Distracciones

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17 de enero de 2022
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12:03 am
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Distracciones

Por: Edmundo Orellana

Somos el país de la oportunidad porque, a diferencia de los demás de la región, nos encontramos en un proceso de transición que nos puede llevar, no a un cambio de gobierno, sino a un cambio de régimen.

El proceso discurre con altos y bajos, como es normal, especialmente, en una coalición, cuyos actores, con legítimo derecho, exigen participar activamente en posiciones relevantes en el nuevo gobierno.

Como es previsible, la presidencia de la junta directiva del Congreso es la primera prueba porque quien la asuma competirá en las próximas elecciones como candidato presidencial y, durante los próximos cuatro años, controlará los diputados ejerciendo las potestades que la ley orgánica de ese poder le confieren, en perjuicio de la representación popular que encarna el diputado. A propósito ninguno de los que se postulan como candidatos recuerda la promesa de reducir a un año la presidencia de la junta directiva y de derogar la ley orgánica del Poder Legislativo, vaticinando que seguiremos con las prácticas de siempre.

De esta primera prueba, se pasa a la elección de los titulares de la suprema y del MP, lo que ocupará la atención del público, destinando recursos financieros hacia aquellos difíciles de convencer.

El clamor de justicia por recuperar lo saqueado y castigar a los responsables será otro tema que ocupará la agenda política nacional, que no podrá resolverse hasta 2023, cuando cambien las autoridades del sistema de justicia, pero que perseguirá al nuevo gobierno hasta ese momento, distrayéndolo de sus quehaceres administrativos.

El Ejecutivo, por su parte, estará ocupado atendiendo las demandas de sus correligionarios, tanto de Libre como de PSH, para ocupar cargos en los diferentes niveles jerárquicos administrativos, lo que no resulta fácil, como resulta patente en la alcaldía de San Pedro Sula. Y si se trata de cargos protegidos por el régimen de Servicio Civil o el Código de Trabajo, habrá que considerar el tema de las indemnizaciones.

Mientras esto ocurre, los procesos administrativos se tornan lentos y las decisiones, eventualmente, se adoptan fuera de tiempo y de circunstancia.

En este contexto, el país demanda soluciones y cada sector cree que lo suyo es prioritario y privilegiado.

En estas circunstancias, todo es urgente y necesario. Porque la crisis que hereda JOH, junto a la histórica acumulada, demanda de esta nueva administración decisiones extraordinarias y de profundas repercusiones.

El auxilio internacional aparece aquí como una tabla de salvación para muchos de los problemas que inevitablemente enfrentará el gobierno, siempre que se destine a programas y proyectos, aunque no se descarta que se utilice en el pago de prestaciones, como siempre.

Por el momento, los gringos ofrecen apoyo para el sistema de justicia. Pero muy poco podrá cambiar si las prácticas del pasado siguen, nombrando los titulares de esos órganos atendiendo cuotas de partidos políticos.

Igualmente, muy poco se habrá avanzado si no se cumplen las propuestas de la coalición para mejorar nuestra democracia, nuestras instituciones republicanas y nuestra seguridad jurídica. En fin, si no se desmonta la estructura dictatorial legada por JOH, nada significará la intención del voto popular de cambiar radicalmente las cosas; igualmente, si no se derogan las leyes del pacto de impunidad.

Y qué decir de las ZEDE, en las que evidentemente el vecino del norte tiene mucho que decir, como también en el tema de la China Continental.

Graves y complejos problemas cuyo enfoque parece no tener la importancia que reconocieron durante la campaña. Bien, se dice que en la campaña cabe todo y en el gobierno solo lo conveniente. Atrapados en distracciones ignoran lo fundamental.

Corresponde a Libre y PSH cumplir con las promesas de campaña y es deber nuestro, de la oposición, advertirles de sus yerros y condenar sus excesos, lo que debemos cumplir a cabalidad para que gobiernen exitosamente el país, sin incurrir en las prácticas de siempre; para que no fracasen por estúpidos errores, digamos, con fuerza: ¡BASTA YA!

Y Ud., distinguido lector, ¿ya se decidió por el ¡BASTA YA!?

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