Xiomara Castro inicia una nueva era entre la esperanza y la reconciliación

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27 de enero de 2022
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05:30 am
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Xiomara Castro inicia una nueva era entre la esperanza y la reconciliación

La futura gobernante ganó los comicios contundentemente el 28 de noviembre del 2021.

Por Eris Gallegos

La primera presidenta en Honduras, Xiomara Castro, asume hoy con el reto de superar la pandemia, reactivar la economía y reconciliar a la familia hondureña dividida por convulsiones políticas en los últimos 12 años, a la que se le suma en este momento los dos congresos paralelos.

Con una carrera política forjada en las calles, a partir del golpe de Estado a su esposo, Manuel Zelaya Rosales, en 2009, su ascenso al poder marca el fin a 130 años de bipartidismo y escribe una inédita página en la historia política hondureña, al ser la primera mujer en el cargo.

La ceremonia de asunción está programada a las 9:00 de la mañana en el estadio Nacional, abierto al público bajo medidas de bioseguridad, con un programa cultural a cargo de artistas nacionales y extranjeros, entre ellos el cantante bachatero dominicano Héctor Acosta, más conocido como “El Torito”.

La lista de invitados se extiende a varios mandatarios de la región, entre ellos, el salvadoreño Nayib Bukele y el chileno electo Gabriel Boric, lo mismo que la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, el rey de España, Felipe VI; el canciller venezolano, Félix Plasencia y el cubano, Bruno Rodríguez.

Su llegada al poder está precedida de un abrumador triunfo en las elecciones del 28 de noviembre del 2021, cuando obtuvo 1.7 millones de sufragios, derrotando al partido oficialista (Nacional) del presidente Juan Orlando Hernández, quien no estará en el traspaso de mando.

Es también la primera mandataria de un partido etiquetado de izquierda desde la fundación del primer instituto político, el Liberal, en 1891, que, junto con el Nacional (1902), ambos conservadores, gobernaron el país desde entonces.

Los hondureños esperan un gobierno que frene los males sociales como las migraciones ilegales, el desempleo y la corrupción.

LUCHA POLÍTICA

Castro se postuló sin éxito por primera vez en 2013 con el Partido Libertad y Refundación (Libre), fundado por su esposo después del golpe de Estado, y quien toda su vida perteneció al Partido Liberal, con el que llegó al poder en el 2006.

De cara a los comicios del 2017, con las encuestas en contra y al frente de un partido caminando más al desaparecimiento que a la victoria, cedió su candidatura al popular presentador de televisión, Salvador Nasralla, bajo una alianza que no fue suficiente para detener la reelección, tras unos comicios tildados de fraude del presidente Hernández.

Para la justa electoral del 2021, los papeles se invirtieron con Castro al frente de una nueva alianza con Nasralla, quien se unió como uno de sus designados presidenciales (vicepresidente), declinando a su candidatura presidencial por el Partido Salvador de Honduras (PSH).

En esta alianza participó también el Partido Innovación y Unidad (PINU) representado por la popular diputada Doris Gutiérrez, entre los tres designados. En el camino se le unió de hecho, el candidato presidencial independiente Milton Benítez, un sociólogo con poco capital político pero enemigo a ultranza en las redes sociales del gobierno saliente.

La fórmula cosechó un abrumador triunfo frente al partido del presidente Hernández, esta vez, encabezado por el alcalde de Tegucigalpa, Nasry Asfura Zablah, conocido también como “Papi a la Orden” y sobre quien pesó más el desgaste y acusaciones de corrupción de su instituto político, tras 12 años en el poder, que su carismático desempeño por dos períodos en la municipalidad más importante del país.

Honduras ha vivido 12 años de inestabilidad política y de división en la familia hondureña.

GRANDES DESAFÍOS

A juicio de los expertos, la futura gobernante enfrenta como principales desafíos no defraudar a la gente, a la espera de respuestas rápidas, ya que no tiene trabajo, se debate entre la vida y la muerte por el COVID-19 y está migrando masiva e ilegalmente a Estados Unidos.

Hasta ahora, la crisis sanitaria acumula más de 10,400 fallecidos, casi 291 mil contagiados y más de 127 mil recuperados, según los últimos reportes oficiales.

Además, esta larga cuarentena causó, entre 2020 y 2021, la pérdida de casi medio millón de empleos y sumió al país en la recesión, con una inflación del 6 por ciento y una deuda externa superior a los 11 mil millones de dólares (más de 264 mil millones de lempiras), esto es, casi el 80 por ciento del presupuesto nacional y más del 70 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

LUCHA INCLAUDICABLE

Fuera del papel de primera dama que ejerció entre 2006 al 2009, Castro, de 62 años, siempre estuvo relegada a los quehares del hogar desde que se casó a los 18 años con el expresidente Zelaya en 1978 y con quien procreó cuatro hijos: Héctor, Zoe, José Manuel Jr., y Hortensia, conocida como ‘La Pichu’, y diputada electa en estos comicios.

Tanto ella y más su esposo provienen de familias acomodadas -terratenientes y hacendados de Olancho (región centro oriente del país)- con ideas liberales tiradas ahora a la izquierda moderada, a partir de su lucha personal en las calles después que defenestraron a su marido.

Fue en este tramo de su vida cuando la mujer acostumbrada al papel decorativo de primera dama sacó a flote su carácter inclaudable platándole cara a la rancia oligarquía del país y a los retenes militares que intentaron detenerla en sus multitudinarias marchas del Frente Nacional de Resistencia Popular (FRNP), germen de Libre, reclamando el retorno del orden constitucional.

En sus campañas, Castro siempre ha insistido en la idea de refundar el país, comenzando por la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, para redactar una nueva Constitución, condenando al mismo tiempo las injerencias de los Estados Unidos, el saqueo del país por élites, corruptos nacionales y extranjeros y alentando la intervención del Estado en el libre mercado.

Estas ideas mantienen en incertidumbre a sectores conservadores y al empresariado nacional, sobre la posibilidad de un giro al socialismo semejante al chavismo venezolano, el faro político y financiero de Libre en estos 12 años de lucha.

No obstante, sus asesores aseguran que van a gobernar sin ideologías políticas, buscando el máximo beneficio para todos y la reconciliación de la familia hondureña.

El mismo expresidente Zelaya ha dicho que estarán muy cerca de Washington en razón de lo cual se explica la presencia en la toma de posesión de la flamante vicepresidenta de la nación más poderosa del planeta.

La presidenta electa llega al poder tras 12 años de lucha callejera al frente del Partido Libertad y Refundación.

RETOS GIGANTESCOS

Para afianzar la tranquilidad de estos sectores, la Presidenta integró desde el mismo día de su triunfo una comisión de transición para preparar el documento base de sus políticas de los primeros 100 días de gobierno.

En esta comisión están los economistas Hugo Noé Pino, Marcio Sierra Discua y Rebeca Santos, exfuncionarios de su esposo y su hijo, Héctor Manuel, como coordinador general, asistido por su hermano José Manuel Jr., en el futuro gobierno, al que se suma su cuñado, Carlos Zelaya, jefe de la bancada de Libre en el Congreso Nacional.

Como tareas principales del nuevo gobierno, el equipo de transición ha anunciado una fuerte reducción al gasto público, renegociación del pago de la deuda externa, revisión de las concesiones privadas, la instalación de una misión internacional anticorrupción y un paquete de reformas legislativas comenzando con el Código Penal y la aplicación del plebiscito y referéndum.

La comisión se ha reunido además con una treintena de organizaciones de la sociedad civil recogiendo sus principales propuestas, que van desde el retorno a clases presenciales a partir del 1 de febrero, empleo, derechos humanos, migración, salud, vivienda, transporte y combate a la corrupción.

GABINETE, CONGRESO Y JOH

La gobernabilidad en general, ha insistido el equipo técnico, pasa también por llevar a la cárcel a los funcionarios de la administración saliente envueltos en casos de corrupción, como la compra de los hospitales móviles y el Seguro Social.

La nueva gobernante, que sigue sin anunciar los nombres de su gabinete y ministros claves, tendrá como presidente del fragmentado Congreso hondureño a Luis Redondo al que ha reconocido y no al que integra de manera paralela, pero con los 79 de los 128 legisladores propietarios, Jorge Cálix, disidente de Libre junto a 17 compañeros más.

Castro recibirá la banda presidencial de Redondo, ya que el presidente Hernández ha declinado asistir a la toma de posesión, rompiendo un protocolo desde 1981, cuando regresaron los gobiernos civiles.

Previo a los actos en el estadio, Iris Xiomara Castro Sarmiento, visitará la basílica de Suyapa y después se dirigirá al recinto deportivo, donde será investida como la presidenta número 69 del país desde la independencia en 1821.

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