Los sacrificados somos nosotros

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23 de marzo de 2022
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12:38 am
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Los sacrificados somos nosotros

Esperanza para los hondureños

Héctor A. Martínez

No existe gobierno en el Tercer Mundo que no exija a sus súbditos “un pequeño sacrificio” mientras se arreglan los problemas generados por las crisis económicas. ¿Crisis generada por quién? La solicitud, que más parece una exhortación salida de una encíclica papal, o un ruego a la Dolorosa, es un mensaje perversamente “inclusivo”, que suscita más dudas y preguntas que otra cosa. A ver: ¿Qué significa que los ciudadanos debamos sacrificarnos por la patria? ¿En beneficio de quién? “¡Pues del pueblo! -dirán los funcionarios con cartera ministerial-, no olvidemos que un presupuesto sano, significa una mayor proyección social del Estado hacia los ciudadanos”. La retórica es la misma de siempre.

¿Qué hay detrás de esa súplica de los gobiernos que se encuentran en la bancarrota, y que saben que no existe otro camino que comenzar a exigir sacrificios al pueblo, sin perder la dignidad y el decoro frente a la plebe? Significa, entre otras cosas, que le van a aumentar a los impuestos, y que nos tocará desembolsar un “pequeño ajuste” en la factura de esto y de lo otro. Puede ser que ahora tendremos que pagar más por circular en las carreteras, padecer los aborrecibles cortes de energía eléctrica o sacrificar unos “lempiritas” de más para presentar fotocopias cuadruplicadas en cualquier ventanilla del Estado. Hay más: el “pequeño sacrificio” puede incluir que al proceso de emisión de la licencia de conducir se le agreguen veinte pasos más, o que el carné del IHSS tenga un costo adicional. Para los “bolos” y fumadores, habrá buenas nuevas, desde luego. Podría ser que los permisos de explotación comercial “sufran” una “alteración” en sus requisitos, o bien que la “estructura de precios” de los combustibles pasen a “revisión” siempre y cuando al Atila ruso se le ocurra parar las matanzas en Ucrania. Todo este entrecomillado es para desentrañar la trama que se parapeta detrás de la verdadera intención de los sacrificios, expresados en una floritura de eufemismos y de maquillajes semióticos heraldos todos, de malas nuevas. En otras palabras, significa que debemos prepararnos para sentir el peso abrumador de un leviatán desesperado cuando se encuentra en la ruina.

Si hubiese un Consejo Nacional de Ciudadanos (CNC) que actuara de iure sin esperar los infructuosos informes de los entes fiscalizadores del Estado – que son juez y parte, recuerden- estoy seguro de que la contrapropuesta para el gobierno sería una petición formal para que desaparecieran las instituciones, secretarías y carteras especiales que solo sirven como centros de costos y para tener contentos a los “compas” que se desgalillaron en las campañas electorales y en los foros televisados, exponiendo las bondades del partido. La solicitud más radical de ese respetable organismo sería que se eliminara el agobiante papeleo en el Estado, y que los innumerables procedimientos para cualquier trámite personal se hiciesen desde casa para darle una verdadera utilidad al DNI, así como en los países primermundistas. Uno no puede tener idea de la cantidad de gente improductiva en los entes estatales que tendría que ahuecar el puesto y buscar verdaderos empleos que contribuyan al desarrollo del país. De esta manera, se reduciría ampliamente el aparato burocrático y los ahorros serían incalculables no solo en términos de salarios y prebendas, sino también por concepto de viáticos, regalías y bonos que sangran el presupuesto nacional. Uno de los efectos benéficos sería la venta de activos fijos, alquileres de locales más minimalistas para las diferentes instituciones, y el uso de quioscos de atención al público situados en los “mall” así como se hace en El Salvador.

Y pedirles un “sacrificio” a los figurines del servicio exterior para que vayan por todo el mundo a evangelizar a los inversionistas para que traigan la plata al país. Sería esta una manera de medirles su efectividad en términos de resultados; por ejemplo: “Número de inversionistas por trimestre”, a la manera de un KPI, pues; y el que no consiga “clientes”, se le daría de baja.

Ese sería un verdadero sacrificio, visto desde el lado del pueblo sacrificado. Después haríamos las cuentas.

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