Por: Mario E. Fumero
Todos nos lamentamos la forma en que la ambición de poder de algunos diputados, ha desencadenado la división en el hemiciclo del Congreso de la nación, cuando al elegir su presidente provisional, para la transición hacia el nuevo gobierno encabezado por la presidenta Xiomara de Zelaya, y en el momento de la juramentación, los allí presentes llegando al extremo de convertir ese recinto parlamentario en un campo de batalla, mostrando una bajeza cultural y de ambición que desencadenó la división del Congreso.
Creo que todos los diputados deberían pensar en el bien de Honduras más que en posición y poder. Es imprescindible para el bien del país que los políticos entiendan que el factor detonante de la destrucción de una democracia es la ambición personal que lleva a la destrucción y nos conduce al caos. ¿Cómo lograríamos evitar que estas actitudes, que ponen en mal la democracia nacional, ocurran? Es ahí donde tenemos que reflexionar desde una la perspectiva ética y cristiana, para poder enfrentar el fenómeno del egoísmo y el deseo de poder que tristemente está latente en todos los seres humanos.
Las Sagradas Escrituras nos enseñan que el primer paso para encontrar la armonía, unidad y felicidad en común es no buscar lo nuestro (Filipenses 2:21) sino pensar en los demás. Esto envuelve despojarnos de nuestros deseos y forma de pensar, para buscar el bien común, pero tristemente parece que en la política no prevalece este concepto, más bien está latente todo el tiempo el deseo personal de poder, riquezas y bienestar, sacrificando así a toda la sociedad.
Tristemente el nuevo gobierno que se inaugurará inicia su período con un mal precedente, y lo ocurrido deja mucho que desear, dando un panorama internacional de mal sabor de boca, y además deja ver un sombrío panorama respecto a la gobernabilidad de la nación, que pone en serio peligro la salud de la frágil democracia hondureña.
Los buenos deseos de la presidenta Xiomara de Zelaya y sus planes de una solución a la crisis política que vive el país quedan en entredicho cuando apenas, al empezar el nuevo gobierno, se produce una la división en el más importante de los poderes del Estado como es el “Congreso de la nación” originándose una confrontación violenta. ¿No deberían los políticos buscar en el diálogo y la razón el bien común?
Como cristiano considero que estamos viviendo una situación de división que nos puede llevar a un futuro incierto y debemos de hacer un llamado para el diálogo, la tolerancia y la sabiduría a fin de no permitir que las ambiciones personales nos lleven a actitudes irracionales que conduzcan al país a la catástrofe, no permitiéndole a la presidenta electa ejecutar su plan de gobierno.
Lo ocurrido en el hemiciclo del Parlamento es una imagen vergonzosa, que demuestra una bajeza de cultura y una democracia que deja mucho que desear, dañando tremendamente la imagen nacional, y empañando un proceso electoral transparente y participativo. Es por ello que pido a los señores diputados y políticos, coherencia, y una chispa de sabiduría para buscar soluciones sabias que no sean radicales, y agudicen más la división ya existente desde hace tiempo, y la cual nos debilita en todos los aspectos de la vida nacional.
Si amamos a Honduras y amamos a Dios y al prójimo, tenemos que buscar soluciones coherentes, evitando la confrontación y no buscar lo mejor para mí, sino para el pueblo. Para ello tenemos que despojarnos del orgullo y soberbia y fin de actuar como seres civilizados, buscando soluciones que permitan la gobernabilidad y prosperidad.
Les recuerdo aquellas palabras de Jesucristo cuando afirmó en Lucas 11:17 “que todo reino dividido contra sí mismo es asolado: y una casa dividida contra sí misma, cae”. Así que pensadlo bien, porque está en juego el futuro de ocho millones de personas.
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