EL CORCOVEO

MA
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19 de enero de 2022
/
12:25 am
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EL CORCOVEO

COMO ya acabó la campaña electoral sin riendas para sofrenar el chúcaro animal, a los sufridos ciudadanos les toca aguantar el corcoveo. Una ringlera de sorpresivos zarpazos a la economía familiar. Pero también a la golpeada y maltrecha actividad productiva nacional. Los imparables incrementos de los precios en las bombas de gasolina. Que encarece todo lo que se mueve. Bueno, pensándolo bien, rectificamos; no de todo movimiento. Nada detiene –ni por el clima de mayor sosiego que debió haber habido después de conocidos los resultados electorales– el movimiento de la lengua viperina de bocones, que no dan tregua a la civilidad. Ni los dedos ocupados –rociando todo tipo de falacias por las redes– de muchos acomplejados adictos a sus aparatos digitales.

Pero retomando el tema de los incrementos del precio de los combustibles. La autoridad, como si diese una buena nueva, comunica que “el galón de gasolina superior se mantiene a 105.22 lempiras, la regular sigue a 98.18 lempiras y el galón de diésel a 87.81 lempiras”. ¿Se mantiene, dicen? Pero no se les ocurre que no es cosa de mantener algo que alcanzó los niveles inaccesibles a los que llegó? La explicación es que todo el combustible es importado y los precios altos son culpa del mercado internacional. Lo que nos lleva al otro porrazo. Los groseros recibos de la energía eléctrica que contienen incrementos desde el 50 al 100%. Así como es el sapo es la pedrada. Sobre este leñazo los encargados aducen que van a devolver a los abonados el monto de los subsidios dispuestos para el primer trimestre del año. ¿Y de dónde creen que sacan ese subsidio? Lo que no han dicho es la magnitud de la insolvencia de la empresa estatal. La ENEE parece no tener remedio. Lo que adeuda y los déficits que carga encima son el mayor dolor de cabeza de las finanzas públicas. Llevan años –refinanciando, reestructurando las jaranas, encaramándole más deuda encima, subrogando servicios, remendando pérdidas– queriendo enderezar el curso de algo que irremisiblemente pareciere encaminado al precipicio. No ha habido voluntad –en ninguna de las administraciones, presente y pasadas– de tomar las decisiones, como Dios manda, que podrían ser una solución a la crisis. Todo ha sido pantomima para ganar tiempo mientras la situación financiera de la institución lejos de mejorar empeora. Pusieron jefes, gerentes, comisionados, interventores, superministros que terminaron tirando la toalla.

¿Cuántos años llevan de lidiar con ese grave deterioro de la principal institución de servicio público convertida en la primera preocupación de los programas que negocian con el FMI? Solo hace falta que un día de estos regresen los temidos apagones. Por el desorden imperante, el activismo político, la galopante corrupción, el favoritismo, la prostitución del sistema con fuentes de energía carísima o inadecuadas, las malas decisiones, paulatinamente la ENEE ha colapsado. El otro y más reciente cobro que agregan a la lista es lo que costará de ahora en adelante el trámite de la licencia de conducir. (Por eso el Sisimite mejor anda a pincel. Después de todo, patas son las que le sobran).

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