LOS VATICINIOS

MA
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16 de marzo de 2022
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12:25 am
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LOS VATICINIOS

PROBABLE que los precios de las gasolinas hayan tocado tope. Que pronto, para alivio del consumidor doméstico, inicie la tendencia cuesta abajo. Eso sería un respiro a los angustiados despilfarradores de gasolinas y derrochadores de la “luz”. Más cuando dudamos que aquí vaya a haber una campaña de ahorro de combustibles y de energía eléctrica. Lo cierto es que gran parte de la empinada ha sido especulativa. Son cotizaciones de ventas a futuro, especulando sobre la incertidumbre que provoca una guerra. Ello es, la posibilidad que a corto o mediano plazo haya disminución del suministro, presionando sobre los precios. Sin embargo, actualmente, no es que haya escasez de crudo en el mercado. Lo que hay es el temor de escasez en el futuro. Sin embargo, no hay una razón sólida que indique que vaya a haberla. Los inventarios estadounidenses, más bien se incrementaron.

Y el petróleo ruso, aunque sancionado, tendrá que ir a parar a algún lado que lo compre. La zambullida inició la semana pasada. El precio del crudo llegó a $96 el barril, a niveles previos al estallido de la guerra. Los pequeños inversionistas que venían adquiriendo crudo a precios sobre los $100, vieron la reversión y corrieron a zafarse el bulto. No hay tampoco dinero fresco queriendo doblar las apuestas para comprar a futuro a precios exorbitantes. Como el mercado responde a niveles de confianza o incertidumbre, la noticia sobre pláticas entre Rusia y Ucrania para llegar a un arreglo o siquiera un cese al fuego, ayudaron a detener la tendencia especulativa. El otro factor es que China, debido al rebrote de contagios de la pandemia ha ordenado medidas más restrictivas de confinamiento. Una disminución de la demanda en la segunda economía mundial por supuesto que incide como freno a la escalada de precios. Además, por muy apetecible el impulso de los alagartados de la OPEP, de vender a precios de extorsión, tampoco les conviene a largo plazo que las economías mundiales caigan en recesión. Ya la pandemia causó estragos a la demanda. Profundizar sobre las secuelas que todavía quedan sería una estrategia estúpida. Nos referimos a recortar el suministro de crudo para mantener precios elevados. Una contracción económica mayor lo que haría sería provocar un desplome de precios como consecuencia de una drástica reducción de la demanda. También no todo depende de la oferta del crudo sino de la capacidad de refinar. Y de momento no se detectan problemas que vayan a incidir en la capacidad de las refinadoras.

El tema en cuestión, sobre el que podríamos errar en el vaticinio, dada la volatilidad en los mercados que responden a factores impredecibles, nos hace recordar una entrevista al estimado Picho Goldstein, QDDG, hermano del buen amigo Jacobo. En aquel tiempo –igual sigue siendo ahora, ya que nada pareciera haber cambiado– los reporteros de micrófono en mano, cumplían su tarea periodística llenando los espacios informativos con entrevistas. Pues, sintonizábamos una emisora cuando escuchamos los pitos y las alarmas acostumbradas de última hora, anunciando el vaticinio del experto banquero, empresario y político. “A ver, don Picho, –interroga el reportero– usted que es un experto en lo que mantiene en ascuas a tantos consumidores, díganos ¿qué puede pasar con el precio del azúcar? Se escucha un carraspeo de garganta y luego, la respuesta sin titubear: “Tres cosas podrían suceder con el precio del azúcar: El precio puede subir, puede bajar, o puede quedarse igual”. (Ese Picho –debió haber sonreído el Sisimite– no dejó margen a la equivocación).

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