¿BICAMERAL?

MA
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26 de enero de 2022
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12:25 am
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¿BICAMERAL?

NO pueden quejarse. Este puede ser un remoto rincón del planeta, sin mayor importancia para otras partes del mundo, pero no aburrido. Los políticos no defraudan a la afición local ni cesan de asombrar a la preocupada comunidad internacional. Cuando se creía que el inobjetable resultado electoral daría una tregua de tranquilidad, no aguantaron la tentación de soliviantar la quieta atmósfera que se disfrutaba. No duró el armisticio ni siquiera hasta la toma de posesión. Bueno –rectificamos– ni tan quieta la atmósfera. Porque el odio propagado por los zombis, desde sus burbujas digitales, nunca se detuvo. Apenas cesaron los surtidores de odiosidad por unos instantes en las vísperas de la Nochebuena. Unas horas de sosiego para socializar con familiares y amistades cercanas, –hacer la apangada de platicar– sin verse las caras, con el rostro agachado, ni despegar los ojos, ni los dedos ocupados, de su tóxica adicción.

Una vez revisaron en la agenda que se aproximaba la elección de la junta directiva del Congreso Nacional, bastó una chispa de combustión para prenderle fuego al monte seco. Los invitados internacionales que asisten a acompañar a los hondureños a su celebración democrática, sin duda, –confundidos– se preguntarán: ¿Cómo es que aquí, en el despabilar de un mico, a falta de uno, terminaron con dos congresos? ¿O es que la Constitución hondureña –indagarán los que vienen de muy lejos–contempla un sistema legislativo bicameral? (Ve, allí, aparte de las tercerías o de las deposiciones, tienen una salida). Ello es como en Estados Unidos –con una cámara alta y una baja–, Argentina, Brasil, Chile, México, Haití, República Dominicana, Uruguay, Colombia, Paraguay. Canadá también tiene un parlamento bicameral, con un Senado y la Cámara de los Comunes. Ah, –pueden ilustrar los expertos que se pelean por ir a dar sus sesudos análisis a esos foros– es la inventiva de los políticos. Para eso sí son creativos. Así como la “cosa aquella” –el golpe– cuando se sacaron de la manga de la camisa la figura de “la sucesión constitucional” para darle volantín al gobernante. De esa aciaga experiencia –que ocasionó la suspensión, sin tocar tablita, de la OEA, aunque hoy el organismo hemisférico no haya cómo lidiar con Venezuela ni con Nicaragua– aprendieron otros países que más tarde dispusieron sacudirse al titular del poder Ejecutivo. Mejor un juicio político, o amenazar con el “impeachment”, para obligar la renuncia presidencial. Ese artilugio fue utilizado en Guatemala, Ecuador, Paraguay, Perú, Bolivia, y Brasil.

Toda esta vocación al espectáculo –sumada a las andadas maquiavélicas de las monarquías autoritarias que han dispuesto eternizar, sometiendo opositores, más por las malas que a las buenas– solo eran malabáricas prácticas en los países latinoamericanos. Hasta que se le antojó al POTUS republicano darle vuelta al resultado de la votación ventilando la campaña desde el Salón Oval –mientras turbas fanatizadas se tomaban el Capitolio intentando evitar la certificación oficial– que le “robaron las elecciones”. Retomando lo doméstico. Allí anda de correr la embajada queriendo insuflar sensatez a los políticos antes que llegue la vicepresidenta que encabeza la alta delegación que Washington manda a la toma de posesión. De momento, –mientras los bandos entablan pláticas a diestra y siniestra– hubo instalaciones paralelas de legislatura, en tanto el expectante auditorio se mantiene en vilo sobre lo que en las próximas horas pueda suceder. (El Sisimite sigue en vigilia, ya que de un momento a otro pudiese haber salida).

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