La Mosquitia, otras alternativas son posibles

ZV
/
30 de enero de 2022
/
12:27 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
La Mosquitia, otras alternativas son posibles

Rubén Darío Paz*

Al examinar la producción bibliográfica de las últimas décadas, sobre los pueblos culturalmente diferenciados en nuestro país, vemos que los estudios en profundidad no son abundantes, salvo esporádicas publicaciones que es importante valorarlas, tanto que algunas se han convertido en referentes, para conocer la problemática étnica del país.

La edición de libros, memorias, documentales, audiovisuales e informes, son exiguos. Cuando se trata de La Mosquitia hondureña y sus habitantes lo que más se difunden son noticias periodísticas, algunas relacionadas con la trascendencia de la Reserva del Río Plátano como parte del Patrimonio Mundial de la Humanidad, otras por las actividades ilícitas que se llevan a cabo en dicha región y que no siempre son dirigidas por misquitos.

La Mosquitia, es una región de belleza natural inimaginable y un lugar donde conviven diversos grupos étnicos, soportes de una amplia riqueza cultural. La región en referencia ha estado ausente desde las políticas del desarrollo nacional, aunque Honduras ratificó el Convenio 169 de la Organización Mundial del Trabajo, tratado que establece el reconocimiento y los derechos de los pueblos indígenas y tribales del mundo.

Para esta ratificación, incidieron de manera significativa, las exigencias de los grupos étnicos debidamente organizados, más las presiones de los organismos extranjeros. El Convenio 169 se acató a nivel estatal pero no se ha cumplido, de ahí que los conflictos de aparente convivencia tarde o temprano van a detonar.

La indiferencia se refleja, desde el hecho que el Estado hondureño, carece de datos precisos de cuántos indígenas y negros cohabitan el territorio hondureño, los censos y proyecciones entre entidades gubernamentales son indeterminadas.

Es favorable señalar que en Honduras cohabitan, Tawahkas, Pech, Tolupanes, Lencas, Chortí, Negros Creoles, Misquitos y Garífunas. El grupo culturalmente diferenciado con mayor población son los garífunas, a estos le siguen los lencas, que antropólogos y lingüistas los enmarcan en la categoría actual de campesinos de ascendencia lenca, la misma categoría se ha venido utilizando para definir a los Chortí.

Los Lencas, ocuparon la mayor parte del territorio de la Honduras colonial, perdieron su lengua materna en los años finales del siglo XIX, más por la imposición del español desde el Estado. Algunos especialistas sostienen “que aún para las tres primeras décadas del siglo XX, se encontraban hablantes esporádicos de la lengua en mención”. Afortunadamente persiste una cantidad de términos toponímicos, con mayor énfasis en los departamentos que conforman el Occidente hondureño, más un valioso remanente cultural desde su vida cotidiana, que podrían valorarse, mejor si con el acompañamiento de expertos.

El grupo étnico, del tercer lugar por su número poblacional lo constituyen los misquitos, alcanzan más de 55,000 habitantes. Las etnias restantes presentan índices menores, incluso en el caso extremo de los Tawahkas, presentan un alto riesgo de decadencia, según lo constatan los últimos estudios antropológicos que se han realizado, al presente subsisten un poco más de novecientos. Esta etnia, aun siendo minoritaria, mantiene nexos constantes con los misquitos y los ladinos de la región. Esas relaciones de avenencia, adaptación y resistencia al medio, les ha permitido, aprender las lenguas de los vecinos y practicar naturalmente su lengua materna, que al igual que a “la lengua Misquita, pertenecen al tronco Misumalpa.

La Mosquitia: territorio en forcejeo
Las primeras referencias bibliográficas sobre la extensa región de La Mosquitia hondureña, están ligadas a los amplios dominios que la corona española, tenía en América. Pese al inflexible control que ejercían las autoridades coloniales, los territorios comprendidos en La Mosquitia, honduro-nicaragüense, siempre estuvieron en disputa. España no ejerció en la práctica el poder oportuno. Piratas, corsarios y comerciantes ingleses, llegaron sin previa invitación, incluso se sabe que fueron ellos, los que a “finales del siglo XVIII, los que controlaron el comercio y el tráfico ilegal de animales exóticos en la región. Existe documentación donde se constata que los ingleses entronizaron “reyes moscos”.

El origen de la etnia se pierde en la historia
Los misquitos mismos y varios investigadores consideran que ellos siempre han sido misquitos. En varias publicaciones se sostiene “Los Misquitos son un pueblo que surgió de la mixtura de sumu con africanos que escaparon de un barco portugués de esclavos que naufragó al sur del Cabo Gracias a Dios. (Newson 1992, Conzemius 1932, Herranz 1996). Linda Newson, destacada demógrafo inglés, afirma que no existen referencias sobre “Los Misquitos, y que, al parecer, estos emergieron durante el siglo XVII”. La referencia más temprana sobre los misquitos, según Newson, la hace Esquemelin quien, 1672, observó que formaban una pequeña nación de 1,600 a 1,700 habitantes. Cualquiera que sea el origen, según señala el antropólogo Ramón D. Rivas, “los misquitos de hoy, advierten un proceso de contacto con el mundo exterior”. Actualmente la etnia Misquita, comparte su territorio de casi, 17,000 kilómetros, (un poco menos que el Estado de Kuwait) y conviven con otros grupos como los Pech, Garífunas, Tawahkas y Ladinos. De toda la población existente en la zona, son los misquitos los que alcanzan más del 90% de ocupación. Aún con estas cifras la media de habitantes en la región apenas alcanza un 3.2% por kilómetro cuadrado.

La Mosquitia una región con características especiales
Una vez que las provincias centroamericanas, lograron la independencia de la corona española, en 1821. Largos períodos de guerras civiles e inestabilidad marcaron el rumbo de las nuevas naciones. Estas luchas entorpecieron los avances políticos del área y se convirtieron en un obstáculo para el incipiente desarrollo de cada país.

En años seguidos, los intentos de potencias foráneas (Estados Unidos e Inglaterra) por controlar nuevamente el área no se hicieron esperar, se intentó construir un canal interoceánico utilizando como base el territorio nicaragüense, luego se repartieron préstamos para construir un ferrocarril que atravesaría en forma casi longitudinal el territorio hondureño, ninguno de los proyectos se ejecutó y tampoco incluían al vasto territorio misquito, comprendido entre Honduras y Nicaragua.

Más tarde al efectuarse en Honduras, el proyecto de Reforma Liberal de 1876, se notaron avances significativos en gran parte del territorio nacional. Pero, integrar la región de La Mosquitia nunca fue primacía para ningún gobernante. La geografía, complicada de la región impidió en parte su inserción, pero más, el desconocimiento sobre las potencialidades y sus gentes existentes en los mencionados territorios. Sin embargo y de manera anticipada, el territorio misquito, apareció en tratados fronterizos, como punto con Nicaragua.

Casi al concluir el siglo XIX, las pretensiones de varios gobernantes nicaragüenses sobre La Mosquitia se acentuaron. Apoderarse de tan vastos y ricos territorios era prioritario para el colindante país, y por cierto fue motivo de exaltados litigios, que amenazaron en su momento la estabilidad de ambas naciones. Aún con las insistentes pretensiones de Nicaragua, el Estado hondureño, no ejercía el control en la región.

Importante es destacar el hecho, de que algunos intelectuales, formados en diversos campos, incluían en sus textos escolares, breves descripciones sobre La Mosquitia, tentativa de ello es que, en un libro sobre geografía hondureña escrito por don Luis Landa y publicado en 1904, se hicieron referencias sobre los recursos naturales en La Mosquitia.

Durante las primeras décadas del siglo XX, se realizaron varias expediciones a la zona. Destaca por sus notables resultados la del investigador Jesús Aguilar Paz, quien recorrió el territorio y recolectó un sinnúmero de elementos culturales y llevó a cabo quizás la mejor descripción geográfica de La Mosquitia, de ese entonces.

Luego, para la segunda mitad del mismo siglo, se desató una guerra infructuosa entre Honduras y Nicaragua, y por fin un arbitraje del rey Alfonso XIII, Rey de España, fue quien puso solución al conflicto fronterizo entre ambos países. A partir de ese entonces, una junta militar de gobierno, creó en febrero de 1957 el Departamento de Gracias a Dios. Si bien se creó un nuevo departamento, al momento de configurar la nomenclatura municipal, se siguieron criterios ajenos a la cultura misquita.

La Mosquitia, amplia paleta cultural, escasamente valorada
En las últimas décadas el contexto latinoamericano en relación a las etnias, han experimentado cambios significativos. En algunos países se establecieron desde el interior de las mismas etnias, organizaciones de resistencia popular, se crearon programas de educación intercultural, se instituyeron rubros productivos y se fortalecieron estrategias de autogestión. En el caso hondureño, y especialmente en La Mosquitia los avances, han resultado atenuantes. Entre los años 94-98, en Honduras se llevó a cabo una serie de manifestaciones, conocidas como peregrinaciones indígenas.

Las incipientes organizaciones indígenas en compañía de otros sectores populares, se movilizaron hacia la ciudad capital, para protestar y exigir una serie de demandas sociales. Las etnias que más acto de presencia hicieron en la ciudad capital, fueron Lencas y Garífunas, en parte por las facilidades de movilización. Los misquitos en menor número y con mayor dificultad llegaron a Tegucigalpa. Después de una serie de encontronazos y negociaciones con los entes representantes del Estado, unos leves proyectos se echaron a andar.

Las protestas sirvieron al menos, para que algunos sectores de la sociedad hondureña, se enteraran de la existencia y deplorables condiciones de vida, existentes en el interior de las poblaciones indígenas y negras del país, o al menos quedaba en evidencia que el Estado, se había desentendido de la existencia de varios grupos culturalmente diferenciados.

La Mosquitia, en pleno siglo XXI, sigue sin aparecer en ningún renglón relacionado con proyectos de inserción en la dinámica económica del país. Prueba de ello, es que ni siquiera se cuenta con estudios de factibilidad sobre los usos del suelo, sobre el estado de sus recursos naturales, tampoco un inventario de las manifestaciones culturales de cada uno de los grupos poblaciones que cohabitan en la extensa región misquita.

Significa que el advenimiento del movimiento indígena como actor político en el escenario social latinoamericano, en Honduras no ha tenido eco, las elites que toman las decisiones siguen indiferentes. Ser indígena en Honduras, sigue siendo sinónimo de peculiaridad, salvajismo, marginalidad y por ende de atraso.

Educación intercultural: urgente y necesaria
Los conceptos de educación intercultural como alternativa para consolidar procesos de identidad nacional que tan buenos resultados se pueden palpar en otros países, en Honduras no han logrado niveles de reflexión entre las autoridades que han venido dirigiendo educación nacional.

La escuela básica hondureña, alcanza cobertura territorial casi completa, incluso en La Mosquitia, pero, carece de las condiciones pedagógicas apropiadas y en la mayoría de las veces el recurso humano es escasamente formado e insuficiente. Un alto porcentaje de docentes que trabajan en la escuela básica en La Mosquitia hondureña, no enseñan en ninguna de las cuatro lenguas maternas que ahí se hablan. Hasta hace poco, los niños eran obligados por los docentes a comunicarse en español, lo que constituye un elemento de infortunio, sobre todo para los niños misquitos, que constituyen la mayoría. La supervisión de avances en materia educativa es inexistente y se convierte en otro factor que ensancha la deserción escolar. Al analizar los porcentajes de aprovechamiento en las comunidades misquitas, los resultados son menos alentadores, con el panorama anterior la alta tasa de analfabetismo existente en la región tiende a incrementarse. Del escaso número de jóvenes misquitos que egresan de los sucintos centros de segunda enseñanza, un reducido porcentaje, logra trasladarse a las principales ciudades del país para continuar con estudios universitarios. Salvo unas ligeras excepciones, los resultados obtenidos por estos estudiantes resultan ventajosos.

Presentan dificultades para integrarse al mundo académico, y exteriorizan aprietos en el dominio de la lengua española y en el cálculo matemático. En la generalidad de los casos, una vez que estos alumnos logran completar una carrera a nivel superior, los nuevos profesionales, prefieren no regresar a sus lugares de origen, esto dificulta aún más la difícil situación de sus conterráneos. Insertar al misquito profesional, también debería ser una política institucional, pues se sabe, que el reglón educativo constituye un factor determinante para el progreso de cualquier nación del mundo.

Varias naciones han realizado esfuerzos notables, para establecer vías de diálogo y asistencia con los diferentes grupos étnicos, por dispersos que se encuentren en sus respectivos territorios. En algunos casos los entes encargados de educación han diseñado planes importantes inclusive para regionalizar los contenidos programáticos, orientados a fortalecer la inserción de las etnias en amplios proyectos de participación social.

Los textos escolares con que se han educado a varias generaciones de los niños misquitos, estaban editados en español, recientemente se han realizado algunos intentos de elaborar textos en lengua misquita, sin que todavía tengamos resultados sustentables. Parece que, en el caso hondureño, la escuela básica, lejos de llevar respuestas coherentes, se ha convertido en un instrumento de a culturización, que es el producto de políticas engendradas, al margen de la reflexión antropológica.

Asistencialismo religioso
La incorporación de elementos ajenos a su cosmovisión religiosa en el caso misquito, ocasionó la pérdida casi total de la religiosidad popular inicial. “La presencia de misioneros protestantes de la Iglesia Morava en la Costa Atlántica desde el siglo XIX, es otro evento histórico que tuvo consecuencias profundas sobre la organización social misquita y su proceso de autodeterminación. Su trabajo misionero en la zona inició en Bluefields, en 1849. En 1969, la iglesia Morava nicaragüense se independizó de la sede de Estados Unidos y se convirtió en una iglesia indígena. Los moravos iniciaron labores en Honduras en 1930 y en 1938, se separaron de la misión nicaragüense debido a las disputas fronterizas entre ambos países”. Actualmente la etnia misquita en su mayoría es practicante de la doctrina morava. Los pastores indígenas “moravos”, constituyen la base fundamental de esta iglesia en La Mosquitia hondureña. “Los misioneros hicieron la Biblia y contribuyeron decididamente a la supervivencia de dicho idioma hasta nuestros días”.

Por muy remota que sea la comunidad de los principales centros urbanos, lo que más se encuentran en sus hogares misquitos, son materiales bíblicos. Hasta hoy, no se encuentran proyectos de autogestión, ya que se fomenta desde todos los tópicos posibles la vieja tendencia asistencialista. Otras instituciones han realizado notables esfuerzos, pero tampoco responden a políticas diseñadas desde el Estado hondureño. Desde las universidades públicas, ya se han generado algunos proyectos de fortalecimiento educativo-cultural, no siempre con abundantes presupuestos.

Otras instancias privadas, de manera esporádica, igual han realizado significativos esfuerzos, y ya “existen algunos textos de literatura infantil en lengua misquita” Lo que se distingue en el ambiente, son varios esfuerzos aislados, que bien valdría la pena aglutinarlos, tomando en consideración las exigencias de la etnia misquita en particular.

Se deben buscar puntos de convergencia entre instancias gubernamentales para atender La Mosquitia, verla desde el Estado como una región especial y empezar a reconocer sus potencialidades. Es oportuno fortalecer la frágil educación de una de las cuatro etnias más numerosas de las ocho existentes en nuestro país y forjarles las condiciones oportunas para que se inserten de manera definitiva, en el devenir de la nación.

Otras alternativas son posibles
Llevar a cabo programas especializados desde el Estado hondureño con participación de profesionales misquitos. Es necesario, diseñar programas bilingües y multiculturales, donde los maestros hablen la misma lengua que sus estudiantes, con el objetivo primordial de reducir los índices de deserción y aumentar los logros en el rendimiento académico.

Es prioritario reducir la desnutrición entre los pueblos indígenas de La Mosquitia hondureña, de igual manera se debería fortalecer la cultura misquita desde su culinaria ancestral, asimismo, investigar la eficacia de prácticas indígenas milenarias, en los sistemas de salud.

Actualizar bases de datos poblacionales (censos) sobre todo, para enfrentar las constantes amenazas de la naturaleza, es tan imperioso como un estudio de potencialidades y recursos naturales con que cuenta La Mosquitia hondureña.

La autogestión desde el interior de La Mosquitia, sería quizás la mejor forma de eliminar los proyectos asistencialistas, que lo que único que generan es dependencia. La Mosquitia no es un universo aparte, donde habitan indios-salvajes, dedicados al narcotráfico, sino que igualmente, son hondureños valiosos con los mismos deberes y beneficios que otorgan las leyes del país y que por siglos se les ha negado. Se necesita de un Estado responsable, que traté la referida región como un territorio especial, donde el consenso con sus pobladores sea prioritario.

*Director de Gestión Cultural- UNAH-CUROC y docente en la UPNFM, correo [email protected]

Más de La Tribuna Cultural
Lo Más Visto