¿MADUREZ?

MA
/
25 de enero de 2022
/
12:25 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
¿MADUREZ?

EN alguna llamada de estos escritos –ponderando que el derecho de gobernar se gana en las urnas electorales y que es recomendable para la estabilidad política nacional evitar que los gobiernos, en términos generales, pasen enzarzados en conflictos– decíamos que aquí no hay suficiente madurez política para gobernar a la europea. Con ello se quiso sugerir que allá, en los sistemas parlamentarios, coexisten un jefe de Estado y un jefe de Gobierno. Para elegir el primer ministro –o canciller o presidente de gobierno– la formación política que gana la elección general debe negociar con otros grupos políticos afines o rivales, para formar gobierno. Si un partido en elecciones no obtiene en forma absoluta la cantidad de escaños necesarios para imponerse unilateralmente –lo que sucede con frecuencia– debe buscar apoyos de otras fuerzas políticas. El gobierno se arma en base a negociaciones y a la distribución de cargos en la asamblea –que es el único órgano escogido en elección directa– asientos en el consejo de ministros o gabinete y la repartición de otras instituciones públicas.

Los arreglos contemplan la aceptación de una minuta administrativa –compartir programas en los presupuestos que deben ser votados en el parlamento– como ensalada convenida de las distintas posturas y aspiraciones de las partes que han negociado. El líder del partido que saca mayoría en las elecciones generales tiene la opción de formar gobierno. Si cree que puede aglutinar un bloque que le asegure los votos necesarios en el parlamento, se somete al proceso. Aunque puede suceder que si no logra el respaldo necesario entren en juego otras posibilidades de coalición –incluso entre partidos que no obtuvieron la mayoría simple de sufragios– para la formación del gobierno. Corre un tiempo prudencial permitido para las negociaciones. Si al finalizar el ejercicio ninguna formación política logra los apoyos requeridos para hacer mayoría parlamentaria, se repiten las elecciones. La permanencia en el cargo del primer ministro depende no de períodos fijos sino de mantener incólume el respaldo de su propio partido y evitar perder la suma lograda en la coalición. Los votos de censura pueden tumbar un primer ministro, si de repente los números se dan vuelta. (Pero hasta para eso, para que se den vuelta, no sucede en base a un sectarismo a ultranza, ya que hasta en eso hay madurez). También, el jefe de Estado puede ordenar la disolución del parlamento y convocar a elecciones.

Así que cuando hablábamos de madurez política en las naciones europeas nos referíamos a esa facilidad de negociar, de llegar a consensos y de gobernar en coalición en base a metas y objetivos. Algunos gobiernos, como en Alemania, han gozado de estabilidad y los liderazgos sólidos –como durante la era de Merkel– han sido garantía de periodos largos de ejercicio del poder. Los primeros ministros deben conciliar y consensuar constantemente entre rivales ya que gobiernan en compañía de opositores. Se someten al debate parlamentario –casi como a una interpelación– a informar rutinariamente y a defender políticas y decisiones. En el Reino Unido el referéndum del Brexit que perdió el primer ministro, lo obligó a renunciar. Igual suerte corrió su sucesora cuando no pudo conseguir apoyo en el parlamento a su plan de salida de la Unión Europea. En España estuvieron varios años en interinato, repitiendo una y otra vez las elecciones generales. En Israel cayó Netanyahu pese a que su partido ganó las elecciones. Italia bate el récord. Ha tenido un nuevo mandatario cada 20 meses, 41 primeros ministros y 66 gobiernos durante los últimos 75 años. (¿Habrá aquí siquiera suficiente madurez de la clase política –se pregunta el Sisimite– de entender que hay que respetar la decisión popular de la elección y de anteponer el interés nacional al particular?).

Más de Editorial
Lo Más Visto