Cardenal Rodríguez: “No podemos celebrar la Pascua con los mismos pecados”

Durante la homilía dominical, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez, sostuvo que Dios llama a los hondureños al cambio y ser mejores personas, dejar el odio a un lado y llenarnos de amor.

Preguntémonos como es nuestra postura ante las debilidades propias y las debilidades ajenas, es increíble, resulta que donde nosotros vemos pecado, Jesús descubre el sufrimiento, el grito de soledad.

Jesús es el único capaz de mirarnos, de vernos en el fondo de nuestro corazón, en su mirada no hay condena, solo hay amor, ternura, bondad, comprensión, yo tampoco te condeno.

Este es el mensaje del evangelio de hoy, Jesús es alguien que no nos condena, alguien que nos ama, alguien que nos comprende y alguien que nos perdona, y por eso la madre iglesia nos pide que al menos por la Cuaresma hagamos una buena confesión, para preparar la resurrección, para preparar la Pascua, no podemos celebrar la Pascua con los mismos pecados, vete no peques más.

El comportamiento de Jesús con esta mujer, nos revela el verdadero rostro de Dios, que es amor, en Jesús resplandece el rostro del amor y de la misericordia de Dios, sobre todo ser humano.

Quien nos enseña hoy a mirar a la mujer y a cada ser humano con la mirada de Jesús, el mismo Dios, ya nos ha dicho en todo el evangelio, no juzgues y no serán juzgados, pero tristemente nos sentimos siempre en ese huracán de odio, de rencores, de pleitos, de falta de comprensión y de perdón. Juzgamos a todo mundo y le tiramos piedra a todo aquel que podemos, pero eso no es el evangelio.

“No podemos decir que somos buenos cristianos si condenamos a los demás, porque Jesús no nos condena a ninguno, siempre nos llama a la conversión, al cambio, al mejoramiento, a ser mejores personas, mejores seres humanos y nunca tirar la primera piedra a nadie”, pidió.

La mirada de Jesús es una mirada de amor, una mirada de ternura sobre cada uno de nosotros, por eso vale la pena que nos situemos ante él y nos dejemos mirar por Jesús y dar con amor que nos dice yo tampoco te condeno, vete y en adelante no peques más.

En este domingo, queremos como esta pobre mujer, situarnos ante Jesús con nuestra fragilidad, estamos con nuestra fragilidad, ante la solidez de su amor y nos volvemos ante él para decirle, Señor Jesús, en medio de nuestras dificultades, en medio de nuestras penas íntimas y culpabilidades venimos ante ti para dejarnos mirar por tus ojos, llenos de amor y de ternura.