Lucha en el Congreso

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18 de enero de 2022
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12:47 am
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Lucha en el Congreso

Juan Ramón Martínez

Desde 1980, la elección del presidente del Congreso se volvió, importante y significativa. Podría creerse que fue producto de una mayor significación de este importante poder del Estado. Pero no fue así. Antes, el cargo era confiado a un incondicional del titular del Poder Ejecutivo, sin más intenciones que servirlo y demostrarle su lealtad. El mejor ejemplo lo dio Plutarco Muñoz Pineda. Pero desde 1980, en que, aparentemente se produjo una reducción del caudillismo tradicional, el cargo se transformó en una antesala para ocupar el Poder Ejecutivo. Efraín Bu Girón fue el primero que intentó usarlo. Carlos Montoya, en la administración de Azcona, anunció su interés en sucederlo. El primero que lo logró fue Carlos Flores, después de un pacto incumplido, sin embargo, con Carlos Reina que, al momento de la elección, quiso imponer a su hermano Jorge Arturo. Porfirio Lobo Sosa y Juan Orlando Hernández, lo usaron como trampolín para alcanzar la Presidencia de la República. Lobo Sosa fue tan complaciente con JOH, que antes de la toma de posesión le entregó la dirección de hecho del Ejecutivo. Pero Oliva, que no contó con el apoyo de JOH, no logró la candidatura.

Decimos lo anterior, para que no nos sorprendamos, con la duda que experimentamos la mayoría, sobre el cumplimiento del pacto contraído entre Salvador Nasralla y “Mel” Zelaya, en el sentido que el primero declinaba la candidatura presidencial de su partido, y se unía a la Alianza, a cambio de la titularidad para uno de los suyos, del Congreso Nacional. Los políticos hondureños, en forma mayoritaria, tienen dificultad para cumplir con sus compromisos. La ética política, como casi todo en Honduras, está de capa caída. De forma que, es obvio que el compromiso está en vilo y la candidatura de Luis Redondo -que fuera escogido por Nasralla-, en la aplicación de un hábil matiz que le diera Zelaya Rosales, en el sentido que Nasralla escogería; pero que los diputados votarían por la persona que creyeran fuese el más indicado para presidir el Congreso con lo que, fiel a su estilo de prometer y después, buscar la forma de salirse del compromiso contraído, dejó abierta la puerta para que, los diputados de Libre incumplieran la promesa, amparados en que ellos no habían sido consultados, como ha dicho Beatriz Valle, escandalosa, abierta y siempre dispuesta, a decir cosas que, otros no se atreven. Por razones relativamente conocidas.

La duda y la ansiedad consiguiente, sobre quién será el presidente del Congreso tiene mucho sentido, en un clima de crispación emocional como el que estamos viviendo. Porque no solo se trata del regreso de los defenestrados del 2009, que retornan con inevitable ánimo de venganza, sino que de protagonistas de dos partidos diferentes. Uno de los cuales tiene una personalidad, en donde las buenas formas de hacer política, no forman parte de su estilo. Incumplirle al correligionario es, manejable. Pero un incumplimiento a Nasralla y a sus diputados, puede tener resultados negativos para un gobierno que, pese a los resultados electorales, llegará al poder, en condiciones frágiles, dirigido por una persona que no tiene hasta ahora, el poder del partido suyo y porque el presidente de “Salvador de Honduras”, es un hombre irascible, inestable y emocionalmente incontrolable. Y, además, porque están dadas las condiciones para que la oposición, puede salirse con la suya, imponiendo a Luis Redondo o a alguien que no sea de Libre, como pretenden algunos sectarios que los hay en ese partido singular, posiblemente el más raro por su carácter patrimonial y familiar de la historia del país.

De forma que, en principio, creemos que le cumplirán a Nasralla la promesa pactada. Pero en caso contrario, tendremos dos alternativas: la primera de ellas es la oportunidad que el PN, si despierta de su sonambulismo, apoye a Redondo y lo hace presidente del Congreso, a cambio de una parte de la directiva del mismo, contando con el apoyo de la DC y PAC. La segunda es que Libre, coloque a Jorge Cálix y se rompa la Alianza, con lo cual, iniciaremos con un gobierno débil, atacado por una oposición rabiosa como acostumbra Nasralla. Por ello creemos que al final, contra su voluntad matrera, “Mel” Zelaya le cumplirá a Nasralla. Y que la crisis de la Alianza se postergará, por un tiempo por lo menos.

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