A MEDIO PALO

ZV
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17 de enero de 2022
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12:28 am
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A MEDIO PALO

OTRA caravana –informan las autoridades guatemaltecas– que ingresó por la frontera El Corinto, se queda a medio palo. Informan de allá que “ingresaron irregularmente y estudian si cumplen con los requerimientos migratorios o por el contrario tendrían que ser devueltos”. Los apuros que atraviesan estos, como otros cientos de miles de hondureños, se han convertido en noticia cotidiana que, a fuerza de hacerse costumbre, pocas olas levanta. Sin embargo, ese es el vía crucis conmovedor de tanto compatriota desamparado. Para cualquier político –ya no digamos el gobierno– debiese ser motivo de atención. La prioridad nacional, antes que nada, es dar empleo a ese montón de trabajadores que lo perdieron debido a la crisis ya existente y a la demoledora sacudida de la peste sanitaria. Esta pesadilla, lejos de terminar, persiste. Las variantes del virus han provocado un rebrote de los contagios y alarmas en todo el mundo.

Las empresas severamente golpeadas tuvieron que reducir sus costos de operación para honrar –haciendo de tripas corazón– el pago de las planillas quincenales. Esas cifras oficiales de crecimiento son espejismos. Como decíamos ayer. Parten de raseros incorrectos, ignorando la magnitud del estropicio sufrido. De todo lo perdido durante todo ese período de empeoramiento. La contracción de los mercados, la paralización de las transacciones comerciales, la ingrata cantidad de trabajadores que fueron a parar a la calle, el derrumbe de las finanzas de las grandes, medianas y pequeñas empresas, –salvo contadas excepciones que más bien espolearon el mercado durante la necesidad– la ruina de tantas actividades productivas, la merma en los ingresos familiares, entre otros males padecidos, acumulan una suma casi imposible de imaginar. La gente tuvo que recurrir a medidas desesperadas. Alquilar sus viviendas y sus instalaciones comerciales fracasadas para defenderse –sin consideración alguna de la municipalidad que siempre topó a los vecinos con los groseros cobros de los bienes inmuebles– sin clientes que quieran ocuparlos. Vender, a precios rematados, sus automóviles, sus haberes personales y sus bienes de toda una vida. La sobrevivencia exige medidas impensables. Otros han ido a engrosar esas caravanas fatídicas con rumbo a la “tierra prometida”. Atraviesan peligros imprevisibles, pasan todo tipo de calamidades –y si cruzan los regresan a esperar a refugios de mala muerte– allá en México. El gobierno, –pese a las cobas de AMLO– no tiene mayor sensibilidad a los apuros de migrantes centroamericanos ni a la suerte que corran sus vecinos del sur.

(Muestra del poco interés es que ni una vez ha salido a dar una cruzadita por estos lugares. Algún día, sin precisar cuándo, ha dicho –hay que confiar, como quien devotamente espera que bajen santos del cielo– buscará visitar estos pintorescos paisajes acabados del sur. Las 3 ocasiones que viajó fue a visitar al poderoso vecino del norte. En una ocasión a celebrar con Trump el nuevo tratado comercial donde el norteamericano, en detrimento de los intereses mexicanos, se cobraba la construcción del muro fronterizo. Ah, y el acuerdo de “tercer país seguro” bajo el alias de “esperar en México”. Recientemente –con la viveza de quien ve una gran oportunidad de financiar sus paupérrimas comunidades del sur, con los recursos ajenos– se encaramó a tuto del plan que Washington prometió al Triángulo Norte para enfrentar las causas raíz de los flujos migratorios. Gracias a la mexicana de CEPAL ahora capan los fondos, insertando en el plan proyectos para distribuir en las empobrecidas comunidades mexicanas). Pero retomando el tema que nos ocupa. Sacar de la calle a ese batallón de hondureños desocupados es perentorio. Y eso solo se logra con medidas que incentiven no que golpeen más la lesionada iniciativa privada. (El Sisimite conoce la dureza de vivir a la intemperie. Pero eso de quedarse en la calle, ni a palos, mejor no baja de la montaña).

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