Por: Guillermo Fiallos A.
Mercadólogo, abogado, pedagogo, periodista, teólogo y escritor.
En el momento de la toma de posesión de la Presidente Castro, se presenta una juez a juramentarla. Se trata de la abogada Karla Romero, quien a falta de saber quién era el verdadero representante en el juego de tronos del Legislativo, tuvo que tomar la promesa de ley a la novel dignataria.
En medio de la solemnidad del acto, sostiene el micrófono el señor Redondo, uno de los aspirantes al trono del Congreso. La promesa de ley iba bien hasta que surgen voces de ultratumba, que le exigen con sus gargantas fantasmales y escudadas en la masa de invitados, que se dirija al ingeniero Redondo como el presidente del Poder Legislativo. Después, una u otras voces que recuerdan a las sirenas; quienes a través de sus cantos pretendían hipnotizar a Ulises en La Odisea, para que se dirigiera a un mortal encuentro con ellas, trataron inútilmente de compeler a la juez Romero para que dijera lo que aquellas exigían.
La joven juez se mantuvo firme y les increpó -con diplomacia femenina-: que lo que solicitaban era inconstitucional. Tenía enfrente a la Presidente de la República y, aun así, no se doblegó. ¡Bravo por usted señora juez, ya que representa la rectitud y la decencia que debe reflejar un servidor público!
Otra postura digna sucedió luego que se aprobó ilegalmente y con todos los vicios de nulidad de forma, la Amnistía para la Liberación de los Presos Políticos; todo vinculado con una administración de gobierno que terminó abruptamente, en el 2009. El protagonista de esta honorable postura en contra de dicha ley, fue el doctor Edmundo Orellana; quien además de ser un connotado exfiscal del país, en la actualidad se desempeña como secretario asesor en materia de Transparencia y Combate a la Corrupción, en la administración de la señora Castro.
El doctor Orellana escribió de inmediato en las redes sociales, que este era un nuevo pacto de impunidad. Lo acontecido es una situación inédita, ya que un funcionario del actual gobierno, asume una postura divergente, sólida, valiente y apegada a derecho al reclamar que lo efectuado en el Congreso Nacional era incorrecto, pues se cubrían con la impunidad, una hilera de delitos comunes que eran sinónimos de: corrupción, saqueo, enriquecimiento ilícito, etc.
¡Bravo por usted apreciado doctor Edmundo! Es un servidor público de valores y de principios indoblegables.
Ojalá, el actuar de estos dos funcionarios públicos inspire a sus colegas. Ya suficiente deshonor y vergüenza dejó el nefasto período de Hernández.
Sin embargo, aparte de estas dos posturas dignas de exaltar de funcionarios públicos, sucedieron dos hechos trascendentales que cubren de bochorno al país.
El primero, es la promulgación de la citada Ley de Amnistía por un grupo de diputados que están en el limbo jurídico al no tener la potestad ni contar con el número suficiente para emitir esa ley; la cual ya fue publicada en La Gaceta, por lo que se supone que la Presidencia de la República no la vetó. ¡Qué pena y mancha para un gobierno que juró y perjuró -en tiempo de elecciones y en su discurso inaugural-, combatir la corrupción e impunidad!… ¡Y lo primero que hace al no más estrenarse, es cubrirle las espaldas a sus “honrados” antecesores y a la materia prima presente!
Y el último acto incorrecto, tuvo lugar en Casa Presidencial, cuando el coordinador del partido de gobierno, convoca a las dos partes en discordia de su propio instituto político y un porcentaje de la alianza, a firmar la pipa de la paz.
¡No es decoroso utilizar el símbolo de la Presidencia de la República para dirimir un problema de otro poder del Estado! Además, era un conflicto interno de un partido y no un asunto de interés nacional del Ejecutivo. También, allí han tenido lugar otras reuniones partidarias con miembros afines.
La Casa Presidencial es la Casa del Pueblo y no de un sector del pueblo.
Seguimos mal en Honduras. ¿Qué dirá la Unión Europea, la señora Harris, los organismos internacionales y el pueblo hondureño; quienes creyeron ciegamente, que la corrupción y la impunidad habían encontrado ya su sentencia de muerte?
¡Dios y la Virgen de Suyapa salven nuestro país y a todos los gobernados!
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