Maestro, aprendiz y estilo

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27 de enero de 2022
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12:05 am
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Maestro, aprendiz y estilo

Carolina Alduvín

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Carolina Alduvín

En 2009, vimos a un atrabancado promotor de un proceso llamado cuarta urna, con miras a cambiar la Constitución con el fin de reelegirse, su torpeza despertó oposición organizada en las calles y la aplicación de la drástica medida de retirarlo de su cargo, mediante una acción que los expertos siguen debatiendo su calificativo. Propició la división del partido que lo había encumbrado, armó el suyo y, se convirtió en el mejor activista del partido que ese mismo año llegó al poder. En los 12 años transcurridos, sin renunciar a su aspiración, observó y aprendió de otro gobernante mucho más urbano, hábil y metódico, lecciones sobre cómo debió haber actuado para evitar que lo sacaran en piyamas, cómo enfrentar críticas, exigencias, oposición, insultos, provocaciones, tentaciones y todo lo que enseña un librito titulado El Príncipe, sin tener que leerlo.

El gane en los recién pasados comicios era probable, pero no estaba seguro, al ser los márgenes diferenciales estrechos; hasta que en bandeja de plata le ofrecieron un caudal complementario nada despreciable, a cambio de una cuota de poder relativamente modesta, en relación a la gran ventaja de volver al poder. Un pacto que, de parte del ofertante no habría manera de revertir, pero facilísimo de incumplir, solo había que hallar la manera de que la burla pareciera debida a factores fuera del control del relajado deudor.

La negociación nunca lució acorde con los términos legales, las fisuras internas como pretexto o el simple incumplir era sencillo, pero acarrearía consecuencias; así que, a montar toda una farsa que les permitiera no lucir tan mal, a aplicar lo aprendido del maestro, a quien ya le había obsequiado una oposición dividida. ¿Por qué no aprovechar sus lecciones? Y poner su toque personal. Naturalmente, alguien tenía que hacerle el trabajo sucio, alguien capaz de cualquier cosa por poder, alguien capaz de cualquier bajeza por él, no tuvo que buscar mucho y, cada actor interpretó su parte del guion. Leer un comunicado denunciando traición, otros argumentando que la traición no ha sido tal, que un partido que gana no tiene que ceder nada, los burlados no dijeron ni ay, la patarata de la expulsión y todo lo necesario para que al público no le queden dudas, no importa cuán lejos haya que llegar con la simulación.

Aprendió que no siempre se puede cabildear y consensuar, muchas veces hay que sobornar, comprar, amedrentar o eliminar, de acuerdo al grado de resistencia; de modo que, sin importar cuánto lodo y vómito se hubiese arrojado en el pasado sobre los adversarios, hoy los “traidores” se aliaron a la banda de los 44, superando al maestro en el arte de cachurequear. ¿Reacciones adversas? Nunca faltan y son un riesgo calculado, todo se vale con tal de salirse con la suya, quienes prestaron su voto están decepcionados y juran no volver a pasarse de ingenuos; por su parte, el voto duro tampoco lo necesitará dentro de sus planes, que apuntan a cumplir su deuda con un muerto y adherirse al nefasto plan continental de la izquierda perpetuándose en forma totalitaria como gobierno, luego de haberlo alcanzado por la vía electoral.

La disidencia y las aspiraciones, se arreglan eliminando a quienes osen manifestarlas. Todo el control, todo el poder. Jugada magistral dicen algunos, supuestamente el conflicto generado por la existencia de 2 directivas paralelas, habrá de solventarse con una tercería leal al artífice. Si quien pactó con él no obtuvo lo prometido, ya sabe que el berrinche durará un par de semanas a lo sumo, luego de las cuales, seguirá con la utilitaria labor de mantener embrutecida a los espectadores de la tele, no interferirá en sus planes y se conformará con la posición decorativa con la que será registrado en los textos de historia. Deja como cohete quemado a quien por ambición asumió el trabajo sucio y sus consecuencias. De paso asegura que cuando se aburra de manipular todos los hilos, heredará la posición, el poder y los privilegios a su propia sangre.

Tiene a su disposición la catedral y las variadas capillitas en las posiciones que hagan falta, pantalla, retaguardia, flancos y exteriores, que bailan al son que les toque, alineadas, sumisas, fingiendo rebeldía y añorando otra posición en sus prioridades, bien manejadas, bien administradas. Es su toque personal, el maestro no recurre a tales construcciones en política, gran y caballerosa diferencia de estilo; pese a todo, el destino de Honduras no se avizora tan distinto, mientras se le olvide que las lealtades están con la población que dio y prestó los votos.

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