno electo por voluntad popular tendrá que enfrentarse a tres grandes retos durante su primer año de mandato, y, por lo tanto, necesitará nuestras oraciones de apoyo, ya que la situación mundial en estos momentos es difícil, máxime para los países del tercer mundo y endeudados, como Honduras.
El primer problema que tendrá que enfrentar el nuevo gobierno es la crisis económica originada por varios factores, entre los cuales está la catástrofe natural de los huracanes de noviembre de 2020. Además, hay otro huracán peor que el climático, originado por los seres humanos, y es el terrible flagelo de la corrupción, prevaleciente y creciente en los últimos 15 años. Por otro lado, la nación se enfrenta a un endeudamiento externo que disminuye los pocos recursos existentes para disminuir la pobreza, cayendo en una complicada crisis creada por la recesión económica, causada por la pandemia del covid 19.
El segundo problema que tendrá que enfrentar el nuevo gobierno es los peligros de la hambruna que se vislumbra, no sólo en Honduras, sino en todo el mundo, debido a varios factores como son los fenómenos naturales, la disminución de la producción, y los altos precios de la canasta básica, acompañada de un galopante desempleo lo cual aumenta la miseria a niveles superiores al 75% de la población. Hay que sumar a lo ya señalado, la falta de oportunidades laborales para una población mayormente joven, como es la hondureña.
El tercer factor, y el más grave ya que es la columna vertebral de la sociedad, tiene que ver con la crisis existente en una deficiente salud y educación pública. No podemos obviar que estamos siendo atacados por virus y bacterias que están socavando la vida de millones de personas y que, al gozar de una salud deficiente, y una pésima sanidad pública, la posibilidad de mortandad se convierte en una amenaza latente. Añadamos a lo anterior la falta de tener un pueblo bien educado. La Biblia nos habla del peligro de las epidemias y el hambre como señal de los últimos tiempos, tanto en Mateo capítulo 24:7 y en apocalipsis 6:8 se habla de esta realidad la cual tenemos delante de nuestros ojos.
No podemos prosperar si no aumentamos la producción y frenamos la corrupción, a fin de poder mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población que vive en suma pobreza. Así que la tarea para los nuevos gobernantes será ardua, y aunque la presidente Xiomara Castro quiera hacer todo lo que propone para mejorar el nivel económico de la población, tristemente se encontrará con un país quebrado, endeudado, empobrecido y desempleado, y estos problemas no se pueden resolver ni en un año, ni en 8 años, porque no existe una receta mágica.
Lo primero que tendrá que hacer el nuevo gobierno, principalmente el Poder Legislativo, es revisar todas las leyes proteccionistas y abusivas que se han hecho, a fin de establecer un orden jurídico que persuada a los delincuentes y corruptos a no seguir haciendo las atrocidades que en un pasado han hecho. No podemos esperar que por arte de magia el nuevo gobierno pueda curar una enfermedad endémica de un paciente que está en estado crítico, como es la economía nacional. Tristemente no se puede aumentar más los impuestos, porque Honduras es uno de los países de la región con la más alta carga fiscal. Tampoco deberá evadir su responsabilidad de aumentar el endeudamiento, pero sí puede reducir el sueldo a los grandes funcionarios, y buscar un equilibrio entre los que ganan una miseria, frente a aquellos que ganan una millonada, para que se haga realidad el consejo del apóstol Pablo cuando dijo en 2 Corintios 8:14 “que la abundancia de unos supla la escasez de otros, para que haya igualdad”.
Creo que alrededor de Xiomara Castro hay un grupo de personas muy capaces e inteligentes que le pueden asesorar para que de una forma sabia y prudente pueda conducir al país por nuevos derroteros, sabiendo que la recuperación económica no es fácil y que tomará tiempo debido a los daños causados por los fenómenos originados por los factores climáticos, la corrupción y la pandemia.
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