La travesía de Leoncio Prado en Centroamérica y en Honduras

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20 de marzo de 2022
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La travesía de Leoncio Prado en Centroamérica y en Honduras

Por: Juan Carlos Arosemena*

En 1943, el abogado y aficionado a la historia, licenciado Ernesto Alvarado García, publicó una “modesta obra”, según sus términos, titulada “La odisea de Leoncio Prado en Honduras”, a fin de contribuir al acercamiento de los pueblos peruano y hondureño. “Constituye también un sincero homenaje al mártir de la Unión de Centroamérica, General Francisco Morazán, en el primer centenario de su gloriosa muerte, ocurrida en San José de Costa Rica, el 15 de septiembre de 1842” (Alvarado, 1943, p. 1).

El licenciado Alvarado, natural de Copán, no fue un intelectual cualquiera, pues llegó a formar parte de diversas sociedades y academias de historia, geografía y cultura en Cuba, España, Honduras, Guatemala, México y Perú. Ocupó importantes cargos en la administración pública hondureña como la Secretaría del Ministerio de Guerra y el Consulado de Honduras en Paraguay.

El coronel Leoncio Prado es uno de los héroes peruanos más destacados. Entregó su corta vida a la defensa del Perú en 1883 a sus 29 años en la guerra del Pacífico. Previo a esto, había luchado contra la armada española en el combate del 2 mayo en 1866 que aconteció en el Callao. Partió en 1874 junto a otros peruanos hacia Centroamérica para luchar por la independencia de Cuba.

Prado estaba convencido de que la completa emancipación de la América colonial solo sería posible si la flota de la corona de España ya no ejerciese dominio sobre el Pacífico y el Atlántico. Para esto, su estrategia consistía en secuestrar buques españoles para luego usarlos en su contra. Así, el 7 de noviembre de 1876, en altamar junto a su equipo, al contar con la oportunidad, capturó el vapor español “Moctezuma” que había zarpado aquella tarde de Puerto Plata, luego de hacerse pasar por comerciantes ambulantes. España al enterarse de esto solicitó el tratamiento de la embarcación como pirata, aunque sin éxito. Prado renombró el navío como “Céspedes” e izó la bandera cubana en su mástil.

España dispuso la ubicación y captura del Céspedes. Prado junto a su embarcación se habían dirigido buscando recursos (provisiones y combustible) primero a la laguna de Caratasca y luego al Cabo Gracias a Dios al cual arribó el 27 de noviembre. No obstante, el 3 de enero de 1877 decidió hundir su nave antes de entregarla al enemigo para luego iniciar su periplo en territorio hondureño.

Los meses siguientes, Prado y sus hombres se adentraron en la difícil geografía de La Mosquitia. Alvarado citando a Pauletich resalta que empezaron su odisea sin guías, sin víveres, sin armas y solo con ropas que traían puestas (Alvarado, p. 44). Con ingenio y temeridad, sumado a la hospitalidad y cordialidad hondureña que permanece hasta hoy, Prado fue guiado hasta Juticalpa y luego hacia Comayagua, entonces capital de Honduras. En La Paz fue recibido por el presidente Marco Aurelio Soto y un secretario de Estado, “que estaban deseosos de estrechar la mano amiga, encallecida en las bregas por la libertad y la justicia, de aquellos soldados de una legión invencible” (Alvarado, 1943, p. 47). Días más tarde, el 3 de abril de 1877 Prado partió hacia el Perú desde Amapala.

Como bien indica el licenciado Alvarado en su texto, (pp. 51 – 52): “Eso fue Leoncio Prado, un soldado de la democracia. Ese joven moreno, decidor y valiente que un día arribara a nuestras playas, y que para gloria de Honduras se cobijara satisfecho y fraternalmente en esta tierra de pinares inmensos y elevadas montañas. Como hondureño y como americano me siento feliz y satisfecho por la acogida cordial que el gobierno y el pueblo de Honduras brindaron a Leoncio Prado y a aquella columna de valientes que proscritos, perseguidos inmisericordemente, venían harapientos y enfermos huyendo de la hostilidad despiadada que las armas españolas les hacían, por ser soldados de la libertad de un pueblo esclavo, la grandiosa Cuba. Honduras principió a pagar así aquella deuda de gratitud contraída con el Perú, por haber acogido fraternalmente al soldado magno de la democracia y mártir de la unión centroamericana, General Francisco Morazán”.

* Diplomático, filósofo, Lic. en Relaciones Internacionales y Jefe de la Sección Consular de la Embajada del Perú en Honduras

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