El respeto comienza en casa

ZV
/
30 de enero de 2022
/
12:03 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
El respeto comienza en casa

Por: Mario E. Fumero

Tratar de cambiar a una sociedad con malos hábitos, y costumbres aferradas a vicios del pasado no es nada fácil. Es por ello que existe un refrán que bien se adapta a lo que queremos decir: “No se puede dar lo que no se tiene o se recibe” y es respaldado por un pensamiento bíblico, cundo el Señor Jesús afirmó que “Por multiplicarse la maldad, el amor de mucho se enfriaría” (Mat. 24:12).

El respeto es una de las cualidades más deficientes en nuestra sociedad moderna. Nadie respeta a nadie. Todo el mundo va “por libre” y nuestra civilización se parece muy bien a aquella relatada en el libro de los Jueces, cuando afirmaba que “al no haber rey, cada cual hacía lo que bien la parecía” (Jueces 21:25) y esto condujo al pueblo de Israel a un anarquismo que desencadenó violencia, guerra y la desintegración del reino al ser llevado cautivo por otras naciones.

Si queremos salvar nuestros valores familiares y sociales, el primer paso que tenemos que dar es establecer una autoridad que a su vez se sujete al orden establecido por Dios. No se puede esperar que haya respeto hacia arriba si los que están arriba no tienen respeto hacia los que están debajo. Si el orden de autoridad falla, las consecuencias de que haya violencia y rebeliones son impredecibles. Si los que tienen mucho oprimen al que no tiene nada, el colapso aparecerá. Los desniveles sociales y el abuso de autoridad traen graves consecuencias. Cuando hay una desobediencia continua a la ley y se burla constantemente, aparece como fruto la corrupción y esta resquebrajará las estructuras sociales de nuestra nación, como le ocurrió a Israel en los tiempos bíblicos. Sin temor, ni respeto, ni valores, estamos expuestos a la violencia social, inseguridad y pérdida de nuestra identidad.

Hay muchas cosas pequeñas que representan factores de grandes riesgos respecto al orden, y de esto tenemos que ser muy cuidadosos. Los que tienen que guardar el orden deben ser los primeros en andar en orden. Y para que vean como andamos en este aspecto os relataré una experiencia personal. El otro día viajaba hacia el Aeropuerto, y detrás de mí venía una patrulla de la Policía con el numero 01, llevando en la paila madera y objetos como de una casa. Dentro iban cuatro agentes y una muchacha. De pronto pusieron la sirena insistentemente, y les cedí el paso… y así iban, sabe Dios a qué misión personal se dirigían. Yo me puse a pensar en el abuso que los agentes de la Policía hacen de las luces y las sirenas de emergencia para cosas fatuas, y no solamente la Policía, también las ambulancias, que yendo sin misión hacen lo mismo. Es triste ver como por cualquier motivo hacen sonar las sirenas, aun para llegar a tiempo a comer a un restaurante. Los conductores al ver tal actitud de irrespeto a las normas de emergencia, que regulan el uso de luces y sirenas para casos puntuales de emergencia (persecución, detención, traslado de heridos, etc.), llegan a no darle importancia a las mismas, y ¿qué ocurre? Que cuando de verdad se usa para una real emergencia, nadie se mueve pensando “estos están siempre jugando son la sirena” y los conductores no hacen nada por buscar ceder el paso, trayendo consecuencias mortales en algunos casos cuando llevan heridos graves o de verdad van en persecuciones de delincuente serios.

¿Qué podemos hacer para que haya respeto a las normas de emergencia? Educar al pueblo entre los llamados de emergencia, pero no solo hay que educar, sino exigirle a los que tienen que usar esas alarmas que sean coherentes con las mismas, y no abusar, limitando su uso solo y exclusivamente en casos de extrema emergencia. Si queremos que haya respecto debemos ser firmes en las normas, fieles en las prácticas y constantes en la formación, pero sobre todo coherentes entre el orden establecido, y sujetarse al mismo.

Cuando los hijos se enfrentan a padres contradictorios entre lo que dicen y hacen, se forja en ello una frustración que desencadena rebeldía. Lo mismo pasa en la sociedad y en la escuela. Cuando los que establecen la ley no las cumplen, están sembrando en tierra falsa, y todo lo que hoy demanden de otros, mañana se lo exigirán a ellos, a esto llamamos la “ley de la siembra y la cosecha”.

Un día un importante congresista de los Estados Unidos fue detenido por un policía de carretera por ir a exceso de velocidad. Este fue interpelado por el policía para que le diese los documentos, ya que había sobrepasado los límites de velocidad en 20 millas y le iba a extender una esquela. Este congresista y político importante se identificó como miembro del Congreso alegando inmunidad, pero el agente le replicó “quizás usted no pagará la multa por ser influyente, pero mi deber es hacer cumplir la ley, y aunque fuese mi padre, tengo que cumplir con mi deber y le daré la esquela”. Tiempo después este senador llegó a ser presidente de los Estados Unidos y buscó a ese agente que le puso la multa para confiarle un puesto de suma importancia en su gabinete, alegando que “cuando hay hombre que saben cumplir su deber, la sociedad recibe confianza en su sistema”. Jesús aconsejó que seamos fieles en todo, por lo que no dejemos pasar ni una “j” y ni una “tilde”, enfatizando la importancia que tiene aceptar y vivir en el orden dado, sin alterar el mismo para proteger mis propios intereses. Si queremos respecto, solo hay un camino “respetemos nosotros para que seamos respetado”.

[email protected]
www.contralaapostasia.com

Más de Columnistas
Lo Más Visto