Solo hay dos opciones para el gobierno

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19 de marzo de 2022
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12:05 am
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Solo hay dos opciones para el gobierno

Esperanza para los hondureños

LETRAS LIBERTARIAS

Por: Héctor A. Martínez
(Sociólogo)

Si uno se fija bien, los gobiernos de los países más pobres, como el nuestro, van perdiendo credibilidad frente a los ciudadanos, y ya nada queda de aquella incuestionable misión del Estado keynesiano que era proteger a los grupos que quedaban fuera de las actividades del sector privado, y que sentaba, al mismo tiempo, las bases políticas para impulsar el desarrollo económico. Ya nada queda de aquella relación protectora con sus ciudadanos, principalmente en el despliegue de proyectos comunitarios y en la prestación de servicios públicos como salud y educación, convertidos hoy en día en un verdadero fiasco.

Desde hace algún tiempo, la mayoría de nuestras instituciones se han vuelto caducas frente a las exigencias del nuevo orden mundial. Las nuevas generaciones, acostumbradas a experimentar las crisis, desde sus días de infancia, mantienen sus esperanzas, no en el Estado -como sus padres-, sino en tratar de sobrevivir en un mundo cada vez más cruel y despiadado, que lejos de ofrecer opciones, los impele a probar fortuna en otras tierras, o a quedarse en sus comunidades para ver si, por algún milagro de la Providencia, llegan tiempos más promisorios para salir de la estrechez y la miseria.

El Estado ha sido reducido a una simple caricatura del orden y la autoridad, pero los políticos siguen empecinados en conservar dos costumbres del pasado: una, sosteniendo una poderosa burocracia a un alto costo financiero; y dos, en mantener intactos los intereses de pequeños grupos de poder económico que desde sus atalayas de vidrio observan el desolador panorama distante a unas cuadras de sus cómodas viviendas. De igual manera, pese a que ya se había anunciado un panorama gris generado por la crisis del 2008, los gobiernos se hicieron de la vista gorda, y se dieron a la tarea de enfocarse más en los asuntos políticos que en los problemas de la economía nacional. Su objetivo primordial nunca ha sido el despegue económico, sino la concentración del poder, mientras la estructura económica se resquebrajaba de a poco, hasta llegar al punto que hoy se encuentra. No supieron qué hacer con ese poder, salvo inventar proyectos de poca monta que apenas han favorecido a pequeños grupos privilegiados, pero que no tienen ningún impacto sobre las condiciones generales que impulsan el crecimiento económico. Del desarrollo social, ni hablemos.

Lo que hemos visto hasta ahora del nuevo gobierno, parece más un calco de las administraciones pasadas que otra cosa. En lugar de abrir las compuertas hacia el despegue económico, se establecieron nuevas e inútiles instituciones que nadie sabe a qué se dedican ni en qué diablos contribuirán a superar la crisis económica. En lugar de explicarnos la estrategia para salir de la crisis y proponer soluciones de ahorro y frugalidad, se han dado a la tarea de perseguir a los ladrones del pasado gobierno, o a legislar a tientas y locas, mientras el núcleo del problema permanece intacto, es decir, no existe un plan estratégico para rediseñar el Estado, ni el funcionamiento de las instituciones de cara a las exigencias de la economía global.

Frente a la incapacidad de delinear un plan nacional de emergencia económica que logre poner el país en la senda del despegue, resulta más fácil imponer medidas populistas que encienden la euforia de las masas en las redes sociales. A falta de propuestas para comenzar a paliar los efectos acumulados durante años de corrupción y de desidia política, lo que nos ofrecen son escándalos políticos como si de eso dependiera el futuro de la nación. Lejos de conjuntar las fuerzas productivas del país en un esfuerzo único de productividad, resulta más cómodo anunciar subsidios o rebajas, como si se tratara de ofertas en un supermercado popular.

El nuevo gobierno solo tiene dos opciones ante sí: iniciar los esfuerzos para recuperar la economía nacional, o iniciar el camino para una concentración del poder que nos conduzca al autoritarismo y a la destrucción de la democracia. Es cuestión de esperar. Solo el paso del tiempo nos dará, o no, la razón.

[email protected]
@Hector77473552

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