Colomoncagua, valioso referente entre los pueblos fronterizos

ZV
/
27 de marzo de 2022
/
12:15 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Colomoncagua, valioso referente entre los pueblos fronterizos

Rubén Darío Paz*

A más de setenta kilómetros de distancia desde las ciudades de la Esperanza e Intibucá, y siguiendo una carretera pavimentada que por sus curvas e inclinaciones escasamente se repite en Honduras, se llega a Camasca, luego se toma un desvió de 13 kilómetros de terrecería en dirección sur y se llega al interesante casco urbano de Colomoncagua, departamento de Intibucá. El geógrafo Carlos Héctor Sabillón, señala “La carretera que va de la Esperanza a los pueblos del sur, es irregular porque va descendiendo por uno de los flancos de la meseta de La Esperanza, el descenso es bastante pronunciado hacia el graven del río Negro y Torola que son afluentes del río Lempa. Las diferencias de niveles entre la referida meseta y los pueblos fronterizos, es de más de 1400 msnm y en una distancia no muy larga”

La cabecera municipal de Colomoncagua se extiende sobre una leve y estrecha planicie, que más parece un rectángulo alargado, que en sus extremos gana cierta elevación, esta población se encuentra a una altitud promedio de 850 msnm. Del nombre de Colomoncagua, el investigador Membreño, señala que su significado es “Abundancia de tierra vegetal”, y al parecer es un término de origen mexicano, igual existen otras versiones, sin embargo, valdría la pena, profundizar con mayor objetividad sobre la mencionada toponimia. Es sugestivo el hecho que, en el oriente salvadoreño, existe un municipio denominado Moncagua, y otro al suroeste que se denomina Intipucá, no debemos olvidar que, en tiempos pretéritos, los lencas abarcaban territorios de ambos países.

Desde el casco urbano, se distinguen una serie de cerros, algunos con abundantes bosques de coníferas, no tan elevados, pero visibles como El Chile, El Pelón, Masaya y El Picachito, esté último, convertido en un mirador seductor, inmediato y acondicionado para actividades variadas. Sin embargo, en los alrededores del casco urbano las construcciones van en aumento, sería oportuno fortalecer un proyecto intenso de reforestación, de preferencia con especies locales, que se adaptan durante los meses veraniegos.

Llama la atención el hecho de que el afluente que corre a un costado del casco urbano, conocido como Gualema, ahora prácticamente ha desaparecido, pues ahí se depositan abundantes desechos tóxicos, esto le convierte en un mal ejemplo del manejo de los recursos naturales. En el casco urbano destacan dos avenidas adoquinadas, orientadas en dirección este-oeste más una serie de calles, que no siguen un trazo armonioso. Colomoncagua, está conformada por los siguientes barrios, dos de ellos advocaciones religiosas; San Sebastián y San Pedro, luego La travesía, Los palones y Vista Hermosa y con particular atención Barrio Nipororo, que, según los ancianos del lugar, su nombre no es indígena, sino que se desprende de la negativa del dueño de una propiedad, que cuando le ofrecían comprársela él decía “ni por oro ni por plata, la voy a vender, de ahí su nombre”

Prevalecen construcciones de adobe y ladrillo de paredes altas, con techos de teja, aunque en los últimos años, han sido remplazados por zinc y asbesto e incluso terrazas, producto casi siempre del empuje económico que representan el comercio local y las constantes “remesas”. Es revelador subrayar, que de los denominados “pueblos de la frontera”, son cientos de familias, que tienen parientes ya radicados en los Estados Unidos y España.

Un poco de Historia
No sabemos fechas precisas de la creación del poblado, algunos consideran que inicialmente estuvo al otro lado del río Gualema y que donde ahora se encuentra Colomoncagua, era un cementerio, de hecho, al construirse el atrio de la iglesia y parte del parque central, se encontraron osamentas humanas. Aunque también se debe aclarar que antes de 1878 el enterramiento de los muertos era responsabilidad de las autoridades eclesiásticas, en muchas iglesias del país aún se conservan restos.

Colomoncagua, aunque de manera efímera ya menciona durante la época colonial. En el informe de 1582 hecho por el gobernador Alonso de Contreras Guevara al rey de España Felipe II, aparece como Moncagua, pueblo de indios de Gracias con 50 tributarios encomendados a Francisco Hernández. Se le dio categoría de municipio en 1671. Otra versión sostiene que se llamó “San Pedro de Colomoncagua”. Por muchos años formó parte del Círculo de Camasca, luego al crearse el Departamento de Intibucá en 1883, empezó a formar parte de él.

Antonio R. Vallejo, al referirse a Colomoncagua en 1889 apunta “pueblo situado en una planicie con ligeros declives, tiene dos iglesias, un cabildo, escuela de varones, casa cural, cárcel pública y panteón. En el título de este pueblo se refiere que en un llanetillo por donde pasan las medidas, cerca de las juntas de los ríos Chinacla y río Negro se encuentran vestigios de una iglesia o casa grande, teniendo al frente un cuadro construido de piedras en forma de peaña de cruz. El clima es cálido”.

Colomoncagua alcanza una área de 181 K2 limita al norte con el municipio de San Marcos de la Sierra, al sur con la República de El Salvador, al este con el municipio de Santa Elena y al oeste con Camasca, Magdalena y Concepción. A pesar de que el Fallo de la Haya de 1992 benefició a Honduras, numerosas familias de aldeas y caseríos de Colomoncagua, quedaron con litigios de tierras, resulta que la nueva demarcación literalmente les partió sus propiedades y casi tres décadas después los conflictos siguen. Los habitantes próximos a la frontera, según los acuerdos tienen doble nacionalidad, muchos habitantes de Colomoncagua, tienen sus tierras al “otro lado de la frontera” y viceversa.

Colomoncagua, tiene una plaza comercial pujante, que le ha permitido mostrar mayor nivel desarrollo en relación a los pueblos vecinos, tanto vendedores y transeúntes se dan cita en Colomoncagua, para realizar sus actividades, especialmente el día domingo, cuando las principales calles del casco urbano lucen repletas de carpas, vendedores ambulantes y compradores.

Sería trascendente, que las autoridades actuales, establecieran un mercado o una gran plaza comercial, más con el ánimo de despejar calles y avenidas, y poner orden en el casco urbano, mediante normativas de un plan de Ordenamiento territorial. Siempre un mercado municipal, genera mayor convivencia, higiene e incluso muchos beneficios en la recaudación de impuestos. Aunque formalmente no haya edificios bancarios en Colomoncagua, ahora se recure a breves agencias que permite cierto movimiento económico, demás esta mencionar que ahora se cuenta con hoteles, comedores, centros de recreación e incluso un atractivo café.

Un paisaje vistoso pero complicado
En palabras del connotado geógrafo Carlos Héctor Sabillón, señala “prácticamente casi todo el departamento de Intibucá, ya desde el valle de Otoro, al sur toda la montaña de Opalaca, la meseta de la Esperanza y la parte sur fronteriza con El Salvador, forma parte de la misma unidad orogénica, desde el punto de vista topográfico se le llama Sistema Montañoso del Sur, que en esta parte del departamento lo constituyen la Sierra de Opalaca, que inicia en el departamento de Lempira en la montaña de Puca. Desde el punto de vista geológico forma parte de la cadena de altiplanos volcánicos del terciario, que comprende los pueblos fronterizos de Colomoncagua, San Marcos de la Sierra, Concepción, Camasca, San Antonio, Santa Lucía y Magdalena, todos ellos están en la misma unidad geológica, por lo que la constitución predominante es de lava volcánica, una lava formada de polvo-ceniza, que data de hace millones de años, que luego ha sido comprimida y se ha formado en rocas, pero estas no son rocas impermeables, sino que son rocas permeables, de ahí que tienen una textura granulosa, por ello se filtra agua por un lado y por otro la erosión por viento o agua, de ahí que en la zona veamos profundos cañones, grutas y cerros sin vegetación”.

Bosques en riesgo ante la ausencia de una política de conservación
De una mirada al paisaje de Colomoncagua, se percibe que los bosques de coníferas se conservan mejor en las partes de mayor altitud, parte de esos bosques forman parte de amplias microcuencas, de donde se fortalecen sustanciales ríos como Negro, Pichigua y Lempa, estos se han convertido en la principal fuente de abastecimiento de numerosas poblaciones, incluso más allá de la frontera.

Colomoncagua, registra altas temperaturas gran parte del año, en las partes bajas se encuentran bosques de matorral, de árboles resistentes propios del clima tropical de sabana.

No debemos olvidar el hecho que a pesar de que las tierras de este municipio son de vocación forestal, sus habitantes en las partes bajas y aledañas a los ríos vienen desarrollando una actividad agrícola-ganadera. Por diversas razones los cultivos de la caña de azúcar que antes le dieron notoriedad al municipio, ahora ya no se encuentran y básicamente se subsiste con maíz, frijoles, yuca, ayote, maicillo y ajonjolí, estos últimos cultivos resistentes a veranos largos.

Las aldeas que conforman el municipio de Colomoncagua, son; El Picacho o el Caracol, Las Lomas, Los Amates, Llano Grande, Mal Paso, San Marcos, Santa Ana, Santo Domingo y Vados de San Antonio. En función de lo agreste e irregular que es su geografía algunos caseríos han sido bautizados con nombres como; Cerro de Piedra, Cerro Chacho, El Pelón, El Planeado, El Brincadero, El Callejón, Las Lajitas, La Chorrera, El Portillón, La Rinconada, Piedra Parada e Ignorado, entre otros.

La iglesia dedicada a San Pedro Apóstol
Se trata de un edificio bien conservado, entejado a dos aguas y con cúpula de media “naranja” de altura y tamaño formidable, pareciera que la nave principal es más antigua que la fachada. En su interior se conserva un elegante retablo, restaurado y con algunas imágenes de mucha calidad artística como la Inmaculada Concepción, San Antonio y San Pedro Apóstol, piezas de madera que necesitan restaurarse por expertos y colocarlas en los nichos originales. También ocupa un nicho en este retablo colonial, una escultura moderna del monseñor Óscar Arnulfo Romero, figura relevante en las luchas populares en el hermano país de El Salvador. Al lado derecho y cercano al arco toral se encuentra, en una urna de vidrio El Jesusito del Rescate, se trata de un crucifijo en color negro de pequeñas dimensiones, pero al decir de cientos de feligreses de los pueblos fronterizos y más allá, es milagroso, tanto que su fama ha contribuido para que la parroquia del mismo nombre, a partir del mes de abril del presente año, se convierta en Santuario. Es indicador el hecho que los distintos sectores (conjunto de aldeas), en que está organizada la feligresía de todo el municipio de Colomoncagua, tienen en el interior de la iglesia, los bustos respectivos de las advocaciones que se festejan, esto gracias a las iniciativas del ejemplar sacerdote salvadoreño Edwin Herrera, que después de casi una década al frente, tiene una proyección social de suma trascendencia.

La fachada de la iglesia de Colomoncagua, es elegante y atrayente, sus líneas son de estilo neoclásico. En el primer cuerpo de la fachada se distingue una puerta de medio punto, que descansa en dos pilastras simuladas. En los costados se observan un par de columnas adosadas de fuste liso. En sus laterales destacan dos torres altas, en la del lado izquierdo se encuentran tres campanas, dos parecen coloniales, pues la inscripción no logra leerse, pero sí pertenecieron a la municipalidad. La otra campana, de menor tamaño, fue fundida en 1878. La iglesia fue restaurada durante la administración de Ricardo Maduro, el año 2006, bajo la supervisión del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Sería acertado que el IHAI regresará con nuevas propuestas, hay mucho por hacer.

La feria en honor a Jesusito del Rescate
Del 29 de enero al 14 de febrero, Colomoncagua rinde homenaje a Jesusito del Rescate, llegan romeristas de distintos rumbos especialmente de los pueblos circunvecinos.

Colomoncagua se viste de gala, música, juegos, cohetería y fiestas bailables, son parte de la algarabía. Además de la cantidad de comerciantes que se instalan en las avenidas principales, se realizan una serie de actividades, religiosas, sociales y recreativas, mismas que en los últimos años se han ampliado. De singular interés son los concursos de Conjuntos de Cuerdas, es revelador subrayar que, en numerosas aldeas y caseríos, existen conjuntos de cuerda que amenizan cualquier tipo de festividad e incluso se han organizado importantes concursos. Es admirable cuanto talento disperso.

La iglesia de San Sebastián
A escasas cuadras de la iglesia principal, se encuentra la iglesia de San Sebastián, se trata de un edificio rectangular antiguo, de fachada sencilla, paredes gruesas de adobe, entejada a dos aguas y con espacio para sacristilla, lamentablemente el piso original fue sustituido. En su interior se encuentra, aunque en condiciones deplorables un retablo interesante, dedicado a San Sebastián, esté último tallado en madera, al igual que un busto de la virgen de Los Dolores. Estas imágenes que podrían ser del siglo XVIII, deben resguardarse después de una restauración de toda la iglesia. Las festividades de San Sebastián han dejado de celebrarse, sería oportuno retomarlas, al igual que la fiesta dedicada a San Pedro Apóstol. Al interior de las familias de Colomoncagua, se siguen haciendo novenarios en honor a algún santo, esto les permite convivencia y por supuesto fortalece el sentido de pertenencia.

Palacio municipal moderno
Del antiguo palacio municipal, solo queda el lugar donde estaba inicialmente, ahí se construyó una edificación tan moderna como los adoquines de las principales avenidas. Del archivo inicial sólo se conservan una serie de libros (de nacimiento y defunciones) entre 1950-1960. A buen seguro, para reconstruir el devenir histórico de Colomoncagua, se tendría que escudriñar los archivos coloniales, de Comayagua, Gracias o Guatemala…

Parque Central
Entre el palacio municipal y la iglesia principal, y en parte del rectángulo estrecho, se edificó un pequeño parque, con quiosco al centro. Una placa con el nombre del exalcalde Salvador Padilla, nos da fe de la construcción.

El Chorrerón
En las cercanías del casco urbano de Colomoncagua y siguiendo la carretera de terracería que va hacia la frontera con El Salvador, se encuentra una “caída de agua” de más o menos unos 39 metros, está la forma las aguas del río Pichigual que discurre entre el paso fronterizo, sobre una roca sólida. La “caída de agua”, forma una poza amplia, en la parte profunda alcanza 6 metros, en los alrededores hay espacios seguros para acampar. Es revelador señalar que los habitantes de Colomoncagua, la disfrutan y la muestran como propia, pero lo mismo sucede con los vecinos salvadoreños, tanto que la promocionan como un destino turístico, perteneciente a San Fernando, en el departamento de Morazán. A la fecha en ninguno de los dos pueblos, han promovido un proyecto de inversión, que les permita promocionarle como un lugar de interés binacional, sin duda es un sitio de singular belleza.

Piedra del Almanaque
A menos de cinco kilómetros del casco urbano de Colomoncagua, y en dirección suroeste se localiza el Cerro Masaya, y en uno de sus costados se encuentra un conjunto de enormes rocas sobrepuestas, con picos salientes, tanto que forman breves cuevas, al sitio se le conoce como “la piedra del Almanaque”, que, según la tradición, en tiempos remotos era visitada por los ancianos entre los meses de marzo y abril, para verificar las gotas de agua, que de ella se desprendían y caían al suelo. Si el goteo de la piedra era intenso significaba que el invierno estaba pronto por llegar, pero sí de la piedra se desprendían gotas pausadas, el verano iba a continuar… Los campesinos ancianos, verificaban el goteo de la piedra para empezar a preparar sus tierras.

En la actualidad, aunque con menos frecuencia siguen llegando campesinos para los fines antes descritos. Resulta curioso que gran parte del conjunto de rocas, está cubierto de “penca gorda”, una planta epifita que se adapta a suelos precarios, pero que sus “pencas” se consumen con limón y sal, por lo que algunos transeúntes, ya van preparados.

Sería pertinente llegar a acuerdos entre las autoridades locales y los herederos de la familia Amaya, para instalar al menos una serie de gradas con breves estaciones, desde la carretera, hasta el lugar donde está la “piedra”, para insertar el interesante y novedoso sitio a una propuesta turística.

Los Campamentos de refugiados salvadoreños
En pleno desarrollo de la guerra civil, entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el ejército salvadoreño, en algunas aldeas de Colomoncagua se instalaron una serie de Campamentos para refugiados, mismos que fueron supervisados por la ACNUR, más el liderazgo de la iglesia católica, algunos informes contabilizan un poco más de ocho mil refugiados, escasa infraestructura ha superado el paso de los años, pero sí existe una amplia historia oral al respecto que podría valorarse.

Mi agradecimiento a las autoridades municipales, al colega Juan Manuel del Cid, al párroco Edwin Herrera, a Joel Pineda Rodríguez, Seylin Hernández y doña Carmen Alvarado por sus atenciones. -Continuará-.

*Director de Gestión Cultural en el CUROC-UNAH, y docente investigador de la UPNFM- Teléfono 89 02 70 49

Más de La Tribuna Cultural
Lo Más Visto