Invasión de tierras en Bajo Aguán es un acto delincuencial con la venia de las autoridades
Por: Carlos Medrano
Periodista
Un país en donde un empresario que ha invertido sus recursos para hacer productiva sus tierras y un grupo de delincuentes se apodera de su patrimonio, ante la vista y paciencia de quienes deben de mantener el orden y el imperio de la ley, es un país sin futuro, sin norte, sin posibilidades de prosperar.
Y es por una sencilla razón, es un país en donde existe inseguridad jurídica, piedra angular de todo Estado de derecho, por lo tanto, la inversión nacional y extranjera no arriesga sus capitales, no desarrolla la tierra, no crea riqueza ni trabajo.
Durante muchos años, ante la vista y paciencia de las autoridades policiales, Fuerzas Armadas y Fiscalía de la República, grupos delincuenciales se han apoderado de manera ilegal de productivas fincas de palma africana, bajo el pretexto de la reivindicación social de campesinos que no tienen tierras.
Dicha displicencia de las autoridades ha motivado para que diferentes dizque organizaciones campesinas o grupos sociales, con la mayor impunidad del caso, procedan a tomarse productivas fincas en el Bajo Aguán, generando violencia y crisis en la zona.
Ojo, no se toman tierras improductivas, dominios abandonados o montañas a las que hay que meterle mano fuerte, para hacerlas producir, se apoderan de fincas ya organizadas y productivas que se encuentran indefensas ante la decisión gubernamental de decretar un desarme general en la zona.
Aprovechando el incremento de precios por la fruta generada por la palma africana, una red de malhechores se toman una finca, bajan la fruta y la venden a compinches que participan activamente en esta actividad facinerosa y delictiva.
De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Ganadería, en Honduras existen aproximadamente 190 mil hectáreas sembradas de palma africana, pero datos de productores establecen que existen más de 96 mil hectáreas en plena producción, exportando unas 120 mil toneladas métricas de aceite.
La producción de palma africana se concentra en Atlántida, Colón, Cortés y Yoro, conformándose una cadena agroalimentaria conformada por aproximadamente unos 7,300 productores, 10 intermediarios, 11 extractoras, 4 refinadoras, 3 distribuidoras y 9 exportadoras.
La producción de aceite es usada para la fabricación de margarinas, grasas, aceites comestibles y jabones, pero tiene potencial para la elaboración de biocombustibles, en este caso para biodiesel.
El cultivo de palma africana se ubica entre los 5 primeros rubros de exportación de Honduras y mueve importantes inversiones, genera casi 107,000 empleos directos a nivel nacional e impulsa el desarrollo agropecuario del país.
Hondupalma, Unilever y Clover Brand son empresas que comercializan productos del aceite de palma como margarina, manteca, aceite doméstico, jabón y aceite crudo, este último se exporta a México, Nicaragua y Venezuela en su mayoría.
Todo este movimiento económico que genera esta importante industria está en inminente peligro, todo por culpa de nuestras autoridades civiles, policiales y militares, quienes se hacen de la “vista gorda” con las actividades irregulares de estos grupos irregulares.
Porque no actúan los militares, que tanto apoyo les ha dado el pueblo hondureño, así como la Fiscalía que debió meter en la cárcel a muchos instigadores, invasores de oficio, o facinerosos que frene esta actividad delictiva que ahuyenta la inversión nacional y extranjera.
Si la nueva presidente quiere generar trabajo masivo, le doy un consejo directo, use la mano dura en contra de estos grupos delincuenciales y muchas empresas procederán a invertir y generar empleo en un país que necesita imponer el Estado de derecho y la seguridad jurídica.
