Las proyecciones para el crecimiento mundial han sido revisadas a la baja 3.6 por ciento, tanto para 2022 como para 2023 debido al impacto directo de la guerra en Ucrania y a las sanciones impuestas a Rusia, que hacen que se proyecten marcadas contracciones para ambos países, según el nuevo pronóstico emitido hoy por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En enero pasado se pronosticó un crecimiento de 4.4 por ciento. Los efectos de la guerra se propagarán a lo largo y ancho del mundo, sumándose a las presiones sobre los precios y exacerbando graves problemas para las políticas.
La crisis ocurre cuando la economía mundial aún no se ha recuperado por completo de la pandemia. Incluso antes de la guerra, la inflación en muchos países había estado subiendo por desequilibrios entre la oferta y la demanda y el apoyo mediante políticas proporcionado durante la pandemia, lo cual dio lugar a un endurecimiento de la política monetaria. Los recientes confinamientos en China podrían causar estrangulamientos en las cadenas mundiales de abastecimiento.
En este sentido, aparte de su impacto inmediato y trágico en las vidas humanas, la guerra desacelerará el crecimiento económico y azuzará la inflación. En general, los riesgos económicos han aumentado de forma acentuada, y las disyuntivas para las políticas se han tornado aún más complejas.
La guerra se suma a una serie de shocks de la oferta que han golpeado la economía mundial en años recientes. Como una ola sísmica, sus efectos se propagarán a lo largo y ancho del mundo, por vía de los mercados de materias primas y los vínculos comerciales y financieros. Rusia es un importante proveedor de petróleo, gas y metales, y, junto con Ucrania, de trigo y maíz. La reducción del suministro de estos productos básicos ha hecho que sus precios se disparen. Los importadores de materias primas en Europa, el Cáucaso y Asia central, Oriente Medio y Norte de África y la región de África subsahariana son los más afectados. Pero el alza de precios de los alimentos y los combustibles perjudicará a los hogares de menores ingresos de todas las regiones del mundo, incluidas las Américas y el resto de Asia.
PRIORIDADES DE POLÍTICA ECONÓMICA -Los bancos centrales tendrán que ajustar sus políticas con firmeza para garantizar que las expectativas inflacionarias a mediano y largo plazo permanezcan ancladas. La comunicación y la orientación claras sobre el rumbo de la política monetaria serán esenciales para reducir al mínimo el riesgo de que se produzcan ajustes bruscos. -Varias economías tendrán que consolidar sus saldos fiscales. Esto no debería impedir a los gobiernos proporcionar apoyo debidamente focalizado a las poblaciones vulnerables, sobre todo dada la carestía de la energía y los alimentos. -Encuadrar estas iniciativas en un marco a mediano plazo con una trayectoria clara y creíble de estabilización de la deuda pública puede ayudar a crear margen para brindar el apoyo necesario. -La prioridad más inmediata es poner fin a la guerra. -Igual importancia reviste la necesidad de asegurar un acceso mundial equitativo a todas las herramientas disponibles para luchar contra la COVID-19 a fin de contener el virus, sin descuidar otras prioridades sanitarias mundiales. -La cooperación multilateral sigue siendo esencial para avanzar hacia esas metas. -Las autoridades también deben cerciorarse de que la red mundial de seguridad financiera funcione eficazmente. -También hay que prestar especial atención a la estabilidad global del orden económico mundial para impedir el desmantelamiento del marco multilateral basado en reglas que ha sacado a millones de personas de la pobreza.