Una fábrica de muerte

MA
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29 de marzo de 2022
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12:59 am
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Una fábrica de muerte

A raíz del conflicto armado que se libra en Ucrania tras la invasión de tropas rusas, vienen a mi mente las siguientes reflexiones. En primer lugar, recordar que entre las causas más frecuentes que ocasionan una guerra están las económicas, las ideológicas-políticas, y las religiosas. Seguramente, las dos primeras están reflejadas a cabalidad en esta contienda de Europa del Este. Y en la temática religiosa, José Saramago (siendo ateo), señalaba: “Siempre tendremos que morir de algo, pero ya se ha perdido la cuenta de los seres humanos muertos de las peores maneras que los humanos han sido capaces de inventar. Una de ellas, la más criminal, la más absurda, la que más ofende a la simple razón, es aquella que, desde el principio de los tiempos y de las civilizaciones, manda a matar en nombre de Dios… Dios, de existir, sería absolutamente inocente por el uso que de Él hacen los hombres”.

Por su parte, el escritor peruano Eduardo González Viaña, destaca, “nosotros deseamos creer, por el contrario, en un Dios para quien no hay malvados sino ignorantes. Aquel cuyo nombre no debe ser pronunciado porque cuando le damos un nombre hacemos la guerra contra quienes lo pronuncian de manera diferentes. Aquel del inagotable perdón, del amor sin condiciones y de la infinita esperanza que nos hace creer, a pesar de todo, que algún día, superada la bestia de la intolerancia, seremos de veras hombres”.

Y no menos profundas resultan las palabras de Eduardo Galeano, al aseverar que “Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: Yo mato para robar”. “Las guerras -dice-, siempre invocan nobles motivos, matan en nombre de la paz, en nombre de Dios, en nombre de la civilización, en nombre del progreso, en nombre de la democracia y si por las dudas, si tanta mentira no alcanzara, ahí están los grandes medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero”.

Agrega que “en Rey Lear, Shakespeare había escrito que en este mundo los locos conducen a los ciegos y cuatro siglos después, los amos del mundo son locos enamorados de la muerte que han convertido al mundo en un lugar donde cada minuto mueren de hambre o de enfermedad curable 10 niños y cada minuto se gastan 3 millones de dólares, tres millones de dólares por minuto en la industria militar que es una fábrica de muerte”.
Finalmente, sentencia, que “Las armas exigen guerras y las guerras exigen armas y los cinco países que manejan las Naciones Unidas, los que tienen derecho de veto en las Naciones Unidas resultan ser también los cinco principales productores de armas. Uno se pregunta ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo la paz del mundo estará en manos de los que hacen el negocio de la guerra? ¿Hasta cuándo seguiremos creyendo que hemos nacido para el exterminio mutuo y que el exterminio mutuo es nuestro destino? ¿Hasta cuándo?”. Ya lo dijo Paul Valery, “La guerra es una masacre entre gente que no se conoce para provecho de gente que sí se conoce pero que no se masacra”.

J.J. Pérez López
Barrio El Manchén
Tegucigalpa, M.D.C.

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