PASMOSA SIMILITUD

ZV
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28 de febrero de 2022
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12:53 am
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PASMOSA SIMILITUD

COMO si no se repitiese la historia. O sucesos que ocurren con pasmosa similitud. Más o menos esta fue la antesala a la segunda guerra mundial: El Anschluss –término alemán equivalente a unión o anexión– fue utilizado en 1938 para fusionar Austria a Alemania, como una provincia del III Reich. Ya con esa encomienda en la bolsa, el siguiente paso fue caerle a Checoslovaquia. El pretexto utilizado fue la inconformidad de las poblaciones germanas en regiones fronterizas del norte y del este, más conocidas como los Sudetes. El apoyo de los franceses a Checoslovaquia fue, sin mucho entusiasmo, del diente al labio. Los cautelosos británicos optaron por el apaciguamiento. El primer ministro Neville Chamberlain viajó a convenir la cesión de esos territorios fronterizos a Alemania. Ya con los acuerdos de Múnich –pensaron los apaciguadores– saciaron el apetito. Pues no. ¿Y las reivindicaciones de pedazos de Polonia y de Hungría?

Chamberlain regresó con un pedazo de papel, vanagloriándose haber conseguido la paz y la seguridad que el Tercer Reich no avanzaría sobre Europa. La pasividad de los custodios de Europa fue tomada como flojera. Carta libre para la invasión total de Checoslovaquia, pese al compromiso de las potencias occidentales, en el tratado de Versalles, de defender su integridad. Pues bien. En eso ha estado Putin. Tomando el pulso y la temperatura. En el 2014 –cuando el pro ruso presidente de Ucrania fue derrocado– Crimea se convirtió en foco de tensiones entre Rusia y occidente. Putin movilizó sus tropas desplazándolas en silencio a las bases rusas en Crimea. Se enteraron que Crimea sería arrebatada de Ucrania hasta que los rusos instalaron puestos de control en los principales cruces carreteros. En un referendo –objetado por occidente a falta de observación internacional– 95% de los votantes apoyaron unirse a Rusia. Putin concluyó su proeza firmando el proyecto de ley que oficializaba la incorporación de Crimea –“tierra santa rusa”– a la Federación Rusa. Remontémonos unos años atrás. Ucrania –después de Estados Unidos y la URSS– era el tercer país con más armas atómicas. No era igualado ni por Israel, el Reino Unido o Francia. En 1994 –bajo la administración de Bill Clinton– Rusia, Estados Unidos y Ucrania firman el memorándum de Budapest. Ucrania renunciaba a su arsenal nuclear a cambio que Rusia respetara sus fronteras que, era entendido, incluían Crimea. Cedió a Rusia 5 mil bombas nucleares, 220 vehículos de largo alcance con que usarlas, 176 misiles balísticos intercontinentales y 44 aviones bombarderos con capacidad nuclear.

Estados Unidos se comprometió a “garantizar la seguridad de Ucrania, ayudar al desmantelamiento de los misiles y aplicar un programa de compensación económica”. (Un paréntesis: El 15 de agosto, en forma aparatosa, cae el gobierno –pro occidente– de Afganistán. Los norteamericanos apresurados evacuan sus tropas y personal del país, después de la veloz toma de Kabul de los talibanes relámpago). Desde la anexión de Crimea, el gobierno ucraniano –leyendo acertadamente el plan expansionista ruso– viene exigiendo a sus aliados de occidente y de la OTAN ayuda suficiente para su defensa. De las investigaciones, durante el fracasado “impeachment” del ex POTUS, trascendió que fueron retenidos desembolsos de una millonaria asistencia militar destinada a Ucrania. Trump negó vinculación de la ayuda a cambio que el gobierno iniciase una investigación a Biden y a su hijo. Ya consumada la invasión los Estados Unidos y países europeos –cortos de la intervención militar directa ya que Ucrania no es miembro de la OTAN– han respondido con sanciones a Putin. Si bien continúan enviando ayuda militar y humanitaria nada es comparable al poderío bélico de la invasión. Las fuerzas de contención nuclear rusas han entrado “en régimen especial de servicio”. Los combates ahora se libran en varias ciudades de Ucrania incluyendo la capital. (El Sisimite también sonó la máxima alerta. Pero para que vayan preparándose a las repercusiones que esa guerra va a tener en las malogradas economías de estos ariscos parajes tropicales).

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