Los diversos gremios que componen el sector cultural y de las artes, están, ahora mismo, en plena ebullición. Y no es para menos. El clamor generalizado es el de restituir la institucionalidad de la Secretaría de Cultura, al término de esta pesadilla de doce años, en que se la desnucó e invisibilizó. Para no desaparecerla del todo, se la dejó reducida a una Dirección Ejecutiva (?) de Cultura, Artes y Deportes.
Al gobierno de PP Lobo, le cupo el dudoso honor de dar el primer zarpazo, que luego fue consumado y rematado en los dos periodos de Juan Orlando Hernández.
El domingo 16 recién pasado de este mes, atendiendo una convocatoria de la Comisión de Transición del Gobierno, asistí a una asamblea en la que participamos representantes de los gremios de la música, la pintura, la escultura, el teatro, la literatura, el cine y la gestión cultural, en la que se debatieron las propuestas que deberán ser presentadas a la presidenta electa, la ciudadana Iris Xiomara Castro Sarmiento.
Hubo unanimidad en cuanto a la urgente necesidad de restituir la institucionalidad a la Secretaría de Cultura. Donde no se veía posibilidad de llegar a un acuerdo, era en cuanto a las ramas que debe abarcar la recuperada Secretaría de Cultura, la mesa coordinadora de la asamblea presentó una propuesta para que se le denomine Secretaría de las Culturas, las Artes, los Deportes y el Patrimonio Nacional. Otro sector de la asamblea, encabezado por el área de teatro, consideraba que la rama de deportes debería ser excluida de la nueva dependencia gubernamental.
Al día siguiente, en una reunión efectuada en la sala “Eliseo Pérez Cadalso” de la Universidad Pedagógica, se realizó la votación definitiva. Habiendo resultado triunfadora la propuesta de la mesa coordinadora. En lo personal, considero que los deportes deberían ser dirigidos por una dependencia especializada y excluirla de la Secretaría de Cultura.
Ahora bien. Qué es lo que viene a continuación. La presidenta Xiomara Castro, deberá escoger las personas que ocuparán los cargos principales de la Secretaría de Cultura. Se habló incluso, que esa escogencia no debería ocurrir de dedo, sino como el resultado de una evaluación objetiva de los perfiles de las personas más idóneas para ocuparlas, en base a su formación y experiencia, siguiendo un criterio de integración.
También se debatió la necesidad de integrar una comisión evaluadora de la situación actual de la institución que opera el ramo de cultura, para corregir lo que no se ha venido haciendo bien e impulsar una política cultural, de la que seguimos careciendo, que responda a las necesidades de nuestra población. Un dato preocupante que ya se conoce, es que la transferencia presupuestaria que se le hace es de 94 millones de lempiras, de los cuales 92 millones se gastan en el pago de planillas. ¡Vaya problema! ¿Y la racionalidad del gasto?
Por otra parte, se ha considerado la posibilidad de que cada rama del ministerio se convierta en un instituto especializado para cada área. Habrá que tener mucho cuidado en que la nueva Secretaría de Cultura no se convierta en un ente burocrático hipertrofiado, tampoco en un refugio para satisfacer el clientelismo político. Los artistas no necesitan empleos burocráticos. Lo que necesitan son condiciones adecuadas para poder desarrollar sus emprendimientos y creatividad; facilidades crediticias, espacios, capacitación, asistencia técnica, etc. Mucho de eso puede venir de la cooperación internacional y de los países amigos vía convenios de cooperación. También del sector privado, de las municipalidades y universidades. La consigna ahora debe ser: ¡TODOS POR LA CULTURA!
Tegucigalpa, M.D.C., 22 de enero de 2022
