EL REENCUENTRO

MA
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15 de abril de 2022
/
12:25 am
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EL REENCUENTRO

DUDOSO que lleguen caravanas de turistas de los vecinos países a hacerle compañía a los vacacionistas nacionales en su peregrinaje a los centros de entretenimiento. Lo que anuncian –con esta bestial sequía de fuentes de trabajo, peor ahora que las agonizantes empresas sufrieron otra alza de sus costos de operación con el incremento al salario mínimo– es otra caravana a la “tierra prometida”. Esta Semana Santa, no se calcula la misma afluencia de viajeros que en años anteriores. Menos éxodo de veraneantes al mar, a los balnearios, a los clubes campestres, a las piscinas y a los centros de recreación. Ojalá se sigan observando las normas de bioseguridad ya que de lo contrario el volcán de contagios volverá a hacer erupción. Muchos han decidido quedarse en casa. La capital no quedó tan desierta. Bueno, sin agua, el término “desierto” sustituyámoslo por “desolada”. Muchos se quedaron encerrados –sin salir de sus casas– pendientes que echen el agua. Para llenar toneles que les duren los próximos 15 días cuando –debido a los groseros racionamientos– la vuelvan a echar.

La esperanza es que la Semana Santa permita remontar la fe y el tiempo a épocas pasadas. De oración, de imploración, de plegaria honesta, invocando la protección divina. A la familia, a los vecinos, a los amigos, en fin, a la nación entera. Las misas en las iglesias, la oración en los templos, los actos litúrgicos son convocatoria abierta a los fieles. Se presume que el asueto fue instituido como período de reflexión. Este sería el momento de bajar todos los santos del cielo implorando salida a las crisis. Sí, a la crisis económica que contrae los mercados y golpea las actividades productivas. Con el encogimiento de las fuentes de empleo ¿cuántos compatriotas quedan condenados a no encontrar o a perder sus trabajos? Pero también a la crisis de valores. Tan urgente como lo otro es la restitución del bien perdido. Nos referimos a las buenas actitudes, a las conductas virtuosas –como el agua de la capital– escasas en la sociedad. ¿Hasta cuándo durará el vía crucis presente? ¿Cuándo caerán en razón que el país solo se levanta con esfuerzo propio? ¿Esta no es ninguna Vía Dolorosa –ni historia divina– para esperar un Cirineo que llegue a hacer menos pesada la carga? Como decíamos ayer. Propicia la semana para repasar el tránsito del Hijo de Dios, por la calle de la antigua Jerusalén, cargando la pesada cruz de redención camino a la crucifixión. Esta es la santa temporada instituida para conmemorar la pasión, la muerte y la resurrección del Redentor. Comer el pan con reverente devoción. Pan tostado durante la cuaresma en analogía al “cuerpo de Cristo” en la eucaristía.

Quienes no encuentren dicha en compañía de un buen libro –porque perdieron o nunca tuvieron el útil hábito de la lectura– pueden distraerse sintonizando “Los 10 Mandamientos”, “Ben Hur”, “La Pasión de Cristo”, “Espartaco”, “El Manto Sagrado”, entre otras. La Semana Santa es el reencuentro de los mortales con la bienaventuranza del reino celestial. Hoy, más que nunca, cuando más necesidad hay de la fe. Cuando más se ocupa de Dios. Pedir por la salud y el bienestar; sin olvidar que lo primero es rehacer la esencia interna en lo espiritual. El Señor a nadie desampara. Este es momento propicio de pedir por la unidad de la familia hondureña después que tanto odio y división se ha instigado. Deseando un alto a las provocaciones malsanas y a los comportamientos ruinosos que conspiran contra la reconciliación. Las crisis son oscuridad. Pero nunca perder la confianza que al amanecer de otro día alumbrará la luz del sol. (Que la Semana Santa y la luz del Nazareno, –razona el Sismite, ahora que de todos se duda y se sospecha de todo– sea la llama que encienda el don de la confianza).

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