LETRAS Y LETRAS

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20 de febrero de 2022
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12:22 am
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LETRAS Y LETRAS

Por: Juan Ramón Martínez

I
Desde muchos años que, leyendo a Borges descubrí a Baruch Spinoza, me he vuelto obligado lector suya. Especialmente de Ética, que, según Padura, es el único que ha escrito modernamente sobre el tema. Antoni Negri, en “Spinoza ayer y hoy”, confronta su luminoso pensamiento con la realidad del presente. Negri es italiano, de Padua. Es filósofo, militante del obrerismo italiano y protagonista destacado de la renovación marxista de finales del siglo XX. Ante la inevitable pregunta que uno se hace, por qué Negri se ocupa del pensamiento del judío holandés, la pregunta tiene una respuesta inequívoca: “Porque toda filosofía y toda política siempre habrán de vérselas con “Spinoza, Ayer y Hoy”, para pensar la bifurcación, la de ayer en la creación del Estado moderno y el capitalismo, en este momento clave que fue el siglo XVII, formación de un mundo que hoy vemos desmoronarse, pero sin perder su poder de arrastre, destrucción y reinvención”. En el prólogo del libro que reseñamos, Diego Sztulwark dice que “Spinoza es un yacimiento ontológico de rebeliones”, en la búsqueda de la creación de un mundo mejor, mediante la “división del uno” y para encontrar, además de esta realidad actual, otra nueva, fruto de la acción deliberada del hombre. Los políticos hondureños, mordidos por la ignorancia que, desafortunadamente viene siempre acompañada de la arrogancia, deben hacer esfuerzos, apoyados por profesores especializados, para estudiar el pensamiento ético de Spinoza, lo que les ayudaría mucho a entender, por más que lo dicen intentar, porque no pueden producir otra Honduras, diferente, sin tanta desesperanza, pobreza e indecencia.

II
No solo los políticos, sino que fundamentalmente los intelectuales, es decir los que nos dedicamos a justificar o desmontar las ideas y lenguajes que producen los políticos, tenemos que rendir cuentas de nuestros actos, por medio de nuestros escritos. De la coherencia con la verdad, la justicia y la decencia. Tony Judt, posiblemente el último historiador judío, por más señas justificativas, formado en Gran Bretaña, ha emprendido la tarea de juzgar el comportamiento de los intelectuales franceses en el periodo que va de 1944 a 1956. El periodo no es caprichoso. Esta entre la ocupación de Francia y la denuncia de los excesos del estalinismo. Y lo hace usando material primario, es decir, lo que los intelectuales franceses escribieron para justificar, disimular o criticar el régimen soviético, especialmente en el asunto de la defensa de los derechos humanos y la libertad. Con filoso escalpelo, Tony Judt –en su libro póstumo “Pasado Imperfecto, los intelectuales franceses 1944-1956”— estudia las posturas de Jena Paul Sartre, Emmanuel Mounier, Mauriac, Albert Camus, Rolland, Barbuse que en su momento justificaron o les dieron la espalda a las barbaridades de José Stalin, escribiendo a su favor, viendo para otro lado; o criticándolo. El libro es interesante porque en ese periodo Sartre era el gran maestro de los marxistas latinoamericanos. Vargas Llosa ha hecho buenas confesiones sobre su arrepentimiento. Y Mauriac, pontificaba y moldeaba el pensamiento de las élites intelectuales. En el fondo este libro, es una suerte de tribunal que juzga las posturas de los intelectuales franceses, algunos de los cuales incluso, después de la denuncia del Solzhenitsin y de Nikita Kruchev, persistieron defendiendo un régimen autoritario, basado en una doctrina que niega la libertad y destruye las sociedades. Una lectura actual, que recomendamos a los intelectuales hondureños que, tienen, como nosotros la obligación de rendir cuentas al futuro, a las nuevas generaciones que se interrogaron porque asumimos una u otra postura. Y que, a muchos, la historia no nos absolverá.

III
Abadulrazak Gurnah, Premio Nobel de Literatura 2021, es un perfecto desconocido en el mundo de la lengua española. Mucho menos en España. Mucho más en Honduras. Allá, se han publicado dos novelas suyas. Aquí, posiblemente nadie lo ha leído. En palabras de Borge, es un hombre de la orilla de la orilla. Un perfecto desconocido, aunque escribe en inglés, y es profesor de literatura en una universidad de Gran Bretaña; pero es africano. La novela, “Paraíso” (Salamandra, 2021), reeditada apuradamente por los editores españoles, es una tierna novela de amor, con un lenguaje delicado y fino, como corresponde a un niño que narra su vida, con la inocencia que corresponde, desde que sus padres, le anuncian que por razones de la pobreza que los abate, tiene que irse a vivir con un tío. La descripción de los paisajes, sin artificios o recovecos, los pensamientos del niño, el tierno lenguaje, las relaciones familiares e interfamiliares, y los tiempos en que transcurre la acción, nos proporcionan una imagen de las relaciones entre los miembros de las familias pobres, y un retrato de la África desconocida y distante, para todos nosotros. Fuera de los fulgores de los vestidos de sus habitantes, sus ritmos inquietos y sus visiones animistas de la realidad. Al leer esta bella novela, entendemos porque además de escribir sobre temas del mundo desconocido y premoderno, la Academia del Nobel, honra a un escritor que además de contar historias, sabe darles ternura y belleza poética a las palabras.

IV
Nahúm Valladares, (Amapala, 1937) es una de las voces icónicas de la locución nacional. Su estilo de referir los hechos y describirlos por medio de la palabra, no ha sido superado por nadie hasta ahora. Pero, además, Nahúm Valladares, como no podría ser menos, en vista que proviene de una familia de historiadores, es desde hace muchos años, de hecho, sin que le hayan nombrado siquiera, el historiador de la ciudad. Con un extraordinario bagaje de información, que le permite citar de memoria, fechas, nombres y lugares, mantiene una crónica semanal en LA TRIBUNA, que nos permite enterarnos de hechos, personajes, fechas, edificios, costumbres y detalles del funcionamiento de los instrumentos de poder de la ciudad. Ahora, entrega a la bibliografía nacional, “Rica Historia de Tegucigalpa”. Aquí, encontramos narrados los primeros años de la villa, los barrios de Tegucigalpa, jardines públicos, personajes sin historia que vagaron desamparados por sus calles empedradas o de tierra apisonada, precursores sin historia, verbo y armonía y tradiciones y recuerdos. Un bello retrato de la ciudad de Tegucigalpa que, tiene como una de sus mayores desgracias: el desamor de la hojarasca que, en los últimos cincuenta años, la ha convertido en un mercado, del cual, hasta los poetas hablan mal. Un bello libro que el autor nos ha hecho llegar, con una singular dedicatoria, que agradecemos mucho. Un libro, inevitable para los que todavía, nos llamamos capitalinos y que estamos obligados a amarla. Como lo demuestra Nahúm Valladares, en el documentado libro que comentamos.

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