El peso de la Cruz

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16 de enero de 2022
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12:02 am
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El peso de la Cruz

La reelección es ilegal

Una conocida reflexión cristiana, nos cuenta de “un joven que ya no daba más con sus problemas. Cayó de rodillas, rezando, “Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada”. El señor, como siempre, acudió y le contestó, “Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras”. El joven suspiró aliviado. “Gracias, Señor” dijo, e hizo lo que le había dicho. Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba”.

“Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared. “Señor”, susurró, “quisiera esa que está allá”. Y el Señor contestó, “Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar”. Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, siempre es útil mirar a nuestro alrededor y ver las cosas con las que se enfrentan los demás. Verás que debes considerarte más afortunado de lo que te imaginas”.

¡Qué gran verdad! “usted no puede evitar que los problemas golpeen a su puerta. Pero no hay necesidad de ofrecerles una silla. A veces no se tiene el viento a favor, pero hay que seguir remando”. Al fin de cuentas, “No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte, es tu única opción”. Sin duda, “es de valientes sonreír mientras se está hecho pedazos por dentro”. Recuerda hermano, “que el fin del año no es ni un final ni un comienzo, sino una marcha, con toda la sabiduría que la experiencia puede inculcar en nosotros”.

Y que, “cada nuevo comienzo viene del final de algún otro comienzo. Por eso, “No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final”. Entonces, “cada día tu tiempo vale más, porque te queda menos. Por eso, no lo podemos perder en tonterías; sino vivir intensamente cada actividad, pues todo fluye. Todo está en movimiento y nada dura eternamente”. Como lo escuché en un mensaje sacerdotal, “… que nadie nos robe la esperanza, que nadie nos robe la fe, que nadie nos robe la alegría de vivir, que nadie nos robe la experiencia maravillosa de creer, de esperar, y sobre todo de amar”.

J.J. Pérez López
Barrio El Manchén
Tegucigalpa, M.D.C.

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