GUERRA ANUNCIADA

ZV
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25 de febrero de 2022
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12:25 am
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GUERRA ANUNCIADA

¿Y esa guerra –aparte la sensible pérdida de vidas humanas sobre las que nadie puede ser indiferente– qué repercusiones tendrá sobre estos pintorescos paisajes acabados? De momento, las bolsas de valores cayeron en picada en todo el mundo. El crudo se disparó a $102.48 el barril. Si los precios de las gasolinas en las bombas ya menoscababan los escuálidos presupuestos familiares, otra vez entramos a la etapa oscura de años atrás, cuando el crudo lo vendían los alagartados a valores de extorsión. En la medida que la crisis persista, la crítica realidad de la agonizante ENEE empeorará y las altas tarifas de la luz se ensañarán sobre la malograda capacidad productiva del país. Hay una equivocada percepción –de algunos que jamás han creado una fuente de empleo– que las lastimadas industrias, el deprimido comercio, las golpeadas empresas aguantan con lo que les encaramen encima. Ojalá, a estas alturas, los arregladores del desbarajuste sepan que es una fórmula suicida a la economía del país.

Los mercados no van a recuperarse pronto de la crisis que ya golpeaba y de la peor desgracia que, con la pandemia, cayó encima. Ni se hagan ilusiones. Con decretos no van a revertir lo que no se mueve por leyes sino por efecto de las fuerzas del mercado. Ni van a remediar la agonizante situación del enfermo. El proceso de recuperación exige medidas eficaces que traten la gravedad. No de medicamentos vencidos que acaben de matar al paciente. Gran parte de la infraestructura empresarial solo pudo subsistir durante esa larga etapa de confinamiento –cuando nada o casi nada vendieron por el desplome del consumo– enjaranándose más. Los cientos de miles de trabajos que se perdieron no se han podido recuperar. Más bien más trabajadores podrían terminar en la calle, en la medida que a los empresarios les sigan subiendo los costos de operación. No van a detener la hemorragia de los flujos migratorios. Toda conflagración, tarde o temprano, arrastra consecuencias que afectan a terceros, cercanos o distantes, que ni idea tienen de cómo va a sacudirlos el conflicto. Acaba de estallar la guerra anunciada. Rusia invadió Ucrania, “con bombardeos e incursiones terrestres de las tropas en varios puntos del país”. Washington esta vez no se equivocó. Leyó bien las cartas que Putin mantenía boca abajo sobre la mesa. Negaba que la masiva movilización de tropas en la frontera con el vecino tuviese propósitos ofensivos. Las pruebas de misiles nucleares –en hostigamiento– sostuvo que solo eran maniobras disuasivas. Mientras el canciller ruso hablaba de soluciones diplomáticas negociadas, Putin reconocía la independencia de las provincias separatistas, una señal que delataba sus intenciones.

No tomó mucho para que disipara la incógnita: “He tomado la decisión de una operación militar”. Aunque justificándose, al asegurar que no buscaba la “ocupación”, sino “una desmilitarización” y una “desnazificación” de Ucrania y defender a los rebeldes prorrusos del este del país”. (Si bien la Casa Blanca y los aliados europeos no han caído de papos, la oposición a un bloque unificado vino de donde menos se esperaban. El ex POTUS salió alabando “la genial” medida de un Putin “muy listo”. En una entrevista a FOX NEWS la presentadora lo interrumpió para corregirlo –“no, es un ataque anfibio de los rusos en Ucrania”– cuando confundido decía que “los Estados Unidos debía mantener en secreto el ataque anfibio norteamericano a Ucrania”. Luego –para que el lector sopese el poder de confusión de los “fake news”– pasó a decir que “todo eso ocurrió por “la elección fraudulenta” ya que si él hubiese estado allí, nada de eso sucedería”). Biden condenó “el ataque no provocado e injustificado por parte de las fuerzas militares rusas” y aseguró que “el mundo hará responsable a Rusia”. Una invasión como esta a Ucrania, es reminiscente de la segunda guerra mundial. (Más fría que la guerra fría –opina el Sisimite–aunque la guerra ha calentado las tensiones).

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