Fantasma que se desgasta

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23 de enero de 2022
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12:01 am
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Fantasma que se desgasta

Clave de SOL:

Por: Segisfredo Infante

En “La República” de Platón, país imaginario en donde deben prevalecer las cuatro virtudes cardinales, esto es, la prudencia, el valor, la templanza y la justicia, a los poetas seguidores de Homero y de Hesíodo se les desestima, sobre todo a los comediantes antisocráticos, por atentar contra estas cuatro virtudes fundamentales que son como el estandarte vital de los guardianes filosóficos de la ciudad ideal, y de los habitantes mismos. Conviene recordar que dos siglos antes de Sócrates y Platón, la filosofía emergió, como disciplina general, en un acto de distanciamiento de la mitología poética con la cual se educaba a los niños, ajenos a todo saber científico.

Quizás por ello, el poeta Enrique Cardona Chapas, a pesar de la antiquísima teoría de las sombras, hubiese sido rechazado en el mundo estatal platónico. Pero hubiese recibido aplausos, veinticuatro siglos más tarde, en la república de los primeros filósofos existencialistas, y también de los posmodernos, por moverse en los territorios perpetuos del “Ser”, y flirtear con las teorías inestables del “No-Ser”. Aquí conviene recordar que el hondureño Cardona Chapas, además de poeta es articulista, lector impenitente de novelas y que, de cuando en cuando, escribe un ensayo.

En razón de lo anterior no vamos a poner en duda, en ningún momento, que el poeta Chapas ha leído y degustado, cuando menos, dos novelas de corte posmoderno: “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera, y “El caballero inexistente” de Ítalo Calvino. Esto se percibe o se siente en la atmósfera de sus poemas, en tanto que el personaje medieval de Calvino, parla y pelea en las batallas de cada día, aunque exhibe una estructura metálica externa, cuya voz humana hace pensar que por dentro de la armadura guerrera habita una sombra o un fantasma que corre el riesgo de desaparecer en el instante menos esperado. Sobre todo si al personaje, accidentalmente, le da por enamorarse o demostrar la posibilidad honorable de un imposible. Esto lo podemos pergeñar desde los siguientes versos de Cardona Chapas: “He sido un fantasma, // esperando ser llenado en toda su sombra”. (…) “Cada hombre libra esa batalla íntima de existir”. (…) “Abramos las ventanas// para que entren los fantasmas y nos amen”, y “Deja que entren los fantasmas// a morar lo inhabitable”. (…) Pues “algo habrá más allá de uno mismo, // más allá de los simples miedos// de la sombra humana que se desgasta”.

Todos al final nos desgastamos, pues por principio de cuentas “La realidad cansa”, y a veces el mundo nos presiona con demasiada realidad o impertinencia. Inclusive “El caballero inexistente”, que se mueve entre las sombras y la nada, también se desgasta y desvanece en el bosque, como si nunca hubiese existido. En este encuentro con las sombras platónicas, sensoriales o fantasmáticas, entra en juego, paradójicamente, el lado existencialista de la poesía reciente de Cardona Chapas, al grado que podríamos declararlo poeta existencialista en sí mismo. O para sí mismo.

Aunque conozco casi todo el recorrido intelectual del autor, desde que era un mozuelo de dieciséis años, me parece que con este poemario, el “Pájaro habitado”, de la “Editorial Efímera” de Salvador Madrid, comienza a consagrarse como poeta. O de repente se consagra en forma definitiva. Fue lo mismo que le expresé a José Luis Quesada, hace tantos años, cuando publicó “Sombra del blanco día”. Pero me gustaría, si fuere posible, evitar la repetición de los versos existencialistas de Cardona Chapas, en tanto que Yolany Martínez Hyde introduce un prólogo lindísimo dedicado al “Pájaro habitado”, que me ha dejado con pocas palabras en los labios y sin ganas de escribir, por el añejo temor de caer en tautologías. Al prólogo iluminado de Yolany Martínez se suma, como postfacio, un artículo deconstruccionista de Néstor Ulloa, y una contraportada de Denis Ávila, un joven poeta que conocí en Tegucigalpa durante sus primeros balbuceos literarios, y que ahora reside en Costa Rica.

Sin embargo, es improbable que se escape de nuestro radio de observación que Cardona Chapas por fin le ha entrado sin temor a cierta faceta de la filosofía, especialmente a la de autores existencialistas como Sören Kierkegaard. El pensamiento lógico e intuitivo relacionado con “la Nada”, como negación del “Ser”, aun cuando proviene de la Antigua Grecia, fue sistematizado por el filósofo francés Jean-Paul Sartre, existencialista por excelencia, y cuyo influjo ha recibido el poeta hondureño.

Pero lo que más deseo resaltar es que la poesía italiana, y mediterránea en general, ha calado en lo más hondo de nuestro poeta catracho, tanto en la técnica del verso como en la plasticidad del paisaje, al grado que en sus poemas se conjuga la visión interiorana de un escritor rural, con las vivencias de un poeta solitario que ha subsistido en Puerto Cortés a la manera del griego Konstantino Kavafis, en el puerto egipcio de Alejandría.

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