Inserción de Morazán en la nueva agenda política

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21 de enero de 2022
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12:05 am
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Inserción de Morazán en la nueva agenda política

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Óscar Armando Valladares

Por invitación de Carlos Turcios hemos vuelto a la Casa de Morazán, abierta nuevamente con un agradable suceso de índole cultural: la presentación por su autora, Sara Elisa Rosales, del libro Muros y sueños, historias de vida -en cita presencial mayoritariamente femenina-, cuyas páginas recogen experiencias emotivas de migrantes viviendo a cómo se pueda en Estados Unidos. De la obra y la acuciosa narradora habrá pronta ocasión de comentar.

Mientras, comparto con el lector mi admiración por lo bien que lucen los salones del inmueble, depositario de reliquias, documentos y cuadros concernientes al histórico prócer unionista y a María Josefa Lastiri, su esposa y compañera en la cruzada que conmovió a Centroamérica. Lo dicho: en el ínterin del encierro pandémico, el amigo Turcios y el personal de confianza no descuidaron el lugar; diéronse al trabajo de reacomodar y embellecer los espacios físicos consagrados al “apóstol armado del pueblo” -como lo llamó Álvaro Contreras-, contrario, hay que dejar constancia de ello, a la actitud burlesca y menospreciativa del gabinete y del congreso cachurecos hacia la figura que, por algo, articuló estas palabras de restallante actualidad: “¡Hombres que habéis abusado de los derechos más sagrados del pueblo por un sórdido y mezquino interés, con vosotros hablo, enemigos de la independencia y la libertad!” En esa misma oportunidad, acogió la sentencia de Montesquieu: “Cuando los traidores a la patria ejercen los primeros destinos, el gobierno es opresor”.

En una de las paredes del icónico recinto, figura -en medio de otros cuadros- partes de la cita que sintetiza sus prendas fisonómicas y morales, según las ponderó -en 1841- el representante yanqui John L. Stephens: “Tendría Morazán por aquella época unos 45 años. Era de estatura más bien alta que baja -cinco pies, dos pulgadas-. Delgado. Usaba bigote, tenía una barba como de dos semanas… y la expresión de su rostro era suave y decididamente inteligente…”.

“Sus peores enemigos confiesan que Morazán era un modelo en sus relaciones privadas y, lo que ellos consideran una no pequeña alabanza, que no era sanguinario. Ahora él se encuentra caído y expatriado, probablemente para siempre y bajo pena de muerte si regresa. Todos los postrados adoradores de un sol naciente infaman su nombre y su memoria; pero yo verdaderamente creo, y sé que por mi aserción me acarrearé la indignación de todo el partido central: digo que verdaderamente creo que ellos han arrojado de sus playas al mejor hombre de Centroamérica”.

Veintidós meses permaneció en el destierro, después de lo cual Morazán puso proa a Costa Rica, donde sin ningún disparo concertó con su gente la deposición del gobierno opresor de Braulio Carrillo -otrora declarado mandamás perpetuo e inamovible-. Con el voto unánime de la Asamblea Constituyente, el general hondureño fue electo Jefe del Estado. A pedimento suyo, retornó a Costa Rica a la República de Centroamérica, como punto de inicio del proceso unionista que pensaba esta vez emprenderlo, no por la vía completamente fracasada del federalismo, sino al conjuro de la lucha armada revolucionaria. Más, al solo intento de “semejante empresa”, activó sus mecanismos la contraofensiva conservadora afín al poder inglés. Inmolado Morazán por el fusil enemigo, su causa no paró en el estercolero de lo inútil. Su legado es, simbólicamente, el laurel sin ocaso que uno de sus biógrafos, Miguel R. Ortega, infundió en las hojas de su vasta obra.

Al pronunciarse el pueblo en las urnas y demandar cambios reivindicatorios, ábrase la oportunidad de fortalecer -además de la Casa de Morazán- la memoria del ínclito hombre de Estado, cuyas efemérides -3 de octubre, 15 de septiembre- perdieron significancia en el calendario cívico nacional, por incumbencia de hereditarios enemigos suyos. Para dar principio, es tiempo de reformar el decreto creado bajo el mandato del General Carías que apareja la fecha celebratoria del natalicio de Morazán con la del “soldado hondureño” (que, pensándolo mejor, debería trasladarse justicieramente al día conmemorativo de las Fuerzas Armadas, 21 de octubre). ¡Que el repúblico y su abnegada mujer reciban los homenajes y exaltaciones que merecen, ahora que a la ciudadana presidenta le corresponderá satisfacer expectativas de ambos géneros!

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