El vuelo de Ícaro

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31 de enero de 2022
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12:04 am
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El vuelo de Ícaro

Por: PG. Nieto
Asesor y Profesor CISI.

El “Mal del Espejo” es un síndrome que afecta a quienes ostentan el poder. Metafóricamente, cuando se miran al espejo terminan por no verse como son, sino como se proyectan en el objetivo que pretenden conseguir. Confunden los intereses propios con los del pueblo, personificándose como la representación del Estado. Cuando se cuestionan sus directrices entienden que la crítica los debilita frente al pueblo, lo que genera inseguridad al país, situación inadmisible. Desde el pedestal de los privilegios -no asumiendo su temporalidad- presionan y manipulan para despejar el camino de obstáculos, sin entender que la coacción no genera fidelidad sino malestar, que tarde o temprano se manifiesta. Nadie puede tener unilateralmente la titularidad de algo que pertenece a todos por igual, como es la patria.

Democracia es la doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno de un Estado. Los ciudadanos ya intervinieron en el gobierno eligiendo la presidencia del Poder Ejecutivo, a los diputados del Poder Legislativo, y alcaldes de las municipales. La disonancia se presenta cuando el electo toma decisiones contrarias a los intereses del partido, en consecuencia, de quienes le votaron. Una justificación es que lo hace por el bien común, el mayor bien de una democracia. Trampa recurrente. El bien común es el común de los bienes de todo el pueblo, pero cuando la acción solo beneficia a un sector no es pueblo sino población, una parte de ese pueblo, por tanto, ya no sería “común a todos” el bien. La titularidad del pueblo está en las urnas, nadie puede arrogársela, como tampoco el concepto de “pueblo”. La corrupción de la política comienza por el lenguaje líquido utilizado.

El electorado entregó la Presidencia de la Republica al Partido Libre, pero no le dio mayoría en el Congreso, ni siquiera sumando los votos de Libre y el PSH. Claro mensaje para obligar a los partidos y diputados a legislar mediante consensos que den mayorías suficientes. Irrefutable evidencia de que el triunfo presidencial se consiguió con votos prestados de electores que no son socialistas, lo que no debería olvidarse para evitar situar al país en escenarios indeseables. Cuando volamos sin respaldo constitucional, y sepultamos las leyes bajo una virtual legitimidad, los problemas aparecen. En la mitología recordamos la leyenda de Ícaro, quien desoyendo las advertencias de los expertos para que respetase sus limitaciones, gestionó una realidad imposible, voló hacia el Sol y el calor derritió la cera de sus alas.

La génesis de la crisis se encuentra en el irrespeto al marco legal y la Constitución. Enfatizo en su artículo 4: “El gobierno se ejerce por tres poderes; Legislativo, Ejecutivo y Judicial, complementarios e independientes y sin relaciones de subordinación”. Pero la historia de los pueblos nos muestra que cuando el poder esgrime un fin superior, los subordinados adecúan los medios, al margen otras consideraciones legales. Un texto necesita del contexto para escribirse correctamente. Tras doce años de caminar por el desierto regresamos al mismo problema y con similares actores: entonces el Poder Ejecutivo no reconoció al Poder Judicial; ahora el Poder Ejecutivo no reconoce al Poder Legislativo. Para más inri, en cada ocasión perteneciendo al mismo partido político. Destacar que el Partido Nacional es ahora oposición, frente al oficialismo que lidera Libre, quien lo seguirá responsabilizando de los problemas que no sepa solucionar, excusa recurrente para justificarse ante el electorado, que votó por ellos precisamente para que los resolviera.

Finalizada la toma de posesión presidencial, se percibe preocupación en el electorado que prestó el voto a Libre para entregarle la Presidencia de la República, creyendo que así llegaría a Honduras la estabilidad que necesitamos para su desarrollo, la llegada de la inversión y la necesaria creación de puestos de trabajo. Pero el discurso de la Presidente Castro dejó en el horizonte el sonido de tambores de guerra, no de reconciliación. Recordamos que Nelson Mandela, alcanzada la presidencia de Sudáfrica tras 27 años de cárcel, convocó al pueblo al perdón y la reconciliación nacional, para poder levantar el país entre todos, en lugar de enjuiciar a quienes le encarcelaron por sabotaje y alta traición. Honduras está necesitada de esa grandeza de espíritu. No olvidemos que cuando se provoca un incendio nadie está a salvo, porque el fuego puede tomar cualquier dirección y dimensiones.

“Que tus opciones reflejen tus esperanzas, no tus miedos”. -Nelson Mandela-

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