El orgullo de mujer en los anales de Honduras

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11 de febrero de 2022
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12:05 am
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El orgullo de mujer en los anales de Honduras

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Óscar Armando Valladares

Por el concurso simultáneo de algunas circunstancias hubo un repunte matriarcal en 2021. Ese protagonismo tuvo su apogeo en al menos dos espacios, las letras y la política: en esta con la elección de Xiomara Castro como Presidenta y Doris Gutiérrez en el rol de designada, sin duda con el aporte de un cúmulo de sufragios dados por las descendientes de Eva. Igual que otras creadoras, Elsa Ramírez García dejó su impronta en el libro “El orgullo de ser mujer”, obra que al degustarla nos deja la certeza de que pudo titularse “El poder de ser mujer”.

Una atenta invitación para concurrir al cambio de directiva del Consejo Hondureño de la Cultura Juan Ramón Molina -el día dos de noviembre-, nos dio el grato y gratuito acceso a esta interesante colección, la cual en riguroso orden de A a Z consigna datos biográficos de 300 compatriotas y algunas de latitudes foráneas.

La investigación implicó, por consiguiente, rastrear en fuentes diversas e indagar en varias familias las ejecutorias públicas y domésticas de tantas ciudadanas -unas más conocidas, otras más trascendentes-, en un trabajo encomiable, “tenido como un punto de apoyo” -cual bien dice su autora- “para que otras hondureñas, posiblemente de mejor preparación, sigan hurgando anaqueles, bibliotecas y librerías”, a fin de enriquecer un esfuerzo bibliográfico inscrito con caracteres mayores en los nuevos anales del feminismo nacional.

Hemos admirado la compenetración de parejas en el quehacer de la literatura, por caso, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, Percy Shelley y Mary del mismo apellido, Raymond y Nathalie Sarraute, Manuel González Prada y Adriana, Jorge Luis Borges y María Kodama, Rafael Heliodoro Valle y Emilia Romero, Longino Becerra e Irma. De similar manera, Mario Hernán Ramírez y Elsa se han venido proyectando tanto en el ámbito periodístico cuanto en el compromiso de mantener en su sitial la viva imagen del poeta Molina y, luego, en el arduo trabajo de dar a la estampa materiales de interés cívico y cultural en una dinámica, digamos complementaria: él, generando longevas experiencias y noticias guardadas en su memoria; ella, empeñada en ser sostén y apoyo suyo y, afianzar a la par, su menester de novel escritora. En interviú al periódico colombiano El Sol, confidenció a propósito: “Creo que la presencia de mi esposo en mi vida y auxiliar directa en la redacción de sus escritos, despertó en mí esa vocación… Mi inclinación hacia la literatura siempre estuvo en mi persona, por lo que imagino que, con los conocimientos adquiridos en las diferentes áreas de mi educación, ese gusanito despertó, y es la razón por la cual ahora me apasionan las letras”.

Vuelto al libro que comentamos, en sus 280 páginas la curiosa lectora y el ávido lector hallarán, por ejemplo, que Adela Streber condujo por vez primera un automóvil en Tegucigalpa; que Berta Cáceres murió en defensa del medio ambiente; que Clementina Suárez despuntó por su poesía; que Dolores Inestroza conquistó el alma de Juan Ramón Molina ; que Elisa de Vásquez Cao fundó con su consorte la primera repostería de tipo empresarial; que Graciela Bográn, obtuvo lauros merecidos como educadora y activista social; que Isabel Salgado tuvo un destacado desempeño como soprano lírica; que Leticia -Lety- Castro hizo del baloncesto su actividad por excelencia; que María Cristina Pineda descuella en los dominios de la astronomía; que Nora de Melgar devino primera candidata presidencial; que Orfilia Coello Ramos fue pianista y maestra de piano; que Pastora Pagán brilló por su belleza en un certamen mundial; que Rafaela Contreras casó con Rubén Darío; que Sultana Larach -oriunda de Palestina- rutiló como empresaria; que Teresita Fortín puso su talento al servicio del arte pictórico; que Virginia Figueroa se significó en el campo de la medicina; que Xiomara Castro entró a la historia como la primera gobernante de la República…

Parabienes a la dilecta amiga y autora de “El orgullo de ser mujer”, quien además -a mucho orgullo- preside el Consejo de la Cultura, pedestal marcadamente femenino en que se afirma el recuerdo del máximo cultor de la poesía hondureña.

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