LAS TORTILLAS

MA
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22 de marzo de 2022
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12:25 am
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LAS TORTILLAS

Varias veces sonamos las alarmas. Pero aquí los problemas se atienden hasta que hacen crisis. Cada vez se consume más tortilla de maíz amarillo. Y menos del grano blanco del que viven miles de campesinos. El maíz amarillo viene de Estados Unidos, subsidiado, y cuesta menos que la mazorca hondureña. La harina también resulta ser más barata. PROGRANO –en un reportaje publicado en la edición de ayer de Diario La Tribuna– se queja que anualmente, son más de 1.2 millones de quintales que ingresan bajo la modalidad de harinas para consumo humano. “Esta cantidad de maíz desplaza a un promedio de 375 mil personas, porque para producir en una manzana de tierra, un promedio de 80 quintales, se necesitan alrededor de 25 trabajadores”. Los desplazados trabajadores, migran hacia las ciudades urbanas. Pero cuando no encuentran trabajos en las metrópolis, ya que la desocupación es bestial, nutren las caravanas de migrantes.

Las importaciones se hacen al amparo del DR-CAFTA, que ofrece beneficios o cero aranceles para el grano amarillo. El Tratado entró en vigencia en Honduras el 1 de abril del 2006, con desgravaciones arancelarias que finalizaron el año pasado para las importaciones del grano amarillo”. “El maíz blanco quedó protegido con un 45 por ciento de arancel, pero a medias, ya que los miembros de la “Mesa del Maíz”, integrada por gobierno, productores y agroindustriales, han convenido que por cada quintal de maíz blanco nacional que compran los procesadores de productos balanceados, pueden importar 1.5 quintales a cero aranceles”. Sin embargo, cuando desaparezcan las cláusulas de salvaguarda que en el TLC protegían la producción en el campo –con aranceles y cuotas a la importación– los productos de la agroindustria norteamericana inundarán el mercado doméstico desplazando la producción nacional. (Varias veces hicimos esa advertencia en esta columna editorial, que los malos negociadores hondureños del TLC, velaron por favorecer otros rubros pero condenaron a la ruina las actividades del campo). “Antes sembrábamos 70 mil manzanas de maíz en Honduras –se queja un directivo de PROGRANO– ahora apenas de 20 mil, importamos hasta 14 millones de quintales de amarillo y blanco”. “Es lamentable, vamos a desaparecer”. “Producimos ocho millones de quintales, son insuficientes, las áreas de producción han bajado, por que la rentabilidad ha caído y nadie trabaja para perder”.

Aparte de ello están las consideraciones sobre la cantidad que se importa para consumo animal versus para consumo humano. “Eso va en detrimento de nosotros –prosigue el directivo– el maíz amarillo es el sustituto del maíz blanco y nosotros aquí un 95 por ciento o más sembramos maíz blanco, es la cultura de nosotros”. “Además –agrega– es una competencia desleal”. Y así, por ese mismo camino del maíz que dimos como ejemplo, van los demás rubros. Distintos productos, agrícolas, avícolas y pecuarios, que se producen en la ruralidad. Los rudimentarios sistemas de cultivo, los bajos rendimientos por manzana de tierra, colocan la agricultura nacional en desventaja. La falta de tecnología, digamos, en la crianza de animales de granja, de los hatos ganaderos, y en la elaboración de alimentos, conspiran contra el productor nacional. El mayor costo de los insumos –como fertilizantes– el caro financiamiento, a los que pueden obtenerlo, los deja fuera de competencia. Lo importado, ya sin cuotas y a cero arancel, se ofrece a precios más bajos. (Sobre el maíz de las tortillas. El telegrama triple que manda el Sisimite: “Ya no es cacha echar tortillas”).

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