“ERA DE LA PULSIÓN” Y “MINIMALISMO EMOCIONAL”

MA
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19 de abril de 2022
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12:25 am
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“ERA DE LA PULSIÓN” Y “MINIMALISMO EMOCIONAL”

“VIVIMOS en la era de la pulsión” –citamos de un artículo publicado en un diario español– “Una época en la que lo importante no es reflexionar, documentarse, sopesar los pros y contras, sino solo expresar al instante cualquier sentimiento, cualquier idea, por mucho que sean falsos o malintencionados”. “Lo que cuenta es reaccionar con la mayor rapidez posible a cualquier información o polémica”. “Lo que cuenta es hacer ruido, que hablen de nosotros, da igual que sea bien o mal”. “En las redes, a menudo con la protección del anonimato, todo mundo se siente libre para mostrar su lado más oscuro”. “Sin embargo, la base de la democracia es la contención”. “Como decía Camus: “Un hombre se contiene”. No puedo estar más de acuerdo: la democracia es también contención”.

Aquí otros diagnósticos: “El Minimalismo Emocional”: “El exceso de información y relaciones ha perjudicado la salud mental de muchos chicos y chicas; algunos han optado por controlar estas aplicaciones para no sentirse controlados por ellas”. “Son una minoría, –expresa la autora– pero son más felices”. “Viven al margen de las redes sociales para abrazar la vida real”. “No tienen Instagram, ni Facebook, ni Twitter. Tampoco LinkedIn, ni mucho menos TikTok”. “No invierten una media diaria de casi dos horas en el entorno digital, ni consultan el teléfono cientos de veces al día”. (Un paréntesis para rebatir lo relativo al tiempo que dedican a sus prótesis digitales. Prótesis, porque los chunches esos son extensiones inseparables de la mano y de los dedos y, más triste aún, del cerebro. Será en otros países. Porque aquí el trance hipnótico de los zombis es de horas seguidas durante están despiertos; y sin duda igual sucede durante el sueño cuando duermen. No despegan la vista de su adicción ni un instante. Impedidos de sostener una conversación normal. Rectificamos. Normal para los estándares de antes, ahora lo normal es no conversar sino chatear. Ahorrando texto. Reemplazando el abecedario por símbolos, jeroglíficos y pichinguitos. Una regresión a lo rupestre, siglos atrás, a la edad de piedra). Disculpen la divagación, continuemos: “A cambio se ahorran la ansiedad de compararse constantemente con los otros y de construir su propia identidad digital”. “Aseguran que no pierden nada porque priorizan tener menos relaciones y experiencias pero de mayor calidad”. “Abanderan una tendencia en auge: el minimalismo emocional”.

“Otra de las ventajas de vivir al margen de las redes sociales es no someterse al canon de belleza impuesto por los algoritmos”. “También culpan a la red social por los aumentos en la tasa de ansiedad y depresión”. En otra ocasión –gracias a una referencia enviada por el Poeta– incluimos partes de la entrevista, también publicada en un diario español, de un reconocido pensador y catedrático italiano: “En sus libros indaga cómo las tecnologías digitales están generando una mutación del ser humano y aceleran de forma tan vertiginosa el tiempo que no deja tiempo para la pausa, la escucha o la capacidad crítica ponderada”. “Cartografía un tejido social en el que, como en las “shitstorm” (una tormenta de excremento) de las redes sociales, los individuos se mueven por los estímulos de todo tipo que reciben sin tiempo para reflexionar, y donde reina el resentimiento identitario, la desertificación del pensamiento complejo y el autismo coral”. (Menos mal –avisa el Sisimite– que no tiene de esos chunches, y aunque los tuviese, si allá en los picos donde habita ni en broma llega la señal).

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