Cuatro décadas extremas: de Suazo Córdova a JOH

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18 de febrero de 2022
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12:12 am
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Cuatro décadas extremas: de Suazo Córdova a JOH

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Óscar Armando Valladares

(En memoria de Longino Becerra, 1932-2018)
El título alude más bien a dos hitos, dos cabos extremos -ciertamente no de buena esperanza- en el incierto devenir del país. Comprende el primero, los cuatro años de gobierno liberal al mando caciquil de Roberto Suazo Córdova; el segundo, los días finales del período de doce años, lapso en que el Partido Nacional amparó un caudal de bárbaros desmanes promovidos por cúpulas oligárquicas aliadas al narcotráfico y un capital extranjero inmiscuido en las “ZEDE”.

Dos libros de Longino Becerra, Cuando las tarántulas atacan y Evolución histórica de Honduras, recogen datos y reflexiones sobre el mandato liberal susodicho, que sucedió a los cuatro quinquenios de dominio castrense. Con el auxilio del maestro Becerra, hagamos algún repaso. Por decisión de la Asamblea Nacional Constituyente, el 20 de enero de 1982 entró en vigencia la actual Constitución de la República. Cinco días después, diputados liberales y nacionalistas eligieron jefe de las Fuerzas Armadas al coronel Gustavo Álvarez Martínez, y, el 27, Suazo asumió la Presidencia, en medio de entusiasmos colectivos.

Con bastante prontitud la desilusión recobraría su asiento en el ánimo ilusorio del soberano. La llamada guerra fría caldeó -¡vaya sarcasmo!- el escenario centroamericano, con lo cual nuestro territorio fue convertido en campo de insurgentes “contras” enfrentados al régimen sandinista de Nicaragua, en base militar norteamericana -con sede en Palmerola- y en centro de entrenamiento “antisubversivo” -con asiento en el departamento de Colón-.

En su momento, Leónidas Torres Arias, uno de los coroneles “purgados” por Álvarez Martínez, había hecho la denuncia de que este manejaba un “plan para el exterminio físico de la oposición” y propiciaba el entrar en guerra “con un país vecino”. Suazo, entonces, ripostó que Torres -domiciliado en México- se proponía “con la calumnia y con la infamia manchar los galones de nuestro jefe de las Fuerzas Armadas”. No obstante, una unidad secreta, el escuadrón 3-16, operaba para aplicar la Doctrina de Seguridad Nacional y que produjo un total de 184 desaparecidos, 54 durante el gobierno provisional de Policarpo Paz García y 86 en la gestión del mandatario paceño, la cual también se vio ensombrecida por la Asociación para el Progreso de Honduras (Aproh), grupo de comerciantes, banqueros, profesionales, sindicalistas e industriales jefeados por el propio general, a la sazón hombre fuerte del gobierno.

Empero, el viernes 30 de marzo de 1984 prodújose su captura en San Pedro Sula, golpe de barracas llevado a cabo “por órdenes y en presencia” del general Walter López Reyes, (QDDG) comandante general de la Fuerza Aérea, según indicó el alto jefe defenestrado desde el país de destino, Costa Rica. La acción consumada dio lugar a recíprocos señalamientos entre Suazo y Álvarez. Tanto el caudillo liberal -a quien apodaban “Rosuco” y “el brujo de la Paz”- como el militar guerrerista, pelotearon sobre quién impartía las órdenes en asuntos como el de la aplicación de la política de seguridad nacional. En resumidas cuentas, ejecutaban tareas de consuno (con “n”), vale decir, de acuerdos compartidos.

En su apreciación general al escritor Becerra subraya: “Nunca en la historia de Honduras se tuvo, y es probable que no se vuelva a tener, un presidente tan chusco en todo lo que hacía y decía”. Ejemplifica que en una conversación sostenida en 1985 con varios periodistas, “al preguntarle uno de ellos sobre el afán de ampliar el mandato presidencial dos años más, Suazo respondió: -Yo creo que esta masturbación mental… debe pasar a la historia-. Recuerda, asimismo, que Arturo Rendón Pineda, uno de los tres designados, dijo lo siguiente: “Me avergüenzo al recordar que el mensaje central de nuestra campaña política preelectoral la anunciamos en un eslogan que todavía, sin pudor, se usa con cínica frecuencia: Por la revolución del trabajo y la honestidad”.

A cuatro décadas de estos hechos lamentables, cometidos bajo la férula de un cacique liberal, y a tres cuatrenios de barbarie nacionalista, ¿llegó la hora de convocar la esperada Asamblea Nacional Constituyente, en reemplazo de una Carta Magna con cuarenta años a cuestas y violentada infinidad de ocasiones? En la oportunidad que sea factible, pues como reiteraba Longino Becerra en su Evolución histórica: ¡cuánto daño le ha hecho la corrupción a Honduras! La histórica detención de JOH abre una luz en el túnel.

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